sábado, 2 de junio de 2012

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO HAY GENTE QUE LE BUSCA LA CUADRATURA AL CÍRCULO


Con un abrazo respetuoso para José Antonio Aguilar Meza,
nuestro presidente, por su cumpleaños.



Querida Mariana: el Centro avanza. ¡No!, no hablo del avance de los Andadores del Centro, ni de la búsqueda infinita del hombre por alcanzar la armonía del Centro. Hablo del Centro Comiteco de Creación Literaria.
Te cuento esto porque vos te has resistido a asistir. Sé que sos como Borges, que se enorgullecía más por lo que había leído que por lo que escribió. Una certeza es que no a todo mundo le gusta el fútbol, por lo que es muy comprensible que no a todo mundo le guste escribir. Esto tiene que ver con afinidades culturales y con capacidades. No todo mundo nació para ser “Chicharito”, así como no todo mundo nació para ser Gabriel García Márquez. A vos y a mí no nos une la escritura, pero sí, gracias a Dios, nos une la lectura y es una bendición compartirla. Tal vez sos como Aurora Bernárdez, la primera mujer de Julio Cortázar, que no escribió, para que en la familia sólo hubiese un escritor: ¡el enormísimo cronopio! Me das chance que yo sea el escritor.
Hablo de Borges porque sé que vos, igual que él, sos fanática de los cuentos policiales. Pues, ¿qué creés? Ahora los integrantes del Centro están metidos en un proyecto de escritura de cuentos policiales. Sí, es un hecho inédito en nuestra ciudad (El Nuka dice que Mario Escobar tiene escrito un cuento policial). El cuento policial es, tal vez, el más complejo. Si de por sí la escritura de cuentos requiere de un rigor ausente en la escritura de la novela, escribir un cuento policial exige una estructura estricta. El cuento policial clásico contiene elementos que no pueden excluirse y que deben tratarse con una precisión de bisturí de médico sobre la panza de un paciente: un crimen, varias pistas sobre el posible motivo del hecho y un detective (son famosos los ayudantes de éste).
A los lectores les encanta estos cuentos donde debe resolverse un misterio. Un buen cuento policial nos atrapa desde las primeras líneas y no queremos parar de leer, porque deseamos conocer el desenlace.
Existen miles de escritores en el mundo, pero la relación de escritores que escriben cuentos policiales es reducida. Esto es así porque el cuento policial no es sencillo. Y ahora los integrantes del Centro Comiteco de Creación Literaria andan metidos en un proyecto de escritura de cuento policial. ¡Pucha, nadita! Y lo más interesante es que apenas llevamos tres sesiones en el proyecto y ya están asomando los borradores de lo que prometen serán ¡textos muy dignos! ¿Lo mirás? Por primera vez en la literatura comiteca aparecerán ¡detectives comitecos! ¡Ah, sería maravilloso que alguno de ellos llegara a convertirse en un detective tan famoso como Sherlock Holmes (creación de Arthur Conan Doyle) o como Hercule Poirot (creación de Agatha Christie)!
Carlos, Rosy, Paty, El Nuka, Pedro, Samy y Pepis andan metidos en el ajo. A ellos les he pedido que no desmayen. La labor no es simple, ni sencilla, pero como al Centro llegamos a jugar, siguen -con mucho ánimo- jugando a inventar detectives. Pedro ya tiene boceteado al “Ratón”, un joven abogado que ante el asesinato de su amigo “El coimís” (mesero de una cantina) tiene que hacerla de investigador para descubrir al asesino.
El Nuka ya tiene el cuento policial en la mano. Le faltan amarrar algunos hilos para que aparezca el primer cuento policial comiteco (El Nuka llegará a ser uno de los mejores escritores de Chiapas, si se dedica con disciplina a cultivar su talento innato). En su cuento aparece un elemento muy propio de México: el toloache.
Rosy y Paty ya tienen el primer borrador de sus historias, les hace falta el proceso de revisión. Los más rezagados son Carlos (ahora anda metido en el ajo de su titulación como Licenciado en Historia) y Pepis (quien trabaja de manera más lenta, porque así se lo exige su “de por sí”, pero que, siempre, nos sorprende con textos muy dignos. Hasta el momento, ella es quien ha escrito el soneto más luminoso). Samy aún no se decide, pero aporta elementos importantes en la crítica de los textos.
Son escasos los nombres de escritores mexicanos de cuentos policiales, pero son de mucha calidad. Mi maestro de cuento: Rafael Ramírez Heredia (ya fallecido) nos legó un detective entrañable: Ifigenio Clausel, “If”.
El otro día, en el Centro, alguien comentó que resulta difícil pensar en un detective mexicano dado que acá los casos policiales están enredados en una nebulosa por parte de los encargados de impartir justicia y por una ineficacia en caso de quienes investigan los sucesos. Al final, los integrantes del Centro coincidieron en que esa indolencia es elemento para comenzar a dibujar al personaje. Sí, tal vez nuestros detectives comitecos ficcionales serán chaparrritos, con un apodo (¡por supuesto!), tendrán manías especiales, formas inequívocas de lenguaje, comerán tzizim, butifarras y, tal vez, se echarán unos sus pitutazos de “comiteco”. Nuestra literatura no puede imitar a personajes como Sherlock Holmes, debe crear sus propios personajes con características autóctonas. El fin supremo de la literatura es convertir la aldea local en aldea global para que las características de un pueblo se vuelvan universales. Esto han hecho los grandes escritores. Cuenta Gabriel García Márquez que cuando leyó a William Faulkner se dio cuenta que la descripción de esos pueblos norteamericanos tenía mucha similitud con los pueblos de Colombia, así que decidió escribir acerca de su pueblo: Aracataca e inventó Macondo. Los escritores comitecos no tienen más cometido que escribir de este pueblo para hacerlo universal. Por esto no me sorprende que los textos de Pedro y de El Nuka estén ambientados en La Pila, en ambos aparecen los chorros que de manera permanente iluminan con su hilo de vida y con su tambor discreto el alma de ese barrio. Y no es casual porque, según la leyenda, Comitán ahí tuvo su origen. Por esto, tampoco es casual, que el santo más querido del pueblo tenga ahí su santuario. San Caralampio bendice esa agua y los patios de sus casas y los salones oscuros de sus cantinas. Y ahora, los narradores comitecos, integrantes del Centro, también injertan el origen del cuento policial comiteco en ese territorio entrañable.
El Centro tiene quince meses de funcionamiento. Ya te he contado que el Centro nació de una propuesta de la Universidad Mariano N. Ruiz auspiciada por el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012. La historia consignará que nuestro presidente tuvo la sensibilidad para crear este Centro que ha permitido canalizar los deseos y aptitudes de nuestros escritores. En la primera etapa del Diplomado acudieron los más connotados poetas y narradores chiapanecos a compartir su talento; en esta segunda etapa los integrantes aplican los conocimientos adquiridos para realizar un proyecto de libro.
En el camino, por desgracia, varios integrantes han desertado. Danik e Itzel eran estudiantes del Cbtis 108 cuando se integraron al Centro, pero meses después se retiraron porque se inscribieron en la Universidad (Danik a Puebla e Itzel a Tuxtla). Una pena porque ambas son dos niñas muy talentosas y entusiastas; cuatro muchachos estudiantes de la Universidad Autónoma de Chiapas acudieron como parte de una disciplina especial relacionada con el arte y cuando concluyó su compromiso ya no regresaron. A partir de septiembre iniciaremos con una nueva generación. No tengo duda que el próximo presidente municipal apoyará decididamente este proyecto que le hace bien a nuestra sociedad. De todos los integrantes, Pedro ha sido el más responsable y entusiasta. No ha faltado a ninguna sesión (incluso el día de su cumpleaños llegó para estar un rato con nosotros a partir su pastel).
Sin el apoyo de José Antonio Aguilar Meza este sueño hubiese sido un globo desinflado. Él le inyectó aire. ¿Cómo puede medirse el avance de un proyecto de esta naturaleza? No es mensurable en términos estadísticos. El arte corresponde a la esfera del espíritu. Pero, el presidente municipal, en este rubro de su administración, puede estar satisfecho. Prendió un gajo de arte en el árbol de nuestro pueblo. Tengo la certeza de que estos rebrotes se multiplicarán en el porvenir y más flamas iluminarán este pueblo que, a veces, quiere oscurecerse.
El Centro avanza con pasos firmes y sostenidos. Vos y yo hemos platicado en varias ocasiones que nuestra patria necesita, ¡con urgencia!, actividades que contrarresten la zozobra en que está metida. Un camino sin piedras es sembrar arte en la mente y en el corazón de todos los chiquitíos y de todos los jóvenes.
Yo te quiero mucho, porque te admiro, porque sos una niña comprometida con tu patria. Sos buena estudiante y sos una lectora prodigiosa. La lectura te ha permitido alimentar la semilla más luminosa: ¡la imaginación! Que Dios siempre elimine los abrojos de tu senda y haga lo mismo con los caminos de todos los comitecos.

Pd. El otro día, Carlos Marroquín, editor de la Sección Cultura de “El Heraldo de Chiapas”, me preguntó: ¿Cómo se fomenta la lectura? ¡Por contagio!, fue mi respuesta inmediata. Un día de febrero de dos mil once, Comitán creó el Centro Comiteco de Creación Literaria, a partir de ese día, los miércoles de cinco a seis y media de la tarde, muchos muchachos (y algunos ya mayores) se han contagiado de literatura y del acto creativo. ¿Cuántos pueblos en México cuentan con estos espacios? Coneculta Chiapas propicia estos talleres, pero lo hace sólo en las ciudades principales (Tapachula, Tuxtla, San Cristóbal y Chiapa de Corzo). ¡Uf, Comitán nunca ha estado incluida! ¡Que los coneculteros con su pan se lo coman, por habernos ignorado! Estos talleres se efectúan una vez por mes. Acá lo hacemos cada semana, porque el contagio se da con la asiduidad. El oficio maravilloso de escritor requiere una esencia fundamental de la vida: ¡disciplina! Los integrantes del Centro ya se apropiaron de ese valor y escriben, escriben, escriben sin desmayo. Algún día “por sus frutos los conoceréis”. Todos buscan el Centro de su espíritu, el mandala universal.