miércoles, 30 de octubre de 2013

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE CHIAPAS ES CÉLULA INFINITA





La muchacha bonita está sobre el respaldo de fierro forjado. La banca es imponente, rotunda y, sin embargo, es como papel de china picado que deja pasar el viento entre su costillar. Las bancas del parque de Comitán son como las esculturas de Luis Aguilar, bronce macizo que deja al aire jugar en medio de sus patios. La muchacha bonita no advirtió el escudo del respaldo de la banca: el escudo de Chiapas. Llama la atención que este Chiapas libre tenga como escudo oficial una rémora de la época colonial. El Chiapas libre actual tiene como escudo un escudo concedido por la Corona Española. ¡Ah, qué difícil cortar el cordón umbilical! ¡Qué difícil cometer el necesario parricidio! Mariano me dijo el otro día que los chiapanecos vivimos en la confusión porque tenemos un escudo de herencia española y un nombre de herencia náhuatl. ¡Señor, nada quedó de la grandeza de los abuelos originales! Mariano dice que deberíamos tener un nombre Maya. Pero, Mariano, le digo, ¡a estas alturas!
El edificio que está detrás de la muchacha bonita es el templo de Santo Domingo. Si el espectador ve con atención observará que la puerta está abierta. Bueno, no le demos más vueltas al hilo, porque puede romperse. Ese templo también es herencia española. En el frente (la muchacha bonita lo cubre) existe una placa que relaciona los nombres de los primeros evangelizadores llegados a estas tierras. La religión también nos llegó de otro lado. ¿Qué diría Mariano al respecto?
La muchacha bonita, la niña recargada sobre ese papel de china rotundo, atiende el celular. Tal vez curiosea en el Internet (en su muro del facebook); tal vez lee algún mensaje que alguno de sus amigos le envió. Se nota que es temprano, porque la sombra aún es tibia y ella lleva una bufanda gris enredada al cuello. ¿Cómo es el carácter de ella? Se ve armoniosa y sencilla (las cintas en sus brazos así lo advierten). Las cintas que lleva en “las muñecas” son cintas sencillas, pulseritas que no compiten en belleza con el cielo de Comitán. ¿Qué hacía ella sentada, tan temprano, en el parque? ¿A la hora en que los pajaritos están en búsqueda de un gusano para el desayuno? Si el lector observa con atención verá que la fronda del árbol que está detrás no tiene una sola ave. Todo mundo está en activo. También la muchacha bonita: ella ¡lee! Ya los sabios han dicho que jamás en la historia de la humanidad se leyó tanto como ahora. Es comprensible. El mundo tiene 7 mil millones de habitantes y muchos de ellos poseen un chunche como el que la muchacha bonita tiene entre las manos. Ya, también, el genio llamado Bill Gates nos dijo que el futuro de la tecnología está en el celular. El celular será el chunche que nos conectará con el mundo y, ¿quién lo sabe?, tal vez con el Universo. Esto lo sabe la muchacha bonita madrugadora, por esto atiende su chunche con tanta concentración. El mundo (el lector lo aprecia) se mueve, pero ella, la muchacha bonita está concentrada en “su mundo”.
Siempre que veo el escudo de Chiapas, con sus “leones rampantes” y la hendija llamada Sumidero recuerdo el verso de Enoch Cancino Casahonda: “Chiapas es en el Cosmos, lo que una flor al viento, célula infinita…”. Esta niña no lo sabe, pero se sentó al lado de un gránulo de esa célula de la cual también es parte esencial. Cada uno de los habitantes de esta tierra, más la puerta del templo, el ladrillo, la laja, la combi, el árbol, la nube, el cielo y las personas que esperan el transporte conforman esa célula que es como una flor al viento.