sábado, 13 de septiembre de 2008

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José Espinosa es colaborador habitual de COMITÁN DIGITAL. Por ahora, dicha página acusa ciertas fallas tecnológicas. Por esto paso copia de la más reciente colaboración de José, para que los lectores de este cuaderno de apuntes lean el texto.

EL PARQUE DE GUADALUPE

Creo poder imaginarlo.

Bajo la sombra de los árboles, en el parque que lo ha hecho el traspatio de su casa. Socorro Trejo y sus letras -el alimento de hoy para enaltecer su espíritu-; Morales Bermúdez y Becerra Pino por lo pronto a la espera; por muy poco, mis letras, algún día.

Creo poder imaginarlo.

El traspatio de su casa, su kioskito al centro, donde yo hace mucho, pero mucho, me gané un rompecabezas, después de haber cantado y actuado al más puro estilo de Pedrito Fernández, el artista de moda, en un 12 de diciembre, en aquellas fiestas que solían organizar. Donde hace mucho, pero más poco, me esperaba bella damisela, para "cotorrear el punto". El parque, el traspatio de su casa, donde se organizan los clásicos de fútbol antes de que la tarde caiga y aun un poco más. Donde todavía puede verse a gentil caballero, en espera de su dulce dama, su punto de encuentro.

Creo poder imaginarlo.

Reclinado en sus blancas y duras bancas, pero paradójicamente cómodas, observando cada cosa que pasa, con el eterno sentido comiteco de "un ojo al gato y otro al garabato", donde descubrió al "niño-hombre" y ha visto quedarse a zutano esperando paciente y ansioso la llegada de su fulana. Observando, con un ojo al gato, el teléfono de la esquina que ya enraizó allí, siempre, casi siempre ocupado, y casi siempre por el enamorado llamando para saber el retraso de la llegada del ser buscado.

Observando con un ojo al garabato que allí, tal vez sea el único sitio seguro donde pueda contestarse la pregunta aquella de: ¿Dónde jugarán los niños? Lejos del flujo vehicular y sin molestar al transeúnte.

El traspatio de su casa, en lo alto, donde puede verse Comitán y sus tejas, y en esta época, la señal inequívoca que si oscureció por el oriente, pronto ha de mojarse. El parque de Guadalupe, el patio de la morenita chula que siempre nos comparte; el parque donde esperé mil veces a la Leti para jugar al enamorado, y la Belly que nunca llegó ni a regarme después que me dejó plantado.

Creo poder imaginarlo.

Sentado allí, devorando letras para hacer párrafos que conformarán libros leídos, respirando y observando a la pareja que se besa y abraza; a los que se toman de la mano y se alejan, a los niños que juegan, y a los que gritan gol porque el balón ha entrado a la improvisada portería, al que corre para hacer deporte. Respirando y observando, porque él está vivo, porque ese lugar a cualquier fulano lo llena de gozo. Molinari Torres y lo que ha hecho el traspatio de su casa, el patio de la morena chula, el parque de Guadalupe.

José Espinosa