Los mexicanos tenemos dichos que los aplicamos como si fueran la "neta del planeta". Los aprendimos desde niños y los repetimos como si fuéramos loros.
Con frecuencia escucho decir: "Ni un paso atrás, ni para tomar impulso". ¡Pucha, qué frase tan valiente!
Los juegos olímpicos me demostraron lo erróneo de tal declaración. Ahora que vi por televisión los juegos aprecié lo que hacen todos los saltadores. Todos, sin excepción, tienen un espacio que les sirve para el impulso (pienso, incluso -será cosa de que lo determinen los especialistas- que si la carrera de cien metros fuera de ciento diez metros, el récord mundial se rompería. Explico: los diez metros servirían sólo como "espacio de impulso"; es decir, el corredor tendría diez metros para tomar impulso. ¿No vemos que hasta las máquinas necesitan un espacio para echarse a andar? Un auto toma la velocidad después de cierta distancia).
¿Por qué se supone que los seres humanos no necesitamos un espacio para tomar impulso?
Esa declaración tan machista de no dar ni un paso para atrás es una estupidez. Un recule, de vez en vez, no sólo ayuda para tomar impulso, sino también para reflexionar, para no dar el siguiente paso a lo tonto. Cuando el vacío está frente a nosotros, creo que es bueno dar pasos para atrás, y a veces no para tomar impulso, sino para tomar otro camino.