jueves, 26 de enero de 2017

UN MURO INVISIBLE




¿De qué lado del muro estás? Decí que estás de este lado, de este lado del muro. Porque siempre es así. Cuando hay un muro hay gente de este lado y del otro lado. Los muros dividen, separan. Alguien podrá pensar que la separación es nefasta, es brutal. Si pensamos en el Muro de Berlín, por ejemplo, pensamos en la terrible realidad que vivieron las familias que fueron obligadas a separarse. Pero no siempre es así. Hay ocasiones en que los muros son necesarios, porque del otro lado del muro quedan los monstruos. Pensemos en las ciudades amuralladas que se convirtieron en tales para evitar que los maleantes siguieran delinquiendo. Los del otro lado del muro eran los nefastos.
¿De qué lado del muro estás? Decí que de este lado del muro. Porque de este lado estamos los soñadores, los que construimos día a día el país.
¡Cuidado! Hay personas que, en apariencia están de este lado del muro, pero no son de los nuestros. Llamémosles infiltrados, agentes secretos, hipócritas, corruptos, vende patrias, porque están de este lado, pero su corazón y su espíritu están del otro lado del muro. Deberían estar de aquel lado.
¿De qué lado del muro estás? Decí que de este lado del muro. Acá en donde el sol es como un colibrí que no se cansa de libar en la flor de la esperanza. Decí que estás acá y que acá seguirás sembrando las utopías tan necesarias para tiempos de tormentas.
Hubo un tiempo en que los piratas llegaban a las costas y se apoderaban de las prendas más amadas de los pobladores. Eran delincuentes que no tenían patria, que erraban por los mares y cuya única posesión era un barco, cáscara de nuez a la deriva. ¿Te parece conocida esta historia? ¿La comparás con algo que ahora está cercana a nuestros tiempos? Piratas errabundos.
¿De qué lado del muro estás? Decí que estás en este lado. Acá en donde los niños juegan con columpios, donde el cielo sigue siendo un campo de entrenamiento de gaviotas y de chinchibules. Decí que siempre estarás de este lado, acá en donde los campos huelen, todavía, gracias a Dios, a manzanilla y a canela.
No había muro. Ahora lo hay. ¡Qué bueno! Porque de este lado quedamos los que tenemos alas, los que acompañamos con coros la voz diaria del universo.
¿De qué lado del muro estás? Decí que de éste. Acá en donde las recetas son herencia de las abuelas y los legados son los cuadernos de los abuelos. Acá en donde los libros de historia cuentan leyendas y las leyendas cuentan historias.
Ahora hay un muro. ¡Qué bueno! De este lado quedamos los que abrimos ventanas en todos los cielos.
¿De qué lado del muro estás? Decí que de este lado del muro. Y acá construirás tus deseos y darás forma al techo donde tus hijos crecerán alejados de los garfios de los monstruos y de los delincuentes.
Sólo tené cuidado, porque acá, de este lado del muro, hay muchos infiltrados. Buitres con piel de oveja que hablan amores de esta tierra y comprometen su palabra con el corazón de los nobles, pero, que en realidad son como aquéllos que, cínicos, confiesan: “Amamos a los mexicanos, pero primero están los intereses de nuestra nación”.
¿De qué lado del muro estás?