lunes, 18 de agosto de 2008

Casa Museo

Se supone que el día de hoy se publica, en el Heraldo de Chiapas, una carta abierta. Para conocimiento de los lectores de este cuaderno de apuntes paso copia:

ARENILLA

Alejandro Molinari

albemoto@hotmail.com

www.comitandigital.com

CARTA ABIERTA AL SENADOR MANUEL VELASCO COELLO

Señor Senador, ¿existe un acto más prodigioso que la libertad? El simple aleteo de un ave simboliza esta inigualable capacidad. Por esto se dice que ¡quien es libre vuela los cielos más altos!

¿Por qué le envío esta carta? Por dos motivos, en apariencia inconexos. El primer motivo tiene que ver con su reciente visita a mi pueblo: Comitán. El segundo motivo tiene relación con las libertades más sublimes.

Debo confesarle que la materia política no es pan de mi mesa, pero como integrante de una comunidad, la política no me resulta sustancia ajena. Creo que la política es la actividad capaz de propiciar el vuelo libertario del hombre.

¿Me permite abundar en los dos motivos? Respecto al primero le diré que llamó mi atención la forma en que el pueblo comiteco lo recibió. ¿Qué aura lo impulsa a dar esa sensación de intento de vuelo? Fui testigo del afecto y algarabía que le demostraron los miles de personas que estaban en el teatro del pueblo esperando la actuación de Cristian Castro en la Expo Feria Comitán 2008. Usted coincidirá conmigo en aceptar que no es fácil que un político logre injertar un gajo de genuina simpatía. ¿Qué misterio hace que Usted despierte un hilo de afecto inusual? ¿Es algo de humildad, algo de respeto por el pueblo? No sé bien. Pero de que hay alguna senda que permite la empatía ¡la hay!

El segundo motivo tiene que ver con una historia reciente. El miércoles de esta semana en que le escribo fui a la Casa Museo Doctor Belisario Domínguez. ¿Sabe? Disfruto esta casa, disfruto esa ligera humedad revuelta con gajos de sol, disfruto esa nostalgia llena de los vientos que mueven las banderas de la patria. ¿Y sabe qué más? Pues resulta que tres de los empleados de esa casa se acercaron y, preocupados, realmente preocupados, me enseñaron el estado en que se encuentran los documentos históricos. A pesar de que permanecen adentro de vitrinas, los papeles están en franco deterioro. ¡Urge hacer algo! ¡Urge que técnicos especialistas impidan la progresión de esa plaga que está consumiendo una parte importante de nuestra identidad! Y hay más, qué pena. Muchas salas de la Casa Museo permanecen en penumbra porque los focos están fundidos. Qué contrasentido. La casa del hombre que nos ha dado tanta luz a la conciencia y a la memoria de México permanece en medio de la oscuridad.

¿Hay acaso algo más prodigioso que la libertad? No lo creo. El ejemplo que Belisario Domínguez legó nos habla de que no hay espíritu más elevado que la flama de la libertad.

Los tres empleados me preguntaron qué podía hacer por ellos. Yo, un simple mortal, no hallé más pedernal que éste. Recordé la noche en que lo vi saludar a miles de mis paisanos y volví a oír ese coro al unísono que lo vitoreaba con el grito de “¡Güero Velasco, Güero Velasco!”, y volví a ver la sonrisa en su rostro, un rostro limpio como cielo sin nubes borrascosas. Y entonces decidí escribirle esta carta para pedirle una sola cosa: haga lo posible y también lo imposible para que la Casa Museo de Belisario Domínguez vuelva a ser el espacio de dignidad que representa.

Tengo fe en que esta carta llegará a sus manos. Le mando copia al correo particular del Senado, pero, sobre todo, sé que alguien le hará llegar un ejemplar de El Heraldo de Chiapas. Estoy seguro porque la tarde que estuvo en mi pueblo intuí que Usted es una persona que está al tanto de lo que sucede en esta tierra y es un ser comprometido con el papel histórico que le tocó ejercer. Sé que Usted, en cuanto conozca esta petición justa, hará el conjuro preciso y necesario a fin de que, pronto, muy pronto, halla luz, mucha luz, en la casa del hombre que llenó de dignidad el recinto donde ahora Usted representa al estado de Chiapas.

Por lo anterior le expreso mi agradecimiento en nombre de los comitecos, de los chiapanecos y de todos los mexicanos de bien.

Disculpe el atrevimiento.

Un abrazo.