domingo, 7 de diciembre de 2025
Carta a Mariana, como agua para chocolate
ARENILLA
CARTA A MARIANA, COMO AGUA PARA CHOCOLATE
Querida Mariana: Dora Patricia y yo estamos en la Fil Guadalajara. Son las cuatro de la tarde con veintidós minutos, del 6 de diciembre 2025. Ya te conté que el departamento está a dos cuadras de la feria del libro. Fuimos a comer a las dos con cuarenta una ensalada (rica) con bollos. A las cuatro regresamos a la FIL y nos formamos en la fila para el acceso a la sala Enrique González Martínez, donde se presentará la nueva edición de la novela “Como agua para chocolate”, de Laura Esquivel.
Son las cuatro con veintiocho. Alguien del staff pide a quienes están sentados que se levanten, porque pronto (dice) comenzará el acceso. Ahora pasan dos chicas y nos ponen pulseras (a mí me tocó el número 239). Alguien dijo que la sala tiene un aforo de 400 personas.
En efecto, la fila ya avanza. Hay gente que llegó desde las tres de la tarde o un poco antes. Hay gente adulta, que leyó la novela en el año de su lanzamiento (1989) y muchos jóvenes que ya tienen la nueva edición. Ay, padre, la novela ha resistido más de treinta y cinco años. El texto de Laura tuvo buena recepción en los ochenta; luego tuvo más repercusión cuando se hizo la versión cinematográfica, cinta que dirigió su esposo Alfonso Arau (en ese momento, no sé si siguen juntos y no me meteré en ese chisme). ¿La película hizo que los jóvenes se acercaran a la novela? Vos decime, vos que sos experta en el séptimo arte.
Son las cuatro con treinta y nueve. Seguimos avanzando en la fila. Caminamos y damos vueltas.
Así como hubo críticos literarios que alabaron la novela, hubo otros que la calificaron con seis o siete, lo mismo ocurrió con la película.
Son las cuatro con cuarenta y uno. Estamos ya cerca de la puerta. Una mujer va adelante de nosotros, lleva un libro ya cansadito, manoseado, es la primera edición, la señora cuenta que compró la novela y la leyó cuando estaba en la secundaria. Se la pidieron en la escuela y ella eligió tal libro.
Ahora son las cuatro con cuarenta y cinco, ya estamos en la puerta. Nos sentamos en la novena fila, los del staff advierten: no dejen asientos vacíos, no se puede apartar lugares. La sala es muy amplia. Las sillas están acomodadas en dos grandes bloques, con pasillos laterales y uno en medio. Ahora, Paty se queja que la chica sentada adelante tiene una cabellera esponjada que le impide ver el escenario a plenitud, dice que los de staff deberían entregar una liga junto con el brazalete: por favor, recoja su cabello.
Ya son cuatro con cincuenta y dos. Estamos cómodamente sentados, pero debemos esperar una hora con ocho minutos, hora en que Laura aparecerá.
Quise quedarme sin caer en las garras del chisme. Imposible, ahora es tan sencillo guglear. Laura se separó de Arau, se casó con otro compa, de quien también se separó, parece que esas aguas no sirvieron para su chocolate.
Son las cuatro con cincuenta y seis. La chica que está al lado de Paty levanta el brazo y retrata la portada de su ejemplar, es una edición de bolsillo, bien bonita. Alguien de staff dice: pueden ir al baño, cuando regresen digan: soy VIP y muestran su brazalete. Tres mujeres de la fila de adelante no terminan de escuchar la sugerencia.
Laura sigue convocando a muchos lectores y lectoras. Sin tener la certeza, sólo a ojo de buen cubero, diré que en la sala hay más mujeres que varones.
Son las cinco con cinco. Leí la novela en los años noventa, cuando fui a Tuxtla, a estudiar lengua y literatura en la hoy Benemérita UNACH. Pensé en ese momento que sin ser una obra maestra alcanzaba una nota superior. Me gustó la forma en que engarzó la literatura con la gastronomía. Hay muchos pasajes que no recuerdo. Ahora, mientras esperamos, veo algunas lectoras que refrescan la memoria, escanean algunos párrafos.
Hace rato que no hacía fila. Padura dijo que en Cuba la gente hace fila con sus tarjetas de abastecimiento. En México sólo hacemos fila para la compra de tortillas o, ahora, para el cajero automático en el pago de Bienestar que recibimos los viejos y viejas.
Posdata: son las cinco con quince, faltan cuarenta y cinco minutos para la aparición de Laura Esquivel en la FIL 2025. La chica que está al lado de Paty revisa un ejemplar de la edición más reciente, comparte con su amiga la relación de países donde ha sido traducida “Como agua para chocolate”. Ha sido traducida a más de 42 idiomas. La pantalla que está a un lado de la mesa dice que es la escritora mexicana más leída del mundo. La sala ya está llena. Esperamos. Una dulce espera.
¡Tzatz Comitán!
