lunes, 30 de abril de 2012

PORQUE TODAS RUGEN

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como el sol en el desierto, y mujeres que son como león adentro de una jaula. La mujer león no puede subir a una bicicleta porque la confunden con pantera. Tampoco realiza vuelos en avión porque le llegan ganas de tener alas. Lo más que le está permitido es soñar con alambradas en campos de concentración o con monociclos en un circo de tres pistas. Ella, cuya madre murió al final de una función del circo Atayde, tiene el complejo del felino que mete la cabeza entre las fauces del domador, por esto, constantemente cierra sus piernas y huye al lado de las jirafas en la estepa. Puede, si su amado es tierno, tener la tibieza de un ronroneo; pero si su amado es hijo del trueno y de la estupidez se convierte en un foso cuyo final está en la cola del infinito. Por esto, el amado debe tener la memoria de los ladrillos antes de formar un muro, y el grito del miserable antes de sentarse en la esquina para pedir una limosna con aroma de bronce. Puede ser como un corazón anclado en puerto, si la ternura está grafiteada en las paredes de las fachadas de Tuxtla o de San Cristóbal; pero si el crayón de las fachadas de Comitán contradice con la luz de la sombra, entonces se convierte en túnel donde el mar huele a cloaca. Ella, cuyo padre fue vencido por un grupo de paramilitares disfrazados de gatos, no tiene impedimento en formar parte de los Rotarios, siempre y cuando no lo comprometan a bailar en el Club de Leones. Lo que sus amados le reclaman ¡es su olor! Los pobres hombres, que son como gatos de azotea, no saben que el aroma de la mujer león es más tenue que el cielo de un baúl del siglo XIX; no lo saben porque su olfato es como una tarola invertida de un grupo de rock del siglo XV, cuando el rock no era ni siquiera posibilidad de vals. La mujer león, por lo regular, aborrece el pan tostado con mermelada y prefiere la cima donde se construyen las favelas que interrumpen el sueño de la garota. Cuando la mujer león dice adiós suena como si mil callejones sucios despertaran al alborozo de la ventana o como si una mano tocara la pared en busca de un Dios infinito. No tiene ningún inconveniente en subirse a un tercer piso y jugar a que es el león de la Metro Goldwyn Mayer. Por esto el cine le resulta tan liana, tan Tarzán, tan Chita, tan isla desierta. Levanta el brazo, como si fuese una cantante famosa o como si fuese la tarde anunciando la lluvia. Viaja, viaja mucho. Por esto, tal vez, algunos teóricos mencionan que su destino está en la tundra. ¿Por qué -se preguntan, los teóricos- si habita las zonas cálidas que huelen a arena, tiene abrigo tan grueso? Tal vez (insisten los teóricos) ella es prima hermana de la osa polar y de la foca. Pero, entonces, ¿por qué no tiene aletas como si lo tiene el pez volador?¿Por qué se abandonó al deterioro del hombre que se le hincó por primera vez? ¿Por qué no soportó la tala del árbol hincado sobre la torre mayor? Tal vez éste sea su misterio y el motivo por el cual todos los hombres, sin excepción, la piensan arena, la sienten temblor, la imaginan viento que derrumba los rinocerontes que se paran frente a ella. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como la mano que sostiene la tea, y mujeres que son ateas y se atan la mano.