jueves, 7 de septiembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN INSTANTE

Querida Mariana: disfruto nuestro pueblo. Ayer hice una pausa. Me paré frente a la puerta lateral del Mercado Primero de Mayo, la que está frente al Gimnasio Roberto Bonifaz Caballero. De hecho, me paré en la parte superior del gimnasio; vi el movimiento de la calle, como si estuviera en un balcón, en un balcón monumental. Vi a la derecha y mi vista se regodeó con la imagen de La Ciénega, al fondo. Pero al frente miré a Doña Cristina Hernández, distinguida señora que se sentó al lado de la puerta para ofrecer lo que trajo desde su casa, en el tradicional Señor del Pozo. Los citadinos no tenemos idea del número de personas que se trasladan de esa comunidad para vender lo que cultivan en sus huertos: flores y verduras. Cientos de personas, mujeres sobre todo, lo han hecho desde hace años. Las canasteras tienen su matriz en ese lugar bendito. Esta mañana Doña Cristy trajo aguacates pequeños (de la variedad que nosotros llamamos tzitz), flor de calabaza y elotes tiernos recién cortados. Bendije y agradecí la oportunidad de ver cómo, con sus manos, hizo ramos de flor de calabaza, amarrados con cintas delgadas de palma. Vos y yo, y medio mundo, disfrutamos las quesadillas con flor de calabaza. Ella ofreció ramos de flor de calabaza. ¿Cuánto tiempo estuve ahí sin hacer más que disfrutar el instante que Comitán me regaló? No sé bien, quince o veinte minutos, minutos prodigiosos, llenos de vida. Más de dos autos se detuvieron en la entrada, los automovilistas de atrás saben que deben esperar a que las mujeres bajen sus ollas y bolsas que meten al mercado para ofrecerlos a los compradores. No sé si Doña Cristy bajó de un taxi o del carro de un hijo o se trasladó en combi de pasajeros; vi cómo varios deportistas abrieron la puerta del gimnasio y salieron todos sudados después de jugar un partido de básquetbol, a dos de ellos los vi entrar al mercado y salir con vasos de atol de granillo. ¡Ah, qué bendición! En el frente del gimnasio vi la placa que el ayuntamiento presidido por el licenciado Emmanuel Cordero Sánchez y las autoridades de la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar develaron el 22 de febrero de 2019, donde, con una semblanza escrita por Roberto Bonifaz Alfonzo, se rinde permanente homenaje a Roberto Bonifaz Caballero, gran promotor del deporte; volví a emocionarme al ver el diseño que hizo el maestro Jorge Avendaño Burguete. El modelo lo tomó de una fotografía donde aparece el maestro Bonifaz a punto de enviar la pelota a la canasta. Ah, los basquetbolistas son grandes canasteros, sensacionales vendedores de emociones. Pensé en todos los juegos realizados en el gimnasio y, antes, en la cancha Pantaleón Domínguez, en las porras, los abrazos, los gritos a la hora del enceste, el grito de ¡Comitán, Comitán! en los cuadrangulares, en las manifestaciones de júbilo, en la victoria, y en el llanto y frustración, en la derrota. ¡La vida! Pensé que en esa pendiente caminó Rosario Castellanos, de niña, y al escribir su novela “Balún Canán” nos regaló un recuerdo que sigue abonando al árbol de nuestra memoria colectiva. Pensé en que me habría gustado compartir con vos, que juntos viviéramos a la mujer que ofrecía bolsas con manía pelada o con cáscara; a la que ofrecía flores rojas y moradas y esa riquísima fruta llamada pitahaya, mientras cargaba a su criaturita con edad de dos meses. Por años las mujeres han hecho esto, han cargado a sus pichitos, con un kujchil, mientras venden los frutos. Habríamos entrado al mercado a comprar chinculguajes y atol de granillo; escuchado el tojolabal en las bocas de mujeres que vestían hermosos atuendos bordados. Posdata: Doña Cristy se apoya en un bastón para caminar, porque hace años se lesionó de la cadera. Sus hijos no quieren que ella siga yendo al mercado, pero ella acude, se sienta sobre una cubeta de plástico boca abajo, acomoda un chal en sus piernas y hace ramitos de flor de calabaza y en ellos nos ofrece su corazón infinito. ¡Tzatz Comitán!