miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS EXTRANJEROS



Querida Mariana, ¿por qué los jóvenes no se acercan a la lectura y a los actos llamados culturales? Siempre he pensado que los viejos -dueños del poder- hacen todo lo posible para que los jóvenes no se acerquen a las manifestaciones artísticas, precisamente para no compartir su poder. En primer lugar existe el prurito de que las artes son aburridas, y en segundo lugar la tendencia a colocar a las artes en un lugar inalcanzable.
En Chiapas, la propia institución dedicada al fomento del arte hace una separación perversa entre cultura y arte, como si este último no formara parte de la cultura y como si ésta no formara parte de nuestra vida cotidiana.
La Yourcenar, en el libro “Peregrina y extranjera”, con la lucidez que la caracteriza dice que Roger Caillois “había dicho -y el argumento me parece muy fuerte- que la música más grande, la mejor literatura o la mejor pintura le parecerían ficticias o carentes de interés si un canal secreto no uniese a Mozart con algún estribillo popular, La Guerra y la paz con el peor folletín y a Velázquez con el calendario de la cocina”. ¿Mirás? Los poderosos y los “intelectuales” nos han querido vender la idea de que tal canal secreto no existe. Nos han injertado el absurdo de que el arte no tiene algo que ver con la vida diaria. Nos presentan a la “cultura” y el “arte” como entidades afines a los semidioses. ¿Por qué? ¡Ah, muy sencillo!, para que el pueblo, vos, yo y los demás, miremos a los poseedores de la luz desde nuestro templete pegado al suelo.
¿Has mirado cómo se comportan y mueven los intelectuales? Date una vueltecita por alguna oficina dedicada al arte y a la cultura y miralos. Se mueven como pavorreales, hablan como si su boca fuera un pozo de luz e iluminara los caminos por donde los demás caminamos. Es la misma trampa de los especialistas. Los médicos, con sus términos especializados, pintan su raya para que nosotros nos sintamos en espacios ajenos.
Los intelectuales han pretendido borrar las huellas del “canal secreto” y, con toda la perversión del mundo, han escrito libros aburridos ex profeso.
Cuando nos topamos con un Alatorre (erudito maravilloso) que nos explica el origen de la lengua española de manera tan llana, divertida y sabia, se comprueba que el conocimiento es algo que está lleno de vida. Y la vida, Mariana, es una sustancia que toca a todo aquel que está vivo. De la misma forma que el sol, la lluvia, la piedra y el musgo tocan nuestro espíritu, de igual suerte, el ballet, la ópera y la literatura tocan al hombre que se acerca a ellos. Mozart, la Yourcenar, Fellini, Van Gogh y demás hombres maravillosos son personas que han bebido la luz del acto cotidiano.
Vos sabés, querida Mariana, que la vida no es aburrida. La vida es el árbol más alto del bosque y los niños juegan columpio ahí mientras las aves construyen sus nidos.
Ah, pero los poderosos y los “intelectuales” insisten en levantar un muro que separa, de manera obtusa, el territorio del arte con el territorio del pueblo. Por esto, niña bonita, los poderosos e intelectuales son unos soberanos bobos. El verdadero sabio es sencillo; el verdadero sabio reconoce que el arte y la llamada cultura no son más que esencias de la vida, igual que el juego cotidiano o la charla sabrosa en la cantina o a mitad de la plaza.
¿En dónde tienen su origen la cultura y el arte? Los intelectuales, casi casi, nos quieren presentar que son productos divinos y que sólo ellos tienen acceso a ese “canal secreto”. ¡Qué mudos!
Pd. Si la palabra flama incendia espíritus ¿qué no podemos lograr con la palabra luz?