lunes, 14 de enero de 2013


CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LA ACADEMIA TIENE UNA PATA COJA

Querida Mariana: mi abuela Esperanza decía: “Yo sólo le creo al sol”. Un poco para reafirmar el dicho de que “no se puede tapar el sol con un dedo”. La oscuridad es engañosa, basta una lámpara de mano para conjurarla. Y digo esto porque el otro día abrí el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en búsqueda de la definición de la palabra “leer”. Con mi grupo de alumnos universitarios reflexionábamos acerca del tema “Comprensión de lectura”. Leer: “Pasar la vista por lo escrito o lo impreso…”. ¡No, no! ¡Que algún organismo de los Derechos Humanos acuse a la RAE de discriminatoria! ¿Qué hacen los invidentes cuando leen? Según la Real ¡no leen porque no pasan la “vista” por lo escrito! Con razón mi querido Julito Cortázar decía que el Diccionario era un “cementerio de palabras”. Por esto, muchos estudiosos establecen que las lenguas están vivas y no aceptan corsés.
El otro día, en la radio, un tipo decía los horóscopos y mencionó el término “aspectado”. ¿Aspectado? Jamás había oído tal palabra. Volví de nuevo a abrir el diccionario y vi que, en Puerto Rico, la usan como sinónimo de favorable. Sí, fue el día que cuando te vi en la cafetería te dije que tenías un “aspecto aspectado” y vos me viste con cara de armadillo desinfectado. ¡Pucha! Existe una tendencia en apropiarse de palabras que no son parte inherente a nuestra identidad. Lo hacemos en afán de hacernos los interesantes. Un día yo mismo me escuché usando la palabra “piscina” cuando toda mi vida he dicho alberca.
La RAE es una institución “seriecita”. No sabe que muchos hablantes juegan con las palabras. No te conocen, no saben que vos sos una gran juguetona. El otro día disfruté mucho cuando me dijiste que te gustaría llamarte Ana. Si alguien te preguntara quién sos, vos dirías: soy Analista. ¿Qué no te gustaría ser? Analfabeta. ¿Tu animal favorito? Anaconda. ¿Tu hombre favorito? Anacoreta. ¿Tu peor pesadilla? Anacrónico. ¿Tu color preferido? Sí, ese, ¡claro! Entre rojo y amarillo. Y cuando dijiste esto último yo pensé en todas las palabras que comienzan con “ama” y pensé en la gama de posibilidades.
Los seriecitos no juegan con las palabras. Los seriecitos siempre toman la palabra “al pie de la letra”. Nosotros, los juguetones tomamos a la letra del pie y la botamos. Los juguetones son aquéllos que dicen que formaron un dueto llamado “Vernáculo”: “Él es Verna y yo soy…”, y ya no dicen la última palabra. Dejan que uno la complete para que, como acto de magia, aparezca la sonrisa.
Como no vivimos en Puerto Rico, la palabra “aspectado” me suena rara. Es así porque el tipo bien podría emplear la nuestra, la más cercana: “favorable”.
Sé que el lenguaje es dinámico y, de pronto, algunos términos se ponen de moda y todo mundo las emplea aún cuando estén mal empleadas. ¿A quién se le ocurrió inventar el “verbo recepcionar”, que produce vómito? Ayer, una maestra me dijo: “¿Me puede usted recepcionar este oficio? ¡Dios mío! Sí, le dije, con todo gusto lo recibo, y le di más énfasis a la palabra “recibo”. Pero un instante después me arrepentí porque recibo es un papel que se entrega a cambio de algo. También por esto existe un contra recibo. ¡Pucha! Entonces, cualquier día de éstos a alguien se le ocurre inventar la palabra “contra recepcionar” para emplearla como fórmula de cortesía cuando alguien “recepcione” algo.
Niña mía, ¿qué día jugamos a la trigonometría y vemos qué hacer con tu coseno y con tu hipotenusa? Te quiero, te quiero mucho, como la cola del chucho.