martes, 17 de enero de 2017

¿GIRL SCOUT?




Si el lector ve con atención mirará que Rosario Castellanos no puede volver la cabeza. No puede ver qué sucede en su lado izquierdo, ni en el derecho, ni, mucho menos, volver la cabeza para ver qué pasa en la parte posterior. Tiene como tortícolis, como si hubiera dormido mal. Tiene el cuello tieso, tieso, como si fuese un pedazo de carne salada. Por eso, siempre mira hacia el frente, hacia donde está el Teatro de la Ciudad. Rosario no puede girar la cabeza y ver qué provocaba tanto alboroto, tanto ruido a su lado. Algo intuyó cuando escuchó que los pájaros que, por lo regular, arman borlote sano en las frondas de los árboles y en su cabeza, volaron como si un avión de guerra volara muy cerca de sus cielos. Rosario no alcanzó a ver que varios hombres y mujeres levantaron la carpa que acá se ve.
¿Será que esa incapacidad física no le permitió a Rosario advertir el instante en que su rostro era taladrado por el aire? ¿Será por eso que no se dio cuenta a qué hora el aire, poco a poco, se fue llevando partes de su rostro? ¿Para qué el aire se llevó el bronce? ¿A poco el aire hace nidos para sus polluelos con trozos de bronce? Bueno, tal vez el bronce del rostro de Rosario Castellanos tiene la levedad de la poesía, la ligereza de la luz, y esto permite que sus trozos sean como nubes para nido de las crías del aire.
¡Qué bueno que Rosario esté en la inmovilidad total! Qué bueno, porque así no se dio cuenta del instante en que colocaron esa tienda a su lado. Porque su casa debería solo estar llena de flores, de pájaros, de buenas intenciones, de sonrisas con aroma de juncia. ¿A quién se le ocurrió colocar este adefesio en el entorno de la comiteca más universal? Este tipo de tiendas son más propias de lugares donde el hacinamiento es la regla. Estas tiendas de campaña son para lugares donde las mariposas no hacen su santuario; estos adefesios son para lugares donde construyen túneles o los conscriptos son enviados para aprender la técnica de pecho a tierra. Estas carpas son más propias para festejos a mitad de la calle. Uno, con un poco de imaginación, puede imaginar que adentro hay mesas, hieleras, desechos de comida, catres donde algunos hombres, con camiseta a mitad de los prominentes vientres, duermen con la baba escurriendo, porque ellos atienden una cenaduría que abre sus puertas (¿cuáles?) en la tarde de festejo patrio, ya que esta carpa se colocó un día de celebración tricolor, porque por ahí, en el cielo, se escurren unas banderas mexicanas de plástico, de esas que hacen en China.
Cuentan que el pueblo donde creció Rosario Castellanos y donde bebió todo el numen de su producción literaria está considerado como un pueblo mágico; es decir, un pueblo que respeta sus tradiciones y se distingue de los demás pueblos que son pueblos planos sin gracia. ¿Qué pensaría Rosario al enterarse de esto y ver que su casa, el lugar donde está su ermita, huele a fritangas, a chorizo lleno de grasa, a humo?
Parece que en el pueblo de Rosario todo es confuso. Hay personas que la confunden. Algunos concesionarios del transporte se unieron y crearon un Sitio de Taxis Rosario Castellanos; un grupo de empresarios de la construcción le impuso el nombre de Rosario Castellanos a un fraccionamiento de casas de interés social; deportistas aficionados a la pesca celebran cada año un Torneo que lleva el nombre de la escritora.
Ahora, según se ve en esta fotografía, la confundieron de nuevo. Creyeron, tal vez, que Rosario Castellanos fue integrante de las Girl Scouts y levantaron una casa de campaña en el patio de su casa.
Esto es como si un grupo de personas levantaran una tienda de campaña al lado de la gruta de la virgen de Lourdes.
¿Por qué hay personas que insisten en colocar basura al lado de arroyos de agua limpia?