martes, 12 de septiembre de 2023

CON ESENCIA PREHISPÁNICA

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en Mujeres que les gusta tomar champaña; y Mujeres que le entran al pulque. La mujer bebe pulque es pueblo, sus raíces provienen de lo más sagrado de la cultura prehispánica. Sabe que en lugar de aferrarse a la teta materna, se pegó, con gusto, a la penca del agave. El purista; es decir, el que no es pueblo, asegura que los besos de la mujer bebe pulque tiene un chukij medio agrio y son babosos. La mujer bebe pulque no responde, porque si bien es pueblo también es educada y fina, pero si pudiera le contestaría: ¡babosa tu madre! Sí, baboso el que ignora las cualidades de la mujer bebe pulque. Baboso, porque no sabe que un buen tornillo de pulque curado le hace bien al cuerpo y al espíritu. Los expertos bebedores siempre han utilizado como pretexto el dicho que dice: “apenas le hace falta un grado para ser carne”, con lo que se expresa que contiene muchas proteínas. La mujer bebe pulque mama todas esas características. Es una chica que embriaga, pero con suavidad, porque la mujer ron tiene treinta y siete grados de alcohol y la mujer bebe pulque tiene cinco grados de alcohol. Por eso, sus amantes despiertan con un ligero sabor de cobre en la boca, pero sin cruda, porque el pulque es benéfico para la flora intestinal. Todas las demás mujeres tienen el mismo sabor, sólo la mujer bebe pulque tiene diversos sabores, riquísimos. Su piel es un río de huerto. Ella tiene el sabor natural del pulque, pero posee la capacidad de camuflaje y así cada noche tiene un sabor y un aroma diferente, para complacer el paladar del amado. Basta un litro de curado de apio con jitomate para sentir que la madrugada tiene el mismo aroma del jardín de la infancia. Basta apreciar la palabra “curado” para ver la nobleza de esta mujer exquisita. Hay amantes que se han vuelto locos al probar un curado de papaya. Como si la recomendara Sabines, el poeta, la mujer bebe pulque se debe tomar a sorbos lentos, sin apresuramientos. La que es curado de cajeta es traviesa, alburera. Siempre tiene mirada de “encajame el cajete”. La chica que es curado de mamey, lo da con movimiento de badajo horizontal. Ah, hermosa experiencia la que vive el amante que es pareja de la curado de melón, porque se sabe que entre melón y me lames hacen exquisitos guisos. Hubo un tiempo, lo sabemos, que en las pulquerías estaba prohibido la entrada de uniformados y de mujeres. Hoy, ¡benditos tiempos!, los dueños de los aeropuertos y de los trenes tienen entrada franca y las mujeres son bienvenidas, por eso, ahora la mujer bebe pulque no sólo ofrece curados de apio, también ofrece curados de fresa para una chica fifí y curados de pepita. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: Mujeres que comen ajonjolí, y Mujeres que disfrutan el vuelo del colibrí.