"Iluminemos México" es el nombre de la marcha contra la inseguridad. Nunca tan bien puesto el nombre. México, en general, se encuentra sumido en la penumbra. Apenas se cuela todavía un rayo de luz de vez en vez.
Hace apenas dos días me topé con un afecto. Tenía más de quince años que no nos veíamos. Me dijo algo como esto: "Comitán ya no es el de antes, ahora llegaste a un Comitán lleno de violencia". ¡Es cierto! Comitán ya no es el pueblo tranquilo de hace apenas algunos años. El virus que corroe a todo el país ya llegó a este pueblo. Comitán, también, tiene un aire enrarecido.
¿La marcha evitará la violencia? No, no será así. Las células violentas verán la marcha desde sus madrigueras y se botarán de la risa, sabiendo que esta marcha no es más que la marcha de la desesperación, pero, sobre todo, la marcha de la impotencia. Entonces, ¿para qué marchar? Para saber que es posible unirse, para saber que no estamos solos. Esto no es poca cosa.
Tal vez el grito del señor Martí ya es un principio. Martí les dijo a las autoridades: "Si no pueden ¡renuncien!".
Ahora, con la marcha, el grito de Martí se multiplica en miles de miles de gritos.
La marcha es un grito de real preocupación.
A veces veo en Comitán una niebla de indiferencia. Hay voces que se levantan y gritan su inconformidad, pero no hay un verdadero movimiento de acción.
En Comitán hace falta que nos unamos. Es preciso unirnos en lo esencial, pero ¡de verdad!
Hoy la capital del país le dirá a las autoridades que no es posible que unas cuantas células violentas mantengan en vilo a millones de mexicanos de bien.
Dice el dicho que "La unión hace la fuerza". Ahora se trata de que millones de luces iluminen este país.
¿Tenemos velas en Comitán? ¿Cuántos espíritus para iluminar este maravilloso pueblo?