lunes, 16 de enero de 2017

CUANDO EL CARIÑO SE PASA DE TUESTE




Mi padre se llama Augusto. En Comitán, algunos le decían Agusto, unos más le decían Tito. ¿De dónde el Tito? ¿De Augustito? Si a todo mundo se aplicara esta idea, entonces a Armandito, bien podrían decirle Dito. ¿Cómo, de manera afectuosa, le dicen a Emerenciano? ¿Emerencianito? ¿Y si lo llevan al colmo del afecto le dicen Anito?
Puede ser que así sea, porque a Roberto, también le dicen Tito, por lo de Robertito.
Algunas tías, ya en exceso de cariño, le decían Guto a mi papá; y había una tía, en especial, que derramaba miel y le decía Agutito, en una maravillosa combinación de Augusto y Tito.
Hay personas que aceptan lo empalagoso del cariño. Algunos no. Mi papá siempre recibió con manos abiertas todo el cariño de sus cariños.
Mi amiga Esperanza se enerva cuando su madrina Catalina le dice Lancha y la mamá de la madrina, ya en grado extremo de empalago, le dice Lanchita. ¿Cómo -grita Esperancita- se le ocurre compararme con una lancha?
Juan, que también es conocido como Juanito, dice que a él sí le molesta ese trato en diminutivo. Dice que los Franciscos deberían firmar una petición para que el Congreso decrete la prohibición de llamarles Pacos. ¿Cómo Pacos?, pregunta. En Comitán es tradicional hacer unas “dobladas” con frijol o chorizo con huevo para los “días de campo”, que se llaman paques o paquitos. Los paquitos son tortillas dobladas. Juan dice que le molesta escuchar que a don Francisco le digan don Paquito, como si fuera una doblada de chorizo con huevo. ¡Que el Congreso decrete que, cuando menos en Comitán, el nombre de paquito se aplique, única y exclusivamente, a esas delicias gastronómicas y no a las personas que son tocayas del de Asís!
¿Y a las Patricias?, insiste Juan. Pocas personas las mencionan con su nombre completo, porque ante el diminutivo Paty, el Patricia suena agresivo. Pero el colmo está cuando alguien llama Patita a la Paty. ¿Patita? ¿Como si fuese hembra del pato, del patito? Además, agrega Juan, pata también designa a la extremidad inferior de los animales. ¿Qué de cariñoso puede tener que alguien le diga extremidad inferior de animal a una mujer?
Mi tía Josefa se infartaba cada vez que su mamá la regañaba y le decía ¡Pepa! En Comitán, sin duda en muchos otros pueblos de América, la semilla de algunos frutos se llama pepa y, algunas mentes perversas y juguetonas, llaman pepa a la vagina de la mujer. ¡Ah, mi tía Josefa, hacía corajes de antología! Pero eso no quedaba ahí, porque tenía una amiga, muy afectuosa, que también era como un chimbo de dulce y empalagoso, y le decía: Pepita.
¿Cuántas Pitas existen? Miles, miles. Las Pitas vienen de las Lupitas y de las Pepitas.
¿Y Pitos? Menos mal que estos no están tan difundidos. En Comitán a los Caralampios les llaman Lampos o Lampitos. Si se aplicara la misma lógica, terminarían, en el extremo del cariño, siendo llamados Pitos.
Algunos comentan que los excesos son malos. El dicho popular menciona que ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. En cuestión de cariños pareciera que debería aplicarse esa norma. A veces el exceso de cariño puede resultar empalagoso, casi ofensivo.