domingo, 17 de agosto de 2008

Beijing

¿Qué pensó la mujer que ganó la maratón? ¿Qué pensaba a la hora que entró al túnel del estadio? ¿Vieron su rostro a la hora que estaba a punto de salir de esa penumbra para entrar de lleno al estruendo del sol y de la multitud de espectadores?
¿Qué pensó la mujer que abandonó la competencia porque algo le sucedió en uno de sus pies?
¿De veras es tan importante ganar un primer lugar en una competencia?
Somos miles de millones de personas en el mundo y el 99.99 de estos miles nunca competimos en algo similar.
La vida pareciera ser algo más que una "simple" competencia.
Estas competencias son como un mundo absurdo.
¿Qué pensó la mujer que ganó la maratón?
¿Cuánto tarda la gloria?
¿Qué hace ahora la mujer que ganó la maratón hace ocho años? ¿Quién fue?
¿Qué pasa con la vida después de un primer lugar en olimpiada?
¿Será algo semejante a lo que sucede con los hombres que caminaron sobre la luna?
La vida no es juego artificial que dura lo que dura una olimpiada, la vida es un continuo sin malabarismos. En la vida no existe ese lugar de honor que habla de una gloria mundana y terrena.
Dentro de un mes, cuando termine la olimpiada, muy pocos recordarán el nombre de la mujer que ganó la maratón.
Ella misma no recordará la luz de ese túnel de entrada, porque la luz del centro del estadio no estará más al lado de sus cielos.