domingo, 3 de septiembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON DUDAS

Querida Mariana: sé que el mundo tiene misterios. Misterios complejos y sencillos, desde el origen del universo hasta el de cuál fue primero: el huevo o la gallina. En los últimos días un misterio asoma con frecuencia en mi ventana: cómo estas cartas, dirigidas exclusivamente para vos, llegan a otras manos. El otro día me topé con un querido amigo y, un poco en tono de broma, pero con mucho de cierto, me dijo que ya andaba fastidiado de leer tus cartas todos los días. ¡Qué! Primero pensé (perdón, mi niña amada), en un acto de deslealtad de tu parte. Pensé: “mi niña le pasa copia a fulano”. Y fui más allá, ¿cuál es el interés de mi Mariana para que comparta algo tan íntimo? Vos sabés que lo acá dicho es una manifestación de mi cariño. A vos te digo cosas que jamás diría en voz alta, en público. Lo sabés, los seres humanos tenemos códigos de comportamiento. Hay cosas que son delicadas y no se cuentan con todos. Luego me dije que era un absurdo pensar que vos le pasaras copia de mis cartas a este amigo. ¿Entonces? Pensé en los llamados Hackers, ahora andan metidos en todos los chunches tecnológicos. Dije que algún delincuente cibernético robaba las cartas que te envío y las diseminaba con sus contactos. No sé el morbo que esto provoca. Lo entendería si yo o vos fuéramos integrantes del FBI o compartiéramos información considerada Top Secret. Pero, mis cartas son bien domésticas. Ni siquiera incluyen Packs, porque no estoy para andar mostrando miserias. ¿Cómo y por qué a este amigo le llegan las cartas que te mando? No lo sé. Al final, cuando nos despedimos le sugerí bloquear el remitente. ¿Ya estás harto de leer las cartas que le envío a mi niña? Quemalas, borralas, botalas, dales la extremaunción antes de que aparezcan. Sé que eso puede hacerse. En una ocasión bloqueé el número de un supuesto amigo que sólo enviaba mensajes bobos y agresivos. Estos tiempos son excelsos, nos permiten tener información de todo el mundo, pero también son tiempos peligrosos. Hasta donde es posible procuro tener cuidado con la información que recibo en el teléfono celular. Los expertos en cibernética recomiendan tener mucho cuidado en aportar datos que puedan comprometer la tranquilidad. Por eso, en mis cartas trato cosas confidenciales, pero sin llegar a develar los misterios de nuestra relación. Cuando vos y yo estamos frente a frente, sin micrófonos ni cámaras entonces sí platicamos galán. ¿Por qué entonces la necesidad de escribirte todos los días? En areni-ya.blogspot.com que sólo vos y yo conocemos tengo ya más de cuatro mil seiscientos textos. ¿Imaginás lo que esto significa? Echale en promedio que cada carta me lleva una hora en su redacción, estoy hablando de cuatro mil seiscientas horas, esto, de acuerdo con Pitágoras y el calendario gregoriano, significa que he estado frente a la computadora 191 días sin pausa alguna, sin comer ni levantarme para ir a hacer pis o para dormir. He sido como una máquina, pero con inteligencia natural. En fin, lo que quiero decir es que dedico muchas horas pensando en vos, compartiendo mis intereses, mis sueños, mis vivencias. Me encanta platicar lo que veo en el día a día, lo que vivo en nuestro pueblo. Te comparto mis obsesiones y mis deseos, pero estas cartas ¡son para vos! Sí, al final le dije al amigo que bloqueara los envíos de mis cartas. Ya no se lo dije, pero pensé que esas cartas son sólo para vos. Tengo el privilegio de que vos las esperás cada día. Vos has sido una generosa destinataria. Conozco casos de compas que escribieron cartas a sus amadas y fueron ignoradas por ellas. Para no ir tan lejos ahí tenemos el caso de Rosario Castellanos y Ricardo Guerra. Imagino el frentazo contra pared que se dio Rosario cuando halló que el rimero de cartas que le envió a su amado Ricardo estaba sin abrir. El tipo recibía la carta, la colocaba sobre el bonche y ahí la olvidaba. Ricardo no desechó las cartas. El gran filósofo sabía que esas cartas tenían un valor especial porque fueron redactadas por la gran escritora, pero no valían nada sentimentalmente. Claro, ahora, los lectores de Rosario agradecemos que ese bonche de cartas no se haya perdido, así tenemos un testimonio maravilloso de un cacho de la vida de Rosario. Posdata: sé que vos leés cada una de las líneas que te envío; sé que las guardás en tu corazón. Pero sé, ahora, que también hay alguien que las hackea y se las pasa a ese amigo que está fastidiado por recibirlas. Al amigo le sugerí que bloquee esos envíos. Ya veré la forma de que nuestra comunicación sea más íntima, menos expuesta a saqueos de hackers. Antes que se fuera, a la hora que me dio la mano en señal de despedida, me dijo que los envíos llegaban desde mi teléfono. Y se fue. Entonces deseché lo del hacker, pensé que tengo un avatar que hace travesuras, que me es desleal, que te es desleal, que es un tramposo. No sé, hay confusión. Espero que el amigo haga caso de mi recomendación, porque lo dijo, le molesta recibir cada día una carta que no es para él. ¡Cosas veredes! ¡Tzatz Comitán!