viernes, 12 de abril de 2013



LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA AL AMANECER

La sombra indica que son las siete de la mañana. Así lo indica la sombra del hombre en primer plano, la que provocan los instrumentos y ejecutantes de la marimba y la de los árboles y del quiosco. Se aprecia cómo el sol apenas es una línea por encima de los tejados. Aún hay luz en las farolas. El hombre que controla la luz olvidó apagarla. Debe ser bonita profesión la del hombre que controla la luz. Su oficio debe ser como jugar un poco a Dios: ¡Hágase la luz!, y la luz se hizo. Ahora (¡qué ironía!) es más fácil prender la luz que prender la oscuridad. Digo esto porque en las noches, a la hora que entro al cuarto, encuentro todo en oscuras. No me es permitido “hacer” la oscuridad, en cambio “hacer” la luz es tan fácil. Ahora entiendo que lo importante de Dios no estuvo en el instante que dijo: “¡Hágase la luz!”, sino en el momento en que dice: “¡Hágase la oscuridad!”, y la oscuridad se hace.
El hombre del saxofón sí sopla. El hombre de las congas está con las manos adentro de las bolsas del pantalón. Su vecino está contagiado. Aún no es momento para que intervengan. Los marimbistas sí ya le están dando a la marimba. Por esto, el hombre del primer plano baila. Sí, baila. En el bolso lleva una botella. Antes que la marimba tocara las mañanitas, él le dio un sorbo a la botella de alcohol. Con dificultad mueve su cabeza y sus pies. La cabeza la mueve, con los ojos semi cerrados, la hace para la izquierda y luego, con cierta pesadez, la hace a la derecha, en intento de seguir el ritmo. ¡Pero no lo logra! Sus pies tampoco logran el movimiento exacto que sí logran las manos de los marimbistas. Es comprensible. La cabeza de este hombre (que viste una bata de cocinero, toda sucia) aún está metida en la oscuridad del trago. ¿Por qué el hombre bebe trago? Ya lo dije, el hombre, cualquier hombre del mundo, puede hacer la luz con facilidad. ¿Cómo hacer la oscuridad? ¿Cómo acercarse apenas al dedo pequeño de Dios? ¿Intentando construir una casa oscura en la mente?
Si se ve con detenimiento, detrás de la marimba hay otro hombre y, en el barandal del quiosco, uno más. La marimba posee la gracia de convocar. Cuando los ejecutantes dieron el primer bolillazo, la gente que caminaba por el parque a esa hora (¡Dios mío! ¿A dónde iban?) se detuvieron. Fue como un conjuro mágico que “obligara” a jugar “Encantados”. Sí, encantamiento es lo que logra la marimba.
Mientras los dos hombres del fondo recibieron el influjo del encantamiento, el hombre del primer plano se mueve. Lo hace de manera atolondrada, como potrillo recién nacido, pero contraviene la orden del juego. Él no se quedó estático, como estatua de aire. Al contrario ¡juega con el aire helado de la mañana helada de San Cristóbal! Mientras los marimbistas tocan las mañanitas al pueblo mágico de San Cristóbal, por los 485 años de su cumpleaños, el hombre indígena, con un gorro en la cabeza, bata de chef y chamarra gruesa, baila. Un pasito para la derecha, da vuelta, mueve las manos como si fuese un osito a punto de trepar sobre el tronco de un árbol de hormiguillo. Un pasito para la izquierda y se tambalea. Parece que va a caerse, pero la luz de la mañana lo bendice y hace que no pierda la vertical. Aún se sostiene. Se sostiene con las lianas de la marimba, con las lianas del sol, ¡de la luz! En su cabeza, uno de sus cuartos ¡es oscuro! Por fortuna los demás cuartos aún tienen luz, pero parece que él quisiera ser como Dios y hacer el prodigio de la oscuridad. Mientras tanto, los ejecutantes bañan de luz el parque central de ese maravilloso pueblo.
Como si fuese una culebra, un cable de energía atraviesa el parque. Va de izquierda a derecha. No puede confundirse con un coralillo, más bien es como un Shashib, como una culebra de agua dulce. El hombre que baila, a la hora que da vuelta (un momento después del momento de la fotografía) ve el cable, ¡se asusta!, y, como si fuese parte de su coreografía, da un salto para atrás, pero luego se recompone y, mientras baila, habla con la culebra. ¿Qué le dice? De todos los hombres que estamos ahí, sólo él tiene el don de hablar con los cables, con las culebras. Sólo él baila. Pareciera que es el hombre más lleno de vida y, sin embargo, está borracho, con la oscuridad sembrada en su cabeza.