jueves, 28 de mayo de 2015

¿CÓMO PUEDE DECIRSE JAIME?




¿A qué hora Jaime escribió el poema? Me refiero al poema “¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán?” El poema es un prodigio, está lleno de aire. Desde que lo leí pienso en Jaime y pienso en su poema. Pienso en la mañana que caminó por las calles de Comitán y se sintió papalote. ¿A qué hora escribió el poema? ¿En dónde? ¿Fue en Yuria, lugar también inflamado de aire y de juncia? ¿Estaba medio bolencón a la hora que lo escribió?
Algún lector podrá pensar que esto que pregunto es una intrascendencia, una bobera. ¿Para que el Molinari quiere saber a qué hora lo escribió y en qué lugar? Ahora ya es imposible saberlo. En vida debí preguntarle a él. A Jaime sólo una vez lo saludé. Yo estaba en la puerta del negocio de mi mamá, en el Pasaje Morales, y él caminaba, con un paquete de hojas debajo del brazo. Cuando lo vi supe que era una oportunidad para darle un ejemplar de un semanario que un grupo de amigos editábamos en aquel entonces. Entré al negocio de mi mamá y tomé un ejemplar de “Ensayos”. Salí y lo topeteé. Lo saludé y le di el ejemplar. Él se detuvo, vio el “Ensayos” y dijo que era bueno que se hicieran esos intentos de comunicación. Sonrió. Yo, con mi cara de pared sin grafitear, le dije que la palabra impresa era una posibilidad de vuelo. Me dio la mano, se la estreché (se la devolví, porque para qué quería su mano si a él le servía para escribir sus poemas) y él siguió su camino. Yo regresé al dintel de la puerta, me recliné y seguí viendo el paso de los peatones por el Pasaje. Ahora puedo decir que la única vez que saludé a Jaime fue en un Pasaje. Ahora lo leo. Desde siempre lo he leído. Me encanta la sonoridad de algunos de sus poemas. Como con cualquier creador hay algunos poemas suyos que me gustan más que otros (algunos se me hacen tontos y si no tuvieran el nombre de su autor los quemara en leña verde).
Si hago caso a la pregunta inicial “¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán? sé que la respuesta está en el poema mismo. Esa es la genialidad del poeta. Responde la pregunta con más preguntas donde el aire es una palabra que vuela por encima de los tejados y baja, como pajarito, a beber de las piedras de las calles. Desde que leí su poema supe que era un elogio supremo para este pueblo y supe que era una definición casi exacta. Muchos comitecos privilegian los cielos de Comitán, pero ¿qué sucede con su aire? Yo pregunto: ¿de dónde llega el aire? ¿Llega de la Ciénega? Cuando camino por mi barrio (Guadalupe) y bajo para luego subir y llegar al parque central, el aire, como si yo fuera un árbol enclenque, mece mis ramas con un ritmo que aún no acabo de descubrir.
¿Para qué saber a qué hora Jaime escribió ese poema maravilloso? ¿Para qué saber en qué lugar? A algún lector podrá parecerle un exceso, pero a mí me gustaría, igual que los ingleses tienen la costumbre de beber té a las cinco de la tarde, leer el poema de Jaime a la hora que fue escrito, sólo como una buena costumbre o como un ritual para bendecir la memoria de Jaime y para purificar el aire que, ahora, en estos tiempos, ya no huele a copal, ya no huele a juncia.
¿Para qué saber el lugar donde Jaime escribió el poema? Podrá parecer un exceso, pero a mí me gustaría hacer un altar ahí, un altar donde pasara el aire como pasa a través de las esculturas de Luis Aguilar y que contuviera un retablo con el poema grabado, para que los peatones sintieran que caminan por un pasaje y recibieran el aliento de la voz de Jaime y el espíritu alado del aire de Comitán.
Me gustaría que el mundo supiera que más que sus cielos, el aire de Comitán es lo que purifica el espíritu y otorga armonía. Ya el buen Jaime nos lo reveló, ya él voló su papalote en ese mar infinito.