lunes, 15 de diciembre de 2025

CARTA A MARIANA, CON LA NANA Y LA CARGADORA

Querida Mariana: María Escandón es una figura relevante en la historia de nuestro pueblo. María fue la cargadora de Rosario Castellanos. Antes, la cargadora era una presencia normal en las casas comitecas de familias pudientes. En el hogar de la familia Castellanos Figueroa no podía faltar la persona que se hiciera cargo de la niña Chayito. El verdadero nombre de María fue María Abarca Escandón. María le contó a Carter Wilson que llegó a casa de la mamá y del papá de Rosario, más o menos cuando tenía ocho años de edad (la mamá de María y su papá, Don Trinidad Abarca, quien era constructor de capillas en el panteón, dieron regalada a su hija). A partir de ese momento María se encargó del cuidado de la niña Rosario, quien tenía siete años, más o menos. ¿Mirás? La cargadora tenía apenas un año más que su “patroncita”. María nació en Comitán, en 1924, más o menos. En realidad, María no fue en sentido estricto la cargadora de Chayito, más bien fue su cuidadora, la sirviente que le cumplía sus caprichos. Ambas eran unas niñas, claro, marcadas con el rango de que una era la hija del hacendado y la otra hija de una modesta lavandera. La historia cuenta que María cuidó de la mamá de Rosario, en su enfermedad, fue una sirviente fiel, no obstante, cuando Rosario ya estaba casada la despidió, fue cuando María fue a trabajar con Gertrude Duby Blom, en San Cristóbal de Las Casas. Rosario no sólo tuvo una cargadora, también tuvo una nana, que era una mujer indígena tzeltal (venida del rancho), que algunos biógrafos identifican con el nombre de Rufina. Esta mujer fue la que cuidó a Rosario, quien la protegió, quien le enseñó el misticismo de la cultura indígena. En lo que hasta acá he dicho queda claro pues que la nana era una mujer mayor y la cargadora era una niña casi de la misma edad de Rosario, que la nana llegó a la casa desde la hacienda y era una indígena tzeltal; la cargadora era una niña mestiza (así se advierte en las fotografías que existen, cuando ya era mayor). Digo esto, porque a los mejores cazadores se les va la liebre. Cercanos y estudiosos de la vida y obra de Rosario Castellanos tienen una ligera confusión respecto a las dos mujeres, al punto que puede decirse que han convertido a la cuidadora en la nana, algo que parecería inconcebible. En un programa que puede verse en YouTube, Silvia Molina, gran escritora, en su participación en el “Homenaje a Rosario Castellanos, en el centenario de su nacimiento”, organizado por el Colegio Nacional, dijo: “sus padres murieron en 1948 y su nana se fue de su lado cuando Rosario se casó con el filósofo Ricardo Guerra”. ¡Falso! Pero no sólo a Silvia se le fue la memoria al monte, también a Gabriel Guerra Castellanos, el hijo. Gabriel, en un programa (que también puede verse en YouTube) realizado por el Canal 22, intitulado “Álbum de familia. Rosario Castellanos”, conducido por Perla Velázquez, dijo: “Yo llegué a Comitán (…) a la edad de veintitantos, veinte y pocos, veintitrés años (…) llego un poco a encontrarme con una ciudad un poco todavía muy pequeña (…) también en San Cristóbal (…) un muy amigo de mi mamá, Óscar Bonifaz, que en paz descanse (…) me lleva a un centro de investigación, que todavía existe, se llama Na Bolom, en el que, yo no lo sabía, trabajaba ya como cocinera la que había sido la nana de mi mamá”. ¡Falso! La memoria es traviesa, le encanta poner el pie para que trastabillemos. A Silvia y a Gabriel les hizo una travesura, encaramó el rostro de la nana en la carita de la cargadora. A tal grado que Gabriel, cuando vio a María la vio como una “indígena preciosa”. María Escandón era comiteca, era hija de una inmigrante guatemalteca, es cierto, pero ella no era indígena, como sí lo fue la mujer que fue nana de Rosario. Posdata: he dicho, en múltiples ocasiones, que no tenemos una historia cercana a la verdadera biografía de Rosario. Hay una gran cantidad de vacíos. En el Centenario de su Nacimiento se hallaron muchas piezas para formar el rompecabezas más cercano. La exposición de fotografías en el Colegio de San Ildefonso, en la Ciudad de México, fue una gran ventana donde los historiadores y biógrafos pudieron acercarse a hurgar. Mientras tanto, las puntualizaciones no están de más. ¿Y qué pasó con la nana de Rosario? En la novela “Balún Canán” es un personaje importante. Recordemos que cuando la niña protagonista va a la hacienda, ella la despide con una oración imponente. Pero cuando la nana le dice a la madre que los brujos se están comiendo a su hijo y que éste morirá, la madre de la niña la corre de la casa, hay un pasaje posterior donde la niña camina por la calle y ve a una indígena, corre a abrazarla, porque cree que es su nana, pero pronto se da cuenta que no es ella y se consuela diciendo: “todos los indios tienen la misma cara”. ¿Algo de esto pasó por las mentes de Gabriel y de Silvia? ¿En qué momento la cargadora tomó la cara de la nana? ¡Tzatz Comitán!