lunes, 30 de enero de 2012

LOS QUE ESCRIBEN SOBRE EL MURO DEL AIRE




Lo he leído en varias ocasiones y lo escucho frecuentemente en voces de escritores. Cuando “Rayuela” apareció medio mundo dijo que era una novela que estaba en el aire. El otro día prendí la televisión en el canal 11, en el programa de entrevistas de Cristina Pacheco; su invitado, un escritor de renombre, dijo que cuando leyó “Rayuela” pensó que él podía haberla escrito. El propio Julio Cortázar confesó que recibía cartas donde lectores decían que él les había “ganado” la idea. Un tipo dijo: “Me robaste la novela”. ¡Bah, qué declaraciones tan estúpidas, qué lectores tan ignorantes, qué aspirantes a escritores tan soberbios! Entiendo que esas declaraciones son como declaraciones de amor y de admiración ante lo que Julio creó, pero no dejan de ser como hojas secas en medio del césped fresco.
En una de éstas resulta que también alguien declarará que pudo haber escrito La Biblia, porque “estaba en el aire”.
¡Esto del aire es un elemento obvio! ¡Todo está en el aire! Desde el polvo que viene del excremento al polvo eterno que da la vida.
Sólo Cortázar pudo escribir “Rayuela”, como sólo Gabriel García Márquez “Cien años de soledad”. Borges comentó por ahí que los cuentos de Cortázar no admiten síntesis porque lo importante no está en la anécdota sino en la palabra. Por esto sólo Cortázar pudo escribir “Rayuela” con la genialidad que esta novela desborda. Por esto, también, Cristina Peri Rossi, amiguísima de Julio, dice que, de los escritores del boom latinoamericano, Cortázar fue a quien los lectores más amaron.
¡Todo está en el aire!, pero falta pericia y humildad para pepenar esos ríos que, como pájaros, pasan frente a nosotros. En Chiapas aún está latente un “boom”. Los lectores chiapanecos no descubren a sus autores, tal vez porque los autores no encuentran a sus lectores. Los tirajes de novelas y libros de cuentos escritos por chiapanecos son mínimos. ¿En qué corazón cabe la cifra de un tiraje de 500 libros para una población superior a los cinco millones? Cuando un libro tiene un tiraje de mil ejemplares, el tiraje se considera generoso. No obstante, las bodegas están repletas de libros rezagados. Quiere esto decir que ni siquiera esos mínimos tirajes se agotan; quiere esto decir que los chiapanecos no leen a los autores de estas tierras.
¡Todo está en el aire! Sin embargo, quienes deben dedicarse a la difusión del libro no completan el círculo. Los departamentos editoriales de organismos públicos hacen la labor de corrección y publican libros (bien cuidados y, en ocasiones, de calidad), pero olvidan el último eslabón: el de la distribución. El otro día Jorge Aguilar Gómez me preguntó dónde podía conseguir la novela: “Sangre en la niebla”, de Heberto Morales Constantino. ¿Dónde? En Comitán ¡no!
Tal vez pronto, los autores chiapanecos deban ofrecer libros digitales y los lectores comprar los lectores electrónicos para su lectura. El maestro Crispín Günther, quien ya tiene su tableta, me cuenta que este chunche es ¡una maravilla! La consigna de estos tiempos es: “Compra, descarga y lee”. Así de fácil, como quitarle una pluma a un loro tartamudo.
¡Todo está en el aire! Pero es preciso el talento para ver por dónde están los caminos que conducen a la “Rayuela” del siglo XXI.