lunes, 24 de diciembre de 2012


Con un respetuoso abrazo al Arquitecto Héctor Castellanos Rovelo,
por la ausencia física de su mamá.

CON PIQUETE O SIN PIQUETE

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en mujeres que son como árbol de navidad y mujeres que son como nacimiento de niño Jesús.
La mujer árbol navidad sueña con series de foquitos y con pashte y con cascarones de huevos en forma de estrellas. Puede ser plástica o puede ser de ciprés natural. Por supuesto, el lector inteligente ya se dio cuenta, la mejor mujer es aquélla que tiene nidos en sus pechos y deja que los pájaros retocen en su fronda y en sus ramas. Porque es posible, los lectores lo saben, es posible que un columpio se enrede en sus deseos y en sus juegos.
Como se sublima en temporada de frío, ella deja que su amado juegue a que es ponche y la caliente; deja que su amado juegue a que es pista de hielo y patine las manos sobre su cuerpo; deja que él la haga su regalo y le quite la cinta y el papel plateado y la desnude y la bese en cada límite del territorio intocado.
Lenguajes de montaña busca; lenguajes de nieve regala; lenguajes donde el trineo es como un tren del deseo.
Prepara, con antelación, el intercambio de regalos. En medio de velas encendidas y de olor a muérdago, ella deja que su amado juegue con sus esferas.
Deja que todas las noches le preparen el chocolate; deja que el extranjero sopee sobre su café caliente. Siempre pide que sea con pan de yema, con ese pan que preparan en San Cristóbal o en Comitán.
No tiene más línea del horizonte que sus sueños; no tiene más nubes que aquellos labios que son de sus cielos; no tiene más fuegos artificiales que aquellos que destellan en sus manos y en medio de su entrepierna; no tiene más muslos que aquellos que son navíos y bogan en los baúles del fuego.
Le gusta ganar en todos los juegos. Le gusta que un niño se acerque ingenuo y abra el regalo como si fuese un adolescente que abre las piernas de su niña amada. Le gusta el olor a nochebuena, el aroma a felizmadrugada.
Le gusta ser cómplice de todo aquello que huele a luz, a ventana abierta. Por esto se “encuacha” con aquellos que son como bolsa generosa de pantalón de mezclilla, que son como arena para el pie desnudo, que son como barquito para tarde de lluvia.
Le gusta ser cómplice de todo aquello que huele a abrazo, a sol sobre cuarto de hotel. Por esto se “encuacha” con aquellos que son como pétalo de viento, que son como almohada para el sueño, que son como un “no te vayas” o un “te echo de menos”.
Sabe que en una vida pasada fue un pedestal del sueño, torre del bosque más alto. Sabe que en una vida futura será un libro o un leño para el fuego.
Corre, corre como si sus pies fuesen una ventana sin cancel, como si el labio fuese el reflejo para el beso.
Al contrario del pavo ella siempre está dispuesta al festejo de navidad y del año nuevo; al contrario de la duela que se tiende sobre el suelo, ella siempre odia el momento en que es olvidada en el basurero.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como la niña más hermosa de mis tardes y mujeres que son como mis tardes en donde la niña de mis ojos extravía el tiempo.