miércoles, 24 de septiembre de 2008

LA COLABORACIÓN DE JOSÉ ESPINOSA

ES UN DELITO



-Trabajar es un delito, o por lo menos intentarlo, por eso a mí, ¡que me mantenga el gobierno!



Es increíble pero es cierto, en el municipio de Tala, Jalisco, hacer tortillas "hechas a mano" es un delito, compite con las hechas en tortillería y no duran, no tienen conservadores por lo tanto no sirven, bueno esto dicen los tortilleros, además gastan mucha leña, contaminan -vuelven a decir-. La verdad es que como son más ricas, aunque más caras -hasta doce pesos el kilo- tiene mayor demanda, la gente lo pide, a los tortilleros eso no les gusta y en complicidad con las autoridades y después de regar muchos pesos, lo han convertido en delito.



Eso allá, pero en nuestro Comitán de todos los tiempos, de todos los gustos, también trabajar es un delito, o por lo menos intentarlo, por eso yo, ¡que me mantenga el gobierno! Doña Pati rentó un local en céntrico mercado, para distribuir el pan delicioso que ella misma produce. Abrió un lunes a las ocho, con la esperanza de empezar a trabajar, de ganar, de invertir; no eran ni la una de ese mismo día y ya tenía el primer requerimiento municipal, era necesario presentarse ese mismo día y a una hora exacta sin excusa ni pretexto a las oficinas de salud municipal.

–No es ni medio día de mi primer día y ya empezaron a chingar.

-Buenas tardes- se asomó con miedo y discreción a la oficina.

-Buenas, pásele- le contestó simpática chaparrita.

-Fíjese que me dejaron este papelito y vengo a ver de qué es –explicó.

-¡¡Ahhh!! Es que no puede usted trabajar.

–¿No puedo?

Le explicaron que para poder abrir su negocio de expendio de pan, era necesario contar con unos estudios clínicos, por parte de su dependienta para que ella fuera apta de despachar el pan, si no los tenia no podía vender. Hasta ahí todo bien, cuidan de nuestra salud, ¿sólo a ella y en el primer día de trabajo?

-No sé, hace rato vinieron unos fulanos a hablar con el "patrón", hable usted con él –concluyó la secretaria.

El "patrón" explicó que eran normas, que él hacia su trabajo, que es un chequeo de rutina, a ella le tocó y tenía que cumplir. Qué bien, vuelvo a repetir, cuidan de nuestra salud. Habría que mandarle hacer los dichosos análisis a la dependienta para que pudiera vender su pan. ¿El resto de panaderías cumpliría ya con este requisito?, si mi muchacha no me dura, tendré que hacerle análisis a cada una que llegue, y con lo caro que están, ella debería de cumplir y cumplió. Pasaron unos días, y otra misiva llegó, tenia que darse de alta en el sindicato, pagar la cuota, y ahí va a "ponerse a las órdenes". Se cumplió.

Cumpliría tres semanas allí, hace unos días llegó la tercer misiva, o se da de alta en hacienda municipal a la brevedad o se multa.

-¿Pero cómo?- yo solo quiero trabajar y generar, no llevo ni un mes aquí, no he sacado ni lo que invertí y me están sangrando más.

Oiga, y los que pasan por acá, vendiendo pan en canastos a hacernos la competencia a los "establecidos", ¿también pagan? El señor que vende en bolsas su pan, ¿también paga? El que se estaciona en su camioneta allá afuera, a la luz del sol, del polvo, del viento, ¿también paga, también tiene su estudios clínicos y da su cuota sindical? ¿La señora que amontona su pan en cajas de huevo? ¿A todos nos peinan con el mismo peine?

Hoy la panadería ya no se abrió, ¡chingar! Si trabajar es un delito, o por lo menos intentarlo, entonces, hoy buscaré ser líder de extraña o nueva organización y ¡que me mantenga el gobierno! Ella sentenció.

José Espinosa