sábado, 30 de septiembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON UNA REVISTA TURCA

Querida Mariana: mi amiga Charito viajó a Turquía hace tiempo, Aurorita también lo hizo. Menciono sólo a dos amigas cercanas, porque sé que muchos más paisanos han viajado a esa tierra prodigiosa. Menciono a Charito, porque ella siempre que viaja me trae un libro o una revista en los idiomas originales, así, en mi biblioteca tengo “El perfume”, de Patrick Süskind, en el idioma francés, y tengo una revista de gastronomía en idioma turco. Vos y yo hemos platicado mucho de Turquía, vos me has mencionado películas de aquel país y yo te he contado de algunas novelas del gran escritor Orhan Pamuk, quien obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 2006. Yo no he viajado hasta allá, sabés que no paso de Chacaljocom, pero, gracias a los libros, he entrado a algunas mezquitas, visto la puesta de sol en el maravilloso Bósforo y caminado por algunos callejones de Estambul. He estado en el interior de patios y casas de turcos. Pero no sólo eso, desde pequeño he escuchado la palabra “turca”. En el patio de la Matías de Córdova la escuché varias veces, pronunciada por compañeros. Cuando alguien le mentaba la madre a alguien éste decía “la turca”, lo que significaba, más o menos, “la tuya”. Quiero pensar que mencionaban la turca por la cercanía eufónica con la palabra tuya, porque de lo contrario no podría explicar la relación. No sé si vos, en la escuela, escuchaste la mención de la palabra turca, que luego se volvió derivación también de “la tuerca”. A una mentada de madre el ofendido respondía: “la turca” o “la tuerca”. Y, si lo ves bien (lo oís bien) la tuerca nada tiene que ver con la turca ni con la tuya. Lo que quiero decir es que desde niño escuché la palabra turca sin tener conciencia que es el gentilicio de las mujeres nacidas en Turquía. Los compañeros de la primaria la decían también sin plena conciencia. Nunca imaginé que ya siendo estudiante de universidad conocería a una verdadera turca, Zehra era novia de Armando, estudiante de medicina en la UNAM. Armando es primo por la rama materna. Los amigos de Armando lo molestaban diciéndole “abeja”, porque andaba con cera. Él no se molestaba, al contrario, ella tampoco hacía caso a la bobera que decían los amigos, porque su nombre era pronunciado en forma diferente a la pronunciación de la cera común. La verdad es que los amigos pronunciaban el nombre de la bellísima turca en un tono de Tepito revuelto con Neza. El sonido original del nombre Zehra tenía la sencillez de una danza oriental, los labios apenas se abrían como si el rostro llevara el discreto velo que usan las mujeres turcas. Cuando conocí a Zehra, en el departamento de Armando (comiteco tenía yo que ser), pensé de inmediato en lo que he contado: en la primaria a cada rato escuchaba la palabra turca. Frente a ella supe que estaba ante una verdadera mujer turca. Ahora sé que su tierra es de gran importancia histórica porque Estambul es la frontera entre occidente y oriente, el territorio donde se conjuntan dos magnificentes culturas, como si fuera la unión inconcebible entre el agua y el aceite. Cuando conocí a Zehra la palabra turca asumió su verdadero sentido: mujer que nació en Turquía. La turca no era ya la respuesta ante una mentada, ¡no!, la turca era la novia de Armando. Ella (luego me enteré que había vuelto a su país y dejó de ser novia de mi primo. Tal vez ahora vive en alguna ciudad de allá, está casada, tiene hijos y debe ser una exitosa doctora, no titulada por la UNAM, sino por alguna universidad turca). La revista que Charito me trajo se llama “Food in life” y es el número cuatro del año 2020, el número correspondiente a abril. Es una revista especializada en gastronomía y tiene secciones dedicadas a hotelería, restaurantes, cafés y catering. El idioma turco es lejano a nuestro español, encuentro palabras que tienen muchas diéresis. En el Internet hallé que la ö turca se pronuncia como una e española y poco a poco se cierra la boca. Por eso digo que los amigos de Armando eran unos bobos, porque el nombre de la turca Zehra lo pronunciaban como cera. ¡Nunca me hagan eso!, habría dicho Clavillazo. Siempre que tengo revistas en mis manos las veo con emoción. No importa que no sepa palabra alguna del idioma en que está presentada. Una vez tuve en mis manos una revista china, no comprendí nada de su contenido, pero sí disfruté la belleza de los ideogramas, de los paisajes, de la cultura de aquel lejanísimo país, país desde el que llegan las minivans que ahora ofrece en Comitán mi querido amigo el ingeniero Francisco Tovar. Jamás hubiéramos imaginado que tendríamos autos chinos en nuestro pueblo. Ah, las ventajas de la globalización. Espero que algún día, una lectora turca tenga en sus manos nuestra revista comiteca Arenilla y también se emocione con lo que ahí encuentre, a pesar de que no entienda nuestros modismos. Las imágenes son universales. ¿Qué llamó mi atención en la revista turca que Charito me trajo? Lo primero y que es algo como una obviedad por lo de la globalización que menciono es que en la primera página interior apareció un anuncio de mayonesa y de salsa cátsup, de la marca Kraft, misma que hallamos en nuestro país. Pues sí, las grandes transnacionales andan en todos lados. Las ilustraciones de tal anuncio son una hamburguesa y una ensalada, productos que casi casi están presentes en todo el mundo. Luego hallé un anuncio del queso Philadelphia. Pucha, querida mía, esta carta parecería ya ser un catálogo de anuncios. Pienso que en algunos restaurantes comitecos preparan la mayonesa casera (mucho más sana y rica), asimismo mi amigo Ángelo, en su pizzería, prepara la salsa de jitomate también en forma casera. ¿Y qué decir de los quesos? Con tantos quesos artesanales riquísimos, en realidad no hay necesidad de comprar ese queso untable famoso, tan famoso que llega hasta Turquía. ¿Qué más viene en esta revista turca, especializada en gastronomía? Vienen reportajes y entrevistas con gente relacionada al medio. Claro, no le entiendo ni papa (y esto de papa es para que mirés que empleo palabras relacionadas con el tema). Todo se ve de muy buen gusto, el diseño de los restaurantes y la presentación de platillos que se ven exquisitos. En Arenilla, sin ser una revista especializada en gastronomía, hemos presentado reportajes donde aparecen grandes chefs de la localidad y características de la cocina comiteca, que vos sabés, es uno de nuestros grandes tesoros culturales. La revista turca presenta también reportajes de novelas y cintas relacionadas con la gastronomía. Pensé de inmediato en la novela mexicana “Como agua para chocolate”, escrita por Laura Esquivel y que fue llevada al cine por Alfonso Arau que fue pareja de la escritora. Tanto la novela como la cinta son de gran dignidad, lo que da a conocer que en todo el mundo el tema de la cocina da para mucho. Sé que en su próximo viaje, Charito me traerá un librincillo o una revista. Sé que mi amiga Aurora hará lo mismo, ella ya está pensando ir a Perú. Ah, viaje genial. Claro, en lugar de un libro mejor le pediré que me traiga una revista cultural. Sé, todos sabemos, que el lenguaje será nuestro mismo castellano, pero una revista (como su nombre lo indica) será un ligero muestrario de la cultura de aquel maravilloso país, tierra del gran Vargas Llosa, también Premio Nobel de Literatura. Posdata: mirás cómo a casa me llegan muestras culturales de otros países. Estoy tranquilo en casa, no me muevo, el mundo llega a carretadas, como lluvia bendita. Bien sea a través del cine (ahora con las maravillosas plataformas como HBO o Netflix) o en la televisión o en revistas o libros (físicos y digitales). Cuando la pandemia por covid estuvo al tope superior, mi mamá, mi Paty y yo permanecimos en confinamiento, hicimos caso a la autoridad que recomendó quedarse en casa. No podía estar sin leer, hice lo que millones en el mundo: releí y fue un deleite. Cuando me ganó la gana de leer novedades adquirí libros electrónicos, para evitar que el bicho hiciera la travesura de esconderse en las páginas de los libros impresos. Cuando Charito volvió de su viaje a Turquía y me entregó la revista me dijo que ya estaba limpia de gérmenes. Como la pandemia no ha terminado sigo limpiando los objetos que llegan a mis manos. ¿Qué hacen en Turquía? ¿Qué respondían los niños turcos cuando un compañero se las mentaba? No creo que hayan dicho: “la turca”, porque ahí enredaban a todas las mamás de Estambul y de lugares circunvecinos. ¡Tzatz Comitán!