sábado, 29 de septiembre de 2012

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO HAY FUENTES QUE, EN LUGAR DE AGUA, TIENEN TINTA CHINA




Querida Mariana: la Universidad de Princeton adquirió el archivo de Carlos Fuentes; lo adquirió antes de la muerte del escritor. En el bonche de cajas hay una que contiene cartas. La noticia que apareció, hace dos o tres días, es que esa caja la abrirán el 16 de mayo de 2014, día en que se cumplen dos años del deceso de Carlitos. Desde ahora, muchos fans de Fuentes comienzan a alborotarse con la posibilidad de leer el contenido de esa correspondencia. El género epistolar, desde siempre, ha movido el morbo. ¿Qué escribieron esos famosos en la intimidad del trato uno a uno? De pronto, la aparición pública de esa correspondencia alienta la curiosidad. La Universidad de Princeton ha deslizado la idea de que el mundo se enterará qué le dijo Fuentes a Octavio Paz, cuando todo mundo sabe que los dos escritores se enemistaron.
Las cartas pertenecen al territorio cerrado de lo íntimo y sin embargo, a veces, ese círculo se rompe e invade el espacio público. Entonces, los lectores nos enteramos de las obsesiones y travesuras de destinatario y remitente.
En el Centro Comiteco de Creación Literaria, está contemplado un módulo donde los integrantes analizan las características del género epistolar, estudian ejemplos notables y ponen en práctica tal género. Ahora, la gente no acostumbra escribir cartas como antes; ahora todo es instantáneo a través de los “tuits” y de los mensajes por celular. ¿Cómo poder decir Te amo en ciento cuarenta caracteres? ¡Pucha, es el colmo del ahorro! Los hombres de mi tiempo necesitábamos como mil palabras para decir Te quiero. Se nos hacía chico el mar del lenguaje para echarnos un buche. Estos tiempos nos han convertido en avaros con el uso de la palabra y esta avaricia provoca el olvido, por esto el Alzheimer del lenguaje nos cala fuerte.
Óscar Bonifaz hizo berrinche cuando apareció publicado un libro con cartas que Rosario Castellanos envió a Ricardo Guerra. No le pareció que se ventilara algo tan íntimo. Pero, sin duda, Rosario dejó esas cartas para el futuro, reconociendo que algún día podrían publicarse. Quien no quiere que algo se sepa ¡quema las cartas! Hoy nos emociona la correspondencia de Julio Cortázar, por ejemplo. Aurora Bernárdez, su primera mujer, se ha dado a la tarea de hurgar en archivos y darlos a conocer en libros maravillosos. Los fans de Julito agradecen que esas cartas hayan resistido el olvido. De igual manera, los morbosos del mundo adoran las cartas que James Joyce le envió a su amada Nora Barnacle. El Jaimito Joyce nos salió bien tierno y, a la vez, bien perverso. En una carta a Nora le dice: “Mi flor azul oscuro, empapada por la lluvia”, ah, qué ternura de hombre; pero líneas más abajo dice: “…mis manos atraen la acojinada curva de tus nalgas…”, pucha, qué juguetón el hombre. Cualquiera pensará que es un exceso enterarse de las intimidades que Joyce le dijo a Nora. ¡Pero no! La correspondencia de los famosos trasciende el espacio de la intimidad, sus deseos y pasiones desbordan las paredes donde dos seres se desnudan a través de las palabras. A los hombres de a pie nos interesa conocer las hendijas que iluminan a los genios. La correspondencia privada nos abre la posibilidad de saber que los más grandes creadores también están hechos de la misma sustancia. Ellos, igual que nosotros, tienen pasiones, desviaciones, filias, fobias y padecen los mismos temores que padece el hombre desde el inicio de los tiempos. Ellos también son simples mortales, simples mortales que sueñan con llevarse de piquete de panza con los Dioses.
En 1974 o 1975 estudiaba en la UNAM, en la ciudad de México. Tenía una amiguita en Comitán, nuestra relación era un poco como lo que ahora, ustedes, los chavos llaman: “amigo con ciertos derechos”. Ella y yo nos enviábamos cartas. A mí, desde siempre, me ha encantado escribir cartas y, la mera verdad, no tengo empacho en decir lo que pienso y lo que siento. Bueno, en ese entonces (sin haber leído a Cortázar y conocer el gíglico –lenguaje creado por él, en la novela Rayuela, y que era una forma cachonda de acariciarse con palabras ininteligibles para los demás) ella y yo teníamos un alfabeto especial para comunicar nuestras “cositas más íntimas”. Ya vos sabés, todos los chavos lo hacen. Una vez me enteré que una carta que le había enviado estaba expuesta en el periódico mural de la Escuela Preparatoria. ¿Lo mirás? ¡Qué perversión! Vivía a más de mil kilómetros de distancia, pero me dio coraje y me puse todo colorado al saber que mis “tiernas perversiones” habían quedado al descubierto. Imaginé a medio mundo de la Prepa burlándose de nosotros. Luego me calmé y pensé que sólo era una travesura más. Hoy, después de casi cuarenta años sé que pasó nada. Porque, a final de cuentas, pasa nada. Hoy sé que todo lo que se escribe (en un pedazo de papel, en el “mensajero secreto” del Facebook, en un “tuit”) queda para siempre y, en cualquier momento es visto por otros.
Sí, niña bonita, ahora (me cuentan) entre los jóvenes está de moda la práctica del “sexting”. El sexting es el envío de fotos con poses seductoras, con poca o ninguna ropa. El chavo le pide a su chava una fotito. “Te juro que sólo es para mí”. “Sí”, dice la niña, se encuera y toma la foto con su celular y la envía a su amado. Durante un tiempo esa foto es un hilo que se enreda sólo entre ellos dos, pero ¿qué pasa cuando la relación termina?
Todo aquel que envía cartas sabe que pueden ser vistas por más personas. Estas cartas que te escribo son ejemplo de ello. Muchos compas en Comitán me preguntan por vos, algunos adultos se sorprenden porque vos y yo tengamos una relación, dicen que soy un viejo y vos muy joven (saber qué tipo de relación piensan ellos que tenemos, saber por dónde caminan sus mentes torcidas); otros -más ilusos o más aventados- me piden que te presente con ellos. No falta aquella amiga que, sorprendida, me reclama. En Comitán, como en cualquier pueblo del mundo, estamos acostumbrados a que todo se mantenga debajo del agua. Una relación a cielo abierto ¡sorprende! Muchos se alarman porque a plena luz digo, sin rubor, que te quiero, que te quiero mucho, que sos (al estilo de Joyce) “mi hojita de viento azul”.
De igual manera, en el Centro Comiteco hemos tratado de romper paradigmas. Los escritores comitecos están acostumbrados a recibir sólo elogios por sus textos. En el Centro los integrantes llegan, leen sus textos y reciben una crítica de los demás compañeros. No se trata de aplaudir sino de hacer notar alguna inconsistencia. Quien recibe elogios no crece en su trabajo, sólo alcanza a esponjarse como guajolote en temporada de Navidad; en cambio, aquél que es humilde y expone su trabajo a la crítica de los demás comienza a crecer. En el Centro ¡los integrantes han comenzado a crecer! Ya te conté, ¿verdad?, que Rosa Hortensia Aguilar Trujillo, Francisco Nucamendi Pulido y Samuel Abraham Maldonado Morales escribieron cuentos policiales. Este género es dificilísimo. Sin embargo, ellos lograron escribir textos muy dignos. ¿Lo imaginás? Ya tenemos, en nuestra ficción, detectives comitecos que resuelven casos, al estilo de los grandes del mundo. El Nuka me dijo: “A ver ¡escribí vos un cuento policial!”. No, no pude. Es complejísimo. Ellos ¡sí lo lograron!
El Centro Comiteco de Creación Literaria concluyó su Primer Ciclo el pasado miércoles 26 de octubre de 2012. Desde el 23 de febrero de 2011 hasta ese día, nos reunimos los miércoles de cinco a seis y media de la tarde. Muchos de los más talentosos escritores chiapanecos acudieron a compartir sus conocimientos a través de Charlas, Conferencias Magistrales y Talleres de Creación o de Apreciación. ¿Cómo pagarles a todos ellos su generosidad y su solidaridad? Ayer, don José Antonio Aguilar Meza, Presidente Municipal de Comitán 2011-2012, presentó su Segundo y Último Informe. La creación del Centro es un proyecto de la Universidad Mariano N. Ruiz auspiciado y fortalecido por el Ayuntamiento. Don José Antonio decidió que la creación de esta institución era un acto positivo para el fortalecimiento de la creatividad de la juventud comiteca y lo apoyó ¡con todo! Este próximo miércoles 3 de octubre iniciamos el Segundo Ciclo, con el aval y fortalecimiento de nuestro Presidente Municipal, Lic. Luis Ignacio Avendaño Bermúdez, quien inicia hoy su encargo. El lema del actual Ayuntamiento bien lo podemos aplicar a la actividad del Centro: “Comitán ¡va en grande!”.

Posdata: ¿Y cuáles son las cartas que nunca fueron escritas y que nos habría gustado leer? ¿Imaginás una carta de María a su hijo Jesús? ¿Cuáles serían las recomendaciones de la madre para su hijo? ¿Le recomendaría que no dijera lo que dijo, que no hiciera lo que hizo, porque corría el rumor de que las autoridades andaban “enchiladas” con su comportamiento?
El escritor Juan Heredia tiene un libro que se llama “Cartas a Dios, desde la miseria y la bonanza”, son cartas maravillosas, donde dos personajes (Alicia y Héctor) le escriben a Dios, desde sus diferentes posiciones sociales. Alicia es una muchacha bonita que vive en un cinturón de miseria y Héctor es un muchacho bonito, hijo de un renombrado político. Las cartas contienen reclamos, agradecimientos, explicaciones, enfados, sonrisas, dudas, certezas, peticiones, “buenas y malas palabras”. A final entendemos que son un compendio de la vida. La literatura, como la vida, está llena de los extremos y de los puntos medios. No hay una sola vida plana. Todos los seres humanos estamos hechos de un complejo entramado. Somos luz y somos sombra; generamos esperanza y desaliento. Somos capaces de amar en la cumbre y de odiar hasta el pozo. Las cartas de los grandes escritores están hechos de esa maravillosa sustancia, por eso nos llaman tanto la atención. Ya estoy apuntado en la fila donde venderán el libro que publique la correspondencia “secreta” de Carlos Fuentes.