martes, 26 de agosto de 2008

Comitán, sede del mundial de fútbol

"¡Gol, gol, gol!" El niño-hombre brinca, corre de un lado para otro. Lo observo desde una banca del parque. Él juega en un extremo.
Lo vi llegar con una botella de plástico, de esas grandotas que luego buscan los pepenadores para vender en el almacén de reciclado.
El niño-hombre tiene una edad indefinida. Lo he visto pedir dinero en los esquineros. A veces creo que está alcoholizado, a veces creo que está drogado. Nunca le doy dinero. Su carita tiene siempre una sonrisa boba, como si volara y las nubes, al chocar, le deformaran tantito el rostro.
Destapó la botella y, como si fuera una enorme botella de catsup, la golpeó por la base. Aparecieron decenas de palitos de paleta y una bola de bolitas (semillas de ese árbol llamado chío y que en mis tiempos de niño usábamos para jugar canicas. Ahora el niño-hombre las empleó para jugar fútbol).
"¡Gol, gol, gol!". El niño-hombre grita y corre de un lado para otro. Un hilo de baba le cuelga. Sus labios son como ríos torcidos.
Al llegar buscó unas piedras que colocó en los dos extremos de una cancha imaginaria. Los palitos los ordenó sobre el suelo, como si fuera Hugo Sánchez y determinara quien iba en la media y quien en la defensa. Tiró una bola de chío y comenzó a mover las manos de manera desordenada.
En cada una de las manos tiene un palito, mueve los palitos como si fueran luchadores, el chío va de un extremo a otro. El chío está a punto de entrar, pero un palito (¿el portero?) lo impide. Pienso: "Tirititito, era suya y la dejó ir".
El niño-hombre sigue en su juego, ignora todo el alrededor. De vez en vez mira que lo miro, pero me ignora. Sabe que los jugadores no deben hacer caso a los espectadores.
Esta mañana tiene la mirada limpia. El niño-hombre juega a que es niño. Más tarde se instalará en una esquina y pedirá limosna. Jugará a que es hombre. En ese instante, lo sé, sus ojos tomarán esa mirada vidriosa, colorada.
Esta mañana, sus ojos están contagiados del azul del cielo, del aire limpio que juega en los árboles del parque de Guadalupe.