miércoles, 25 de septiembre de 2013

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE TODO ES COMO UN RENACIMIENTO





Hay una comunidad que se llama Bajucú. Bajucú fue una hacienda. Cuentan que la propietaria, doña Chayotona, era una mujer bragada y déspota. Cuentan que explotaba a los indios. Llegaba a las chozas y les quitaba tortillas a las mujeres indígenas. Un día, esa hacienda, de cientos de hectáreas se convirtió en ejido y la casa grande pasó a formar parte de la comunidad. Lo que fue espacio de ignominia hoy está convertido en un espacio lleno de luz, ya que es un bachillerato donde acuden muchachos de la comunidad. En esta fotografía se aprecia un tramo del corredor principal. Las columnas son de madera, madera con grietas; el piso es de ladrillos, ladrillos con arrugas. Estos dos elementos son testigos de los hechos acá narrados. Si algún vidente pasara las manos sobre el piso y sobre las bases de las columnas podría contarnos cómo era la vida en ese tiempo. ¿Doña Chayotona se sentaba en la poltrona y, desde ahí, miraba cómo los indios trabajaban para ella? ¿Cuál fue el goce de esa mujer al acumular tanta riqueza?
La columna del primer plano está abierta. Está ya inclinada, casi a punto de derrumbe. El tiempo la ha abierto como si su cáscara fuese de nuez. Está abierta en la base, abierta en su cilindro. ¿Qué sucederá cuando el pilar se abra en dos? ¿Qué mostrará en su interior? ¿Será que sólo brotará la tierra que, como agua, comienza a chorrear en su base y que parece llenar el interior del bote que hace las veces de maceta?
Si el lector ve con atención observará que todo es exuberante. Exuberante el verde que circunda el patio, exuberante el blanco y negro de los pilares, exuberante el rojo deslavado de los ladrillos. Siempre fue así, exuberante la talega llena de monedas de oro que acumuló la vieja, exuberante la miseria de los hombres del maíz, exuberante el cielo siempre azul de Bajucú.
¿Qué acción provoca la fractura del pilar? ¿Es el comején del tiempo? ¿Es la afrenta que ya se abre a la luz para exorcizar la penumbra de antes? Ahora, los muchachos tojolabales ríen y corren en los patios; aprenden la ciencia y el arte en las aulas. Los salones, que antes fueron espacio exclusivo de la Doña, hoy son ventanas para un sueño de libertad. ¿De veras ahora los hombres originales son dueños de estos espacios? No lo sé. Cuando menos ahora los muchachos ya no tienen que pagar el derecho de pernada; ahora ya no son sujetos de las tiendas de raya. Ahora, ellos, en el viejo horno de la hacienda, preparan pan y salen a venderlo en la comunidad, y el fruto de la venta es para ellos.
La grieta de la columna es como un llave donde, en lugar de agua, brota la tierra, negra, oscura, como la noche del siglo anterior. ¡Dios mío! ¿Qué pasará a la hora que el manantial se agote y sólo el aire comience a salir de esa llave? ¿Qué cubeta sirve para contener el aire que mana libre? ¿Qué cielo es tan azul para el verde del patio? ¿Y si doña Chayotona “enterró” las monedas de oro en cada uno de los pilares y ahora, por esto, las columnas se abren en intento de parir luz? ¡Ay, el Arenillero, qué iluso, qué tonto, qué azul tan deslavado!