sábado, 12 de abril de 2014

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LA POESÍA ES COMO EL ALPISTE



Con un respetuoso abrazo a la familia Castellanos Pérez y Castellanos Macal,
por la ausencia física de Luis Eduardo, estimado comiteco.



Querida Mariana: ¿llena el alpiste? Paty tiene en casa una cotorrita australiana. Paty me enseñó a querer y respetar a los animalitos. Hoy los respeto tanto que soy vegetariano. Recuerdo que, de niño, lloré mucho cuando mataron a un conejito y lo sirvieron a la hora de la comida.
Paty prepara la jaula de la cotorrita, todas las mañanas. Coloca un periódico en la bandeja y, al pajarito, le pone agua y alpiste en dos compartimentos que la jaula trae integrados. Casi casi el agua lo sirve con gotero y el alpiste con una medida que más bien parece para alimentar hormigas. ¿Se llena la cotorrita con tan poca agua, con tan poco alpiste?
Los editores de libros publican ahora poca poesía. Los recitales de poesía tienen poca afluencia de escuchas. Cuentan que en la Rusia Comunista, los poetas llenaban estadios. Como si fuesen famosos jugadores de fútbol, los poetas eran aclamados. Acá en México la gente recuerda cómo nuestro paisano Jaime Sabines llenó el Palacio de Bellas Artes. Fue necesario instalar pantallas gigantes en el vestíbulo del Palacio para que la gente pudiera escuchar el recital. Los jóvenes (cuentan quienes vivieron tal prodigio) le pedían poemas a Sabines como si fuese un artista y complaciera con las canciones más escuchadas. Hay mucha gente que sabe de memoria poemas de Sabines. Pero, no todo mundo es Sabines.
Una mañana, el poeta Fernando Trejo decidió organizar un Festival de Poesía. Le llamó “Carruaje de pájaros” y convocó a poetas de toda la república mexicana. Este 2014 se efectuó la séptima edición del Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes de México. Fer tuvo el tino de incluir a Comitán en esta gira. Así, el 4 de abril, poetas de Baja California, Chihuahua, Ciudad de México, Guerrero, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, San Luis Potosí, Tabasco, Zacatecas y Chiapas compartieron su poesía en la tierra de Rosario Castellanos.
¿Con qué se alimentan los poetas? ¿Qué comen, qué beben? Bueno, los poetas, como cualquier mortal, comen y beben lo mismo que comen los demás seres humanos. Algunos son carnívoros y otros son vegetarianos.
¿Por qué Fer llamó “Carruaje de Pájaros” al Festival? Tal vez porque los poetas son como pájaros. Los poetas, al contrario del “Guazú” (que así se llama la cotorrita que está en casa), no permiten el encierro. Los poetas aman la libertad y son tan audaces que, algunos y algunas, trasponen las fronteras y vuelan más de la cuenta, vuelan por territorios que, en ocasiones, son parcelas llenas de piedras.
¿Sólo con pan y agua se alimenta el poeta? ¡No! El poeta tiene hambre de luz. Pero (todo mundo lo sabe) conseguir la luz no es sencillo. Para llegar a vislumbrar una línea iluminada es preciso que el poeta se arremangue el pantalón y la camisa y se interne por territorios que le son vedados al común de los mortales. Por esto, por esto, el poeta, a veces, camina por en medio de aguas negras y, en ocasiones, llega a comer mierda. Al poeta ¡no le basta el alpiste! Y yo lo entiendo, porque el alpiste es tan frágil, tan delicado. Por esto, siempre me pregunto si a las cotorritas del mundo les alcanza el alpiste. Tal vez no, tal vez por esto “el guazú” sigue prisionero en esa jaula, que está colgada en una pared de la sala de la casa. Si Paty le diera de comer algo más a este pajarito, tal vez éste lograra abrir la puerta de la jaula y recuperara su libertad. ¿De qué le sirve a la cotorrita tener alas si no puede usarlas en un espacio tan breve?
Me dio gusto ver, minutos antes de las doce, a un grupo nutrido de estudiantes de preparatoria ingresar al Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos. Su maestra, mi amiga Mallgualida Albores, los invitó. ¡Ah, el jardín del museo se llenó de luz con la presencia de los muchachos! Ellos estuvieron muy atentos a las lecturas y, al final, se acercaron a los poetas para platicar, para comprar libros y pedir autógrafos. Pensé, entonces, ¿con qué se alimentan los jóvenes para crecer? ¿Cómo le hacen para fortalecer sus alas y no permitir los encierros del espíritu? Estos muchachos, sin duda, se llevaron algo de luz en su corazón. Reconocieron que la palabra también puede servir para alimentar el alma. Hay palabras “sabritas” y palabras luz. Los muchachos de hoy (bueno, los muchachos de todos los tiempos) consumen y han consumido palabras chatarra que sólo los engordan y les provocan colesterol. Esa mañana, los jóvenes confirmaron que la palabra puede ser como una piedra que levita y juega en medio de las nubes.
Las ediciones anteriores del “Carruaje de pájaros” se han efectuado en Tuxtla Gutiérrez y en San Cristóbal. Fer, generoso, como siempre, pensó: ¿y si Comitán se convierte en sede? El Honorable Ayuntamiento de Comitán ofreció comida y cena para todos los participantes y Coneculta Chiapas brindó el hospedaje. De esta manera, Fer trajo el mar a esta tierra que, a veces, da la impresión de ser un páramo. La poesía llegó a Comitán.
El guazú es un animalito simpático. Cuando Paty se acerca a la jaula y le dice: “cotorrita, cotorrita”, el pajarito levanta su cabecita y las alitas las coloca en escuadra y camina hacia atrás, como si bailara, como si efectuara un ritual. Paty se emociona y le dice: “olé, olé” y el pajarito mueve sus patitas y va de un lado a otro, mientras repite, con una vocecita muy tenue: “cotorrita, cotorrita”. Paty se emociona más y me dice “y luego dicen que los animalitos no tienen inteligencia”. Paty le otorga la capacidad de inteligencia al animalito, porque, en efecto, el animalito pareciera poseer tal facultad. ¡Esta cotorrita es simpática! Pero no posee inteligencia, porque ahí sigue en el encierro. Pobre animalito apenas come granitos de alpiste. ¿Qué fuerza puede proveerle tal cantidad de “prodigiosos miligramos”?.
No todos los poetas vuelan. Hay algunos que apenas se levantan del suelo, que son como pájaros bobos. Pero hay otros, ¡Dios mío!, que, en su aparente fragilidad, camuflan el aire que son, la nube que los cobija. La palabra es como el alpiste, apenas alcanza para llenar. ¿No acaso todo mundo se queda callado ante un funeral? ¿Qué palabra untar en el corazón de los dolientes? ¿Cómo decirles que los queremos? ¿Qué decir ante el amigo que acaba de perder a un ser querido? ¿Qué palabras decir cuando uno está enamorado y el amor supera el tamaño del universo? La palabra no alcanza, es escasa, pero tiene la capacidad de vuelo. Cuando la palabra vuela en la voz de un verdadero poeta ¡es una saeta de luz! Y (se sabe) las saetas de luz abren hendijas a mitad del pecho de la más profunda oscuridad. Por esto, el 4 de abril, en Comitán, en el Jardín del Museo de Arte, la palabra fue como un colibrí juguetón.
Los comitecos somos exagerados. Cuando vemos a un amigo que hace años no veíamos decimos: “Uh, tenía como mil años que no te veía”. ¿Mil años? Pues mil años tenía de no ver a Francisco Magaña, poeta tabasqueño, amigo de mi amigo Jorge Filigrana Rosique. A Chico Magaña lo conocí en un encuentro de poetas que organizaba el Instituto Chiapaneco de Cultura, hace como mil años. Esa mañana, Jorge y yo fuimos a escuchar la poesía de Francisco. Chico no es chico, su estatura es enorme, su estatura física y su estatura poética. Chico es Premio Nacional de Poesía. Lo mismo Jorge Humberto Chávez. Jorge Humberto obtuvo en 2013 el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes. Este premio es el más prestigioso del país. Pues Jorge Humberto anduvo por estas calles de Dios. A Jorge Humberto lo conocí a finales del año pasado, en Zacatecas, en el Festival Internacional de Poesía que organiza la Universidad de aquel estado. En esa ocasión se rindió homenaje a nuestro poeta Óscar Oliva y se le concedió el Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde. Ya, querida niña viento, en una carta anterior te conté cómo me fue en ese viaje. Te conté de la belleza de la ciudad. Ana Corvera, poeta de Zacatecas (y quien ahora radica en Guadalajara) también estuvo en Comitán y leyó su poesía y alegró el espíritu y el ojo de todos los que la conocieron. Su piel tiene la suavidad del ópalo y la gentileza del aire al amanecer. ¡Ah, qué niña tan bonita y tan agradable!
El 4 de abril, la palabra jugó en estos cielos comitecos, se trepó a los árboles de tenocté y resbaló, cachonda y guapachosa, en las lajas de las banquetas de Comitán. Y como de jugar se trataba, Fer Trejo aceptó el clásico juego de la Arenilla en diez preguntas. ¿Qué respondió Fer a estas provocaciones juguetonas? Acá te paso copia.

FERNANDO TREJO
1. ¿Qué trae Trejo en la troje?
Trejo no trajo traje, pero Trejo traga trago.
2. ¿Hay generales en la poesía o todos son cabos?
Hay generales, muchísimos. Y un séquito de cabos siguiendo a los generales.
3. ¿Cuál es el objeto más amado que ahogas en tu corazón?
A mi primo Carlos Trejo.
4. Si caminas por un camino empedrado, ¿qué clase de diálogo sostienen tus pies?
Un diálogo cansado y pedregoso.
5. La palabra que está de moda, ¿qué tipo de vestido lleva?
Hipster, un vestido completamente hipster.
6. ¿Quién sube a un carruaje de pájaros?
Todo el pueblo en general, no solamente los hacedores de poesía sino todos aquellos que se alimentan de ello y leen poesía y aman el arte de las letras y de la literatura y, sobre todo, el arte poético.
7. ¿Para qué sirve un pájaro sin alas?
Para demostrar que uno puede volar a pesar de las limitaciones.
8. Si fueras teléfono ¿qué tono tendrías?
Uno pausado. Soy paciente, apacible.
9. ¿Repruebas la prueba?
No, no la repruebo para nada.
10. ¿Qué tipo de cartas envía un tahúr?
Místicas. A lo mejor amorosas. De todo tipo, porque un tahúr es el que mejor las maneja.
Posdata: ¿qué tipo de ave es un poeta? Como en botica ¡hay de todo! ¿Águilas? Contaditas, ¡pero hay! La mayoría son zanates, argüenderos, maravillosos, buscadores de frondas. Algunos son cenzontles y los escuchas (o lectores) disfrutamos de sus cantos a media tarde. Hay chinchibules y calandrias. Hay también pajaritos simpáticos, como el guazú. A la hora que cantan se echan para atrás, levantan la colita y la mueven como si fuesen abanicos.
Hay poetas que beben agua limpia, que beben vasos de luz. Hay otros que beben trago, se emborrachan, hacen desfiguros. Hay poetas que dan testimonios brutales de vida. El poeta Yáñez echó traguito el día que estuvo en Comitán, cuando le tocó leer, ya en la noche, estaba más para allá que para acá. Pasó a la mesa de lectura (parecía un zanate que hubiese vencido una tromba) y cuando le tocó hablar, dijo: “la verdad, ¡no quiero estar aquí!”, y se jalaba los cabellos mojados, porque esa tarde había llovido mucho y él se mojó. Estaba empapado. Su cuerpo y su espíritu estaban empapados. Y es que, querida Mariana, los pajaritos no tienen cómo resguardarse cuando la lluvia los alcanza en pleno vuelo.
Ana Corvera es un pájaro, es el pájaro que nace cuando la flama aparece.