lunes, 15 de julio de 2013
LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA A DOS DE TRES CAÍDAS SIN LÍMITE DE TIEMPO
Siempre llama mi atención cómo llaman la atención en las luchas. El conductor del programa se para al centro del cuadrilátero, alza el brazo y baja el micrófono: “a dos de tres caídas…”. Sólo en las luchas se da ese prodigio de que un micrófono baje del cielo. Es como una reminiscencia del instante en que Moisés subió al Monte Sinaí y escuchó la voz de Dios, la cual provenía directamente del cielo. Claro, Dios no necesitó micrófono alguno.
En esta fotografía, María Bonita está al centro. Dos luchadores la acompañan, uno vestido en tonos azules y blancos, y el otro en blanco y negro (un poco como si fuese función del Cine Comitán en los años sesenta: una película a color y otra en blanco y negro. La de color presenta a Blue Demon contra los cuatrocientos zipizapes y la de blanco y negro presenta al máximo ídolo de todos los tiempos: Santo, el enmascarado de plata, contra las mujeres de la calle catorce).
¿Qué hace María Bonita trepada en el cuadrilátero? ¿Se trepa, a veces, en los paralelepípedos de la vida y del sueño? En tiempos de El Santo, las mujeres luchadoras eran inexistentes; digo, las terrícolas, porque las marcianas eran rebuenas para el candado y otras linduras de este deporte. Agustín Lara se extrañaría, pero tendría que modificar un poco la letra de la canción: “Acuérdate de las luchas, María Bonita, María del Alma; acuérdate que en las cuerdas, con tus manitas las cabelleras las repelabas…” ¿Qué hace María Bonita? ¿Nos reta? Su mirada, sin duda, es retadora. Su mirada dice: “Ándale, súbete”, pero uno no sabe bien a bien en qué consiste el reto. ¿Necesita un compañero para hacer la de relevos? ¿Qué papel juegan los dos luchadores que están como a la expectativa? ¿Cómo se llaman los dos luchadores? No pregunto por los nombres que les pusieron de pila, sino por los nombres que ostentan cuando se enmascaran. Me gusta que María no tenga máscara. Me gusta que su vestido color celeste sea el más sencillo. El de la máscara de barbitas es un azul eléctrico, y el de la máscara negra anuncia la noche. ¿Qué anuncia María? Tal vez le da una torcedura a lo que siempre se dice y ella, con sus ojos, dice: “de dos a tres tiempos sin límite de caídas”. Porque ella sabe que en la vida no alcanza el tiempo para tantas caídas. Por esto (lo saben los aficionados) el ring siempre tiene cuerdas. Esto es así para dar cuerda al reloj y para evitar las caídas. Porque las caídas en el cuadrilátero son bienvenidas (casi casi buscadas), pero las caídas fuera del ring son dolorosas y vergonzantes. Arriba está acolchonadito, abajo es el puro cemento.
María Bonita ¿lucha con las zapatillas puestas? ¿Le gusta la hurracarrana o hacer manita de puerco? Hay algo, se advierte en la mirada de María, que la hace sentirse dueña de las llaves de la lucha (acá no sirve el viejo chiste de que no hay peor lucha que la Lucha Villa, no sirve para este texto).
No soy aficionado a las luchas, pero sí soy aficionado al cine. Crecí viendo cine de luchadores (los expertos dicen que éste es el género cinematográfico que México aportó al mundo). Así, una noche, en una película memorable, vi que un luchador, ya vencido, ya sangrante, ya sobre el piso del ring, a punto de la derrota; en el instante en que el réferi se tiró al piso y con su mano derecha comenzó a somatarlo para la cuenta de uno, dos, tres, cuatro, cinco…, el vencido sacó una llave de esas que antes se usaban en las puertas de las casas comitecas y le metió un llavazo al vencedor que, con el golpe, terminó siendo vencido. Era una comedia, una simple comedia bobalicona que jugaba con el término más popular de las luchas: las llaves. ¿Por qué se llaman llaves las llaves de la lucha libre? ¿La lucha es libre porque no está encerrada y por esto tiene tantas llaves?
Si el lector ve con atención, mirará que María, hunde el tacón de la zapatilla derecha sobre la carpeta, lo hunde con elegancia. Tal vez lo hace para que el espectador vea la cadena que lleva en su tobillo. ¿Qué señales envía? Esta fotografía muestra un ring de lucha libre al aire libre con una mujer libre. Vaya pues. ¿Alguien está dispuesto a perder la cabellera?