jueves, 4 de enero de 2018
CASAS HECHAS CON PET
Clara Luz Conde Ramos se incorpora a la relación de amigos especiales de los lectores de Arenillas. ¡Gracias! Ya un día dije que Maricruz es primer lugar en “compartición” de Arenillas. Agradezco mucho esa complicidad, porque permite que mis textillos lleguen a más ojos, a más mentes, a más corazones.
No sé cómo le hace Clara para hallar Arenillas viejas. Hoy, por ejemplo, hallé en el muro de Clara una Arenilla que publiqué hace dos años. No sé cómo, la halló y volvió a subirla a la red. Ella, entonces, es una gran ambientalista literaria, porque recicla textillos. De manera optimista pienso que ella lo hace porque considera que no es justo que esas Arenillas permanezcan en el basurero cibernético. El acto que realiza es como lanzar una pregunta: ¿Estos textos viejos pueden todavía crear alguna emoción?
No sé si algún amigo de Clara se acerca a las Arenillas y las lee (¿cómo saberlo?). Lo que sí sé es que estas Arenillas reviven, gracias a la mano de ella. Su labor (la agradezco en el alma) es hurgar en la tierra y hallar plántulas que, por falta de agua, están escondidas, ya secándose, ya durmiendo el sueño de los justos, o de los injustos. Ella (bendita mano) les echa un poco de agua y vuelve a implantarles renuevos y ellas (plántulas nobles) sacan su carita fresca y reciben, de nuevo, los rayos del sol.
Digo que agradezco este gesto porque me demuestra algo que es importante para mi labor: la certeza de que las Arenillas ¡no caducan! Los textillos contienen algo que los hace vitales por siempre. Esto es bueno. Siempre he dicho que muchos textos periodísticos son como cerillos: dan luz por un instante y luego se apagan. Todos los escritores deseamos escribir un texto que rebase la temporalidad del periódico diario.
La importancia de un reciclado periodístico es que, por encima del polvo acumulado, aún tenga brillo. ¿Lo logran mis textillos? No lo sé.
Lo que puedo decir es que, hace pocos días, escribí acerca de una publicación reciente: “Entretejas. Artículos periodísticos”, de Luis Armando Suárez Argüello, y privilegié lo que acá expreso: La posibilidad de trascendencia. Los textos que Luis Armando escribió en el periódico (periódico que sirvió para limpiar cristales y para envolver un kilo de aguacate) dio el salto hacia la gran tribuna: El libro. Ahora, esos textos están (cuando menos en mi casa) colocados en un sitio de honor en un librero; ahora (bueno, dentro de poco) el libro estará en los estantes de bibliotecas, a disposición de cientos de lectores.
¿Cuántas Hemerotecas existen? No sé el número exacto, pero deben ser muy pocas en el país. ¿Bibliotecas? Ah, por fortuna, son muchas más en todo México. Esto tan obvio indica que los libros tienen más importancia que los periódicos. Las hemerotecas son para expertos, las bibliotecas son para todo mundo.
Lo que Clara hace al reciclar mis textillos es airearlos; amarra el hilo y vuelve a elevarlos como papalotes.
Hay días entonces, como hoy, que los amigos lectores de las redes sociales tienen dos Arenillas para leer: la que escribo para el día y la que Clara recicla. A veces caigo en la tentación y le doy una vuelta a la Arenilla reciclada. ¿Yo escribí eso? Y a veces, mortal después de todo, me siento orgulloso porque lo que ahí escribí algo bueno injertó en algún lector.
Me da gusto ver que mis Arenillas no son como manzanas podridas, echadas a perder. Me da gusto constatar que algunas (espero que muchas) resisten el paso del tiempo, que (se vale el lugar común) son como los vinos: ¡ganan en sabor!
¿Cómo le hace Clara para hallar esas antigüedades? No lo sé. Por esto, con permiso de todos mis lectores, digo que Clara Luz Conde Ramos es Primer Lugar en Reciclado de Arenillas.