viernes, 12 de diciembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON FOTO DE PRIVILEGIO
Querida Mariana: acá estoy con el querido y admirado Roberto Gómez Bolaños, comediante de la televisión mexicana.
Quienes ya han estado en el AIFA, el aeropuerto que mandó a construir el ex presidente Andrés Manuel, ya identificaron que estoy en uno de los sanitarios temáticos. Tenía urgencia de orinar, entré al sanitario y ahí me topé con el personaje de El Chavo del Ocho. Perdón, me da pena contarte mis intimidades, pero cuando estuve frente al mingitorio, pensé en que un viejo (yo no, gracias a Dios) cuando ve que cae una gotita al piso puede decir, sin avergonzarse: “Se me chispoteó”.
En el aeropuerto existe un mural en el vestíbulo del sanitario que tiene a varios personajes de Roberto: el doctor Chapatín, el Chómpiras, el Chapulín Colorado y Chaparrón Bonaparte.
La gran Ciudad de México necesitaba, con u de urgente, un nuevo aeropuerto, porque el Benito Juárez, ya está resultando insuficiente para tanta demanda. Así que el anterior presidente, Peña Nieto, formuló un proyecto de construcción en la zona de Texcoco, pero López Obrador asumió la primera magistratura y dijo: ¡naranjas de Chicomuselo, ese aeropuerto no se hará! El lamento fue: ¡Oh, ahora quién podrá defendernos! El Peje dijo: no os preocupéis, el aeropuerto se hará, pero en terrenos de Santa Lucía, y ¡ahí está! Ahí está, lejos, pero funcional, cuando el servicio de transporte urbano esté al ciento por ciento y exista una buena movilidad, de ida como de vuelta, todo funcionará con excelencia y más gente entrará a los sanitarios y saludará al Santo, a Dolores del Río y demás personajes populares que tienen una vitrina de homenaje en este aeropuerto. Parecería que no es el mejor lugar para venerar a estos grandes de la cultura mexicana, pero ahí está garantizado que todo mundo los ve, aún con las prisas para llegar al mingitorio o la taza. Después de todo, en México se sabe que “la gente dice que tú y yo estamos locos”.
El tal Chespirito (forma de sugerir que el tal comediante era el Shakespeare mexicano, un exceso, pero así somos, o semos, los mexicanos), con su ingenio, logró crear personajes de ficción que se han convertido en personajes inolvidables para millones de personas en el mundo de habla hispana y de otros idiomas, donde sus programas fueron doblados (“ay, ya me dio cosa”).
El vuelo de Guadalajara a CDMX nos mandó a conocer este aeropuerto. Fue una grata experiencia. El AIFA, criticado por muchos, alabado por los demás, es un aeropuerto funcional, agradable, que cumple con todas las normas exigidas para los aeropuertos internacionales, sin amontonamientos, sin las carreras del “Benito Juárez”.
No sólo llegamos ahí a la Ciudad de México, también nos tocó ir al AIFA para regresar a Chiapas. Muy temprano salimos del City Express Alameda, trepamos a un Uber y nos enrumbamos al aeropuerto. Varios kilómetros nos esperaban, vimos una serie de globitos en el cielo, desfilando sincronizadamente (ah, el Cablebús, que con Paty tomamos del panteón Dolores a Los Pinos, una experiencia más) y el conductor del Uber nos mostró cómo, en un cerro de Ecatepec, donde desaparecían y nacían las esferas del Cablebús, hay la cara del Doctor Simi, silueta formada con las casas pintadas de tal forma que resulta un verdadero retrato de este famoso personaje. El conductor del Uber nos dijo que, desde un helicóptero, por ejemplo, se ve dicho rostro con precisión. De verdad que sí está bien hecho.
Llegamos al aeropuerto, hicimos el protocolo de pasar por los arcos, quitarse el suéter, dejar los objetos personales en una bandeja, ser atendidos por personal militar y en la sala de espera pensé que debía ir al sanitario para no pararme en medio vuelo, así que fui al sanitario y me tocó el temático del Chavo del Ocho.
Posdata: según el Internet hay más de treinta sanitarios temáticos que sintetizan la cultura popular mexicana. Pensé (en el mundo hay de todo) que algún usuario, como si estuviera en un museo ya recorrió todos para conocerlos. Como iba de “pis” y corre, sólo conocí el del Chavo, me sentí como si estuviera adentro del barril que usaba como hogar.
Me apuré, estábamos a punto de abordar el avión. El personal militar siempre es preciso, si llegaba tarde no hubiesen aceptado mi disculpa: “es que no me tienen paciencia”.
¡Tzatz Comitán!
