viernes, 21 de septiembre de 2012

SE HACE CAMINO AL CAMINAR




A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como zapatos viejos y mujeres que son como zapatos sin estrenar.
La mujer zapato sin estreno no sale en noches de lluvia; prefiere los caminos donde las piedras son como cintas de luz. No se recarga en paredes con manchas de humedad porque moho no come moho. Busca, eso sí, con denuedo, a los hombres que tienen el corazón a dos aguas o que acarician como si tendiesen un puente en cada madrugada.
Nació con el síndrome de “más vale vieja conocida que nueva por conocer”. Por esto sus amados tienen cierto recelo, pues ella, sin quererlo, provoca cierto dolor en el calcañal del corazón. Pero, ella misma tiene la cura: ablandarlo con un poco de alcohol. Le gusta la palabra ablandar pues piensa que una mujer más que hablar debe dar: dar el primer paso para aflojar, ¡siempre dar!
Es una mujer a la medida del hombre adecuado. Una mujer con número chico provoca hinchazones y juanetes; una mujer con número grande ocasiona caídas o que el hombre, con un paso apresurado, la extravíe en caminos lodosos. Por esto, las madres de los hombres que pretenden a una mujer zapato sin estreno, recomiendan a sus hijos que primero las prueben, que caminen con ellas por todas las estancias y por los valles y por las montañas. Cuando resulta a la medida ¡es la mujer más hermosa del mundo!
Dicen que cada hombre tiene su modo de imprimir la huella. Por esto, a veces, cuando el hombre no le pasa el trapito a la mujer o no le da suficiente brillo, ésta se agrieta o pierde el tacón o termina con un hoyo en la suela. Y, el lector lo sabe, no hay sensación más fea que la de pisar sobre el pavimento y sentir mojado el pie. Y esto es así porque el destino no está en la palma de la mano sino en la dirección que señala el pie en marcha. Cada hombre, sin saberlo bien a bien, nace con el deseo de compartir su vida con una mujer zapato sin estreno, pero, ella no es mujer fácil de conseguir.
Muchos perversos (viejos, sobre todo) entran a su casa, revisan la vitrina y piden probarla. Si el padre o la madre no tienen precaución, el viejo introduce su asquerosa extremidad y la prueba, camina sobre ella, sólo para decir que le aprieta el juanete. Sin ningún empacho la regresa, pero la regresa ya usada. Por esto, es muy difícil encontrar una mujer zapato sin estreno. Sucede lo mismo que con la mujer auto nuevo: es muy difícil que tenga cero kilómetros de recorrido. Por lo regular, las mujeres (¡qué pena!) presumen de nuevas sin saber que ya alguna mano las tocó o que algún pie las pisó. Por esto, los amados tienen la costumbre de meter la mano para ver si son de cuero auténtico, para comprobar que no son de cartón ni hechas en Taiwán. La mejor mujer zapato sin estreno es la que creció en los talleres donde el arte de la curtiduría es una antigua tradición. Por esto, los expertos aseguran que las más fieles son las que tienen el espíritu de piel de cordero (aunque muchas, en el fondo, son de piel de lobo). Una vez conocí a una mujer zapato sin estreno que no usaba cintas, era, así lo decía ella, mujer “de mete – saca”, pero, para mantener su virginidad, no permitía que sus amados le metieran sino que sólo le sacaran, que le sacaran lo que no le metían porque, sabía, que si dejaba que le metieran nunca se la sacarían.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como cielos sin nubes, y mujeres que son como nubes jugando en la tierra.