martes, 26 de septiembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON HILOS QUE BORDAN HISTORIAS (parte final)

Querida Mariana: el otro día quedamos con la descripción del relato de las fiestas sagradas. La maestra Josefa Ventura Morales nos compartió los recuerdos que su papá le contó acerca de Don Mariano N. Ruiz. Los festejos se celebraban de acuerdo a la tradición. ¿Y la comida, ‘apá? Ah, mirá lo que la maestra contó en este relato: “ah, eso sí, había mucha comida de parte del Maestro Marianito, como le decía mi padre; pero lo que no permitía el maestro era el consumo de licor, él siempre decía: coman y bailen todo lo que quieran, pero nada de trago, porque no me gusta que haya pleitos y desgracias. Y así pasaban las fiestas religiosas, ¡en santa paz!, como decimos los comitecos; felices y satisfechos de haber cumplido con todos los deberes religiosos”. Ah, qué tiempos, señor Don Simón. Remedando al padre Naty podríamos decir al indio que preguntó: ¿ni siquiera un jocotío curtido podemos comer? ¡Ni mierda, indio pendejo! ¡Coman y bailen todo lo que quieran, pero no beban trago, porque esto ocasiona pleitos y desgracias! Ah, cuánta razón inundaba el espíritu del maestro. A continuación, leamos el testimonio de la maestra, con respecto al trato que Don Mariano daba a sus empleados: “a sus trabajadores, que por razones de “mal tiempo”, como le llamamos cuando está lloviendo continuamente no habían podido concluir su jornada diaria, el maestro Marianito les pagaba como jornada completa”. “El maestro Marianito le enseñaba a su gente a preparar algunas clases de dulces regionales, como lo es la popular tableta de cacahuate, la cajeta de durazno, membrillo, manzana, etc., y otros más. Pues por esos años (contaba mi padre) todo se cosechaba en bendición sin necesidad de fertilizantes y el maestro Ruiz industrializaba algunas de sus cosechas y productos lácteos”. ¿Cómo lo mirás, querida niña? Quienes fueron sus alumnos recordaban que en la escuela el maestro les enseñaba diversos oficios, por algo su escuela se llamó “La industrial”. Bueno, paso copia del final del relato de la maestra Josefa Ventura Morales: “pero el tiempo fue transcurriendo y llegó el momento en que el maestro Marianito fue víctima de algunas lagunas mentales debido a su edad y tantas cosas importantes que tenía en su cabecita en cuanto a tan valiosos conocimientos que él poseía (un gran genio). Entonces se extraviaba, salía de su casa y su hermano Sinforoso inmediatamente avisaba a toda la gente para que lo buscaran y así era. En cierta ocasión le tocó a mi padre encontrarlo perdido. A veces, el maestro Ruiz decía: “es que yo soy de la familia de Los Noriega”. Era una frase que siempre él ratificaba”. Hasta acá mi querida niña. Ya será labor de historiadores e investigadores indagar el origen de esta frase enigmática. ¿De qué Noriega? Posdata: inicié mi carta afirmando que entre todos hacemos todo. Los testimonios son importantes. Acá hay un testimonio oral, los investigadores aprecian más los testimonios escritos. Lo que te compartí hoy es algo que podríamos llamar híbrido porque es un relato que escribió la maestra Josefa, donde conocemos el recuerdo que su papá, Don Indalecio Ventura López, le compartió. Dicho testimonio se acerca mucho a lo que los biógrafos señalan acerca de la personalidad de Don Mariano. Al final de su vida tuvo alguna deficiencia mental, siempre fue estricto con las mujeres, apreciaba mucho la virtud en grado supremo. Ya te conté que mi tía Lolita, hija de Doña María, hermana de Don Mariano, me contó que en su consultorio de dentistería estaba colgado un letrero que decía: “falda corta, precio largo; falda larga, precio corto”. ¡Tzatz Comitán!