viernes, 7 de octubre de 2011
DE LAS LUNAS
Con un respetuoso abrazo a las familias
Guillén Cota y Guillén Castañeda, por la ausencia física de don Marianito.
Octubre posee diversas lunas. Para los creyentes es un mes dedicado a San Francisco de Asís. Hay, aunque cada vez es más escasa, gente que, como el santo: “desea poco y lo poco que desea lo desea poco”. Para quienes tienen espíritu aventurero, octubre significa “descubrimiento” y ahí andan como Colón tratando de encontrar una nueva ruta para llegar a las indias o a las mestizas o a las que vienen del otro lado del mar. Para quienes la palabra sigue siendo viento para limpiar los cielos brumosos, el Concurso Nacional de Oratoria “Dr. Belisario Domínguez”, es una oportunidad para sembrar esperanzas. Resulta un acierto constatar que el Ayuntamiento de Comitán 2011-2012 rescató este certamen que pondera los méritos del héroe comiteco y recuerda la importancia de la libertad en tiempos atribulados.
Para los románticos -aún existen, aunque lo duden- octubre es el mes de la luna más hermosa, del cielo que envuelve a los espíritus que se sientan debajo de los cipreses y recitan aquello de: “Yo puedo escribir los versos más tristes esta noche”, o aquel versecillo que dice que “El amor es el silencio más fino”. ¡Ah, el amor, ah, octubre!
Para don Neto, octubre es el mes en que se intensifica su dolor de huesos; la humedad y la cercanía del frío comienzan a untarle alfileres en su esqueleto.
Doña Eufrasia, cuando ve la señal en el cielo, entra a su cuarto y elimina la hoja que tiene el mes de septiembre en el calendario. El movimiento que realiza con los ojos cerrados -desde hace sesenta y cinco años, que inició al cumplir los quince- es un movimiento exacto: toma la hoja por la parte central, con los dedos pulgar e índice y da un tirón hacia abajo; abre los ojos y descubre la palabra Octubre, mes en que comienza un nuevo año de vida (ella nació el 30 de septiembre, a las once de la noche con cincuenta y nueve minutos).
Hay una parte de la población mundial que ignora a San Francisco y a los descubridores; gente que le vale un comino la luna que cuelga en el cielo, así como ignora quién fue Belisario Domínguez y porqué su mano derecha es como una tea revolucionaria, pero que tiene a octubre en la agenda de su pensamiento por la entrega del Premio Nobel. Y dentro de esta fauna extraña, resalta la supuesta minoría que está pendiente del escritor que recibirá el Premio de Literatura. El tiempo se va con la misma rapidez con que el agua de Mario Vargas Llosa se hizo hilo. Siempre es así: ¡muerto el Rey, viva el Rey! En este 2011, Latinoamérica y la lengua española están eliminados de antemano. El Nobel de Literatura corresponderá a otra lengua. Escribo esta Arenilla horas antes de que se conozca el nombre del ganador, por esto, ahora que el lector lee esta línea ya sabe quién obtuvo el premio.
Dentro de la minoría de gente interesada por saber el nombre del ganador del Nobel de Literatura, existe también una minoría snob que corre a las librerías, año tras año, a conseguir los libros del premiado o a revisar las páginas del Internet que brindan información del autor y de su obra.
Pero como el tiempo es una hoja en caída libre, una mañana, Don Neto se colocará frazadas en sus piernas, abrirá la ventana y el renuevo en una rama de durazno le dirá que el frío se ha retirado. Así, el nombre del nuevo ganador del Nobel se perderá en los laberintos de las líneas de sus libros y la emoción será un animal en hibernación. Será hasta el otro año que los románticos esperarán la luna de octubre y recitarán aquel verso que dice: “El día que me quieras, para nosotros dos, cabrá en un solo beso la beatitud de Dios”. Será hasta otro octubre cuando un escritor reciba el agua lustral que lo bendecirá para siempre.