A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en mujeres que son como pasaporte vigente y mujeres que son como llanta ponchada de tractor.
La mujer pasaporte tiene alas en cada una de sus páginas. No es mujer de un solo hombre, porque es más interesante conforme su piel acumula más sellos.
Está llena de amaneceres, de rocío salpicado con miradas de arco iris. Sus durmientes han recibido trenes de vapor y eléctricos; y sus mares ¡barcos de todo calado!
Nadie puede detener su vuelo, sólo la policía fronteriza es capaz de marcarle el alto, pero ella usa esta pausa para pintarse el rostro que despierta tantos deseos.
Cuando llega a una playa se extiende como catre y deja que la marea juegue con ella. Los historiadores más avanzados sugieren que Hitler conoció a una mujer pasaporte, por ello decidió que el mundo sería mejor sin fronteras.
Ella sueña en todas las lenguas y en todas las aguas. Su misión en la vida es el tendido de puentes a cada instante. Sólo a algunos hombres les permite que le exijan visa. Por los cuerpos de los demás hombres viaja como Pedro por su casa.
Los estudiosos de la literatura cuentan que Kafka escribió una versión femenina de “La Metamorfosis”, donde Goya Samsa despertó convertida en una cucaracha que soñaba con ser águila.
Su palabra más querida es: fuga. Por esto siempre parece estar constantemente perseguida. Lo cierto es que ella es la línea más terca de la carretera, la que le da sabor al misterio.
Ella prefiere un hombre que la refrende constantemente, que juegue a ser un país en temporada alta, que juegue a tocar su puerta de viento para que ella diga: “¡pasa!” y luego cobre el porte.
Ella prefiere un hombre con sonrisa de Las Vegas, con caricias del Sahara y con sortilegios del Mar Muerto. A las diez de la noche pide que le descongelen el Antártico y que le prendan el Faro de Alejandría; a las doce de la noche le gusta que le desarmen la Torre Eiffel y le resanen el Pont des Arts; a las dos de la madrugada exige que le repinten la Capilla Sixtina y le compongan la Quinta Sinfonía, de Beethoven.
Es mejor aquélla que fue expedida recientemente y tiene vigencia de tres años; aunque puede ser una experiencia interesante caminar al lado de una que vivió los tiempos en que el PRI era la Dictadura Perfecta.
El amado debe tener cuidado de no llevarla a arenas movedizas ni a los puentes de Praga, ambos territorios atan las cuerdas de sus barcos.
Le encanta que, a la hora de amar, su amado le ponga sonidos de barcos zarpando de los puertos o sonidos de silbatos de tren en subida. Su papel favorito es el papel arroz y le encanta subir a las cimas para ver los atardeceres. Siempre tiene listas sus maletas y jamás rehúye alguna invitación para subir al Himalaya o para viajar al infierno en compañía de los cantos de Dante.
Si alguien le exige elegir una temporada ideal, ella cierra los ojos y dice que todo el año para ella es verano.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como la falta de costumbre, y mujeres que son como el exceso a la hora de gemir.