miércoles, 17 de septiembre de 2008

Los ladrillos que marean

José Espinosa nos comparte ahora un comentario acerca de la necesidad de la autorreflexión y de la fugacidad del poder.

SI ESTÁS AQUÍ.

Si estás aquí, no es precisamente porque estás bien o porque eres un fregón.

Había entrado a su cubículo, y eso había escuchado de sus labios después de haberle dicho lo maravilloso que suelo ser. Por males añejos de sentimiento y mente decidí visitar a un psicólogo, bajo el encargo de otra amiga también psicóloga.

Yo soy esto, soy aquello -le decía-, trabajo de sol a sol, intento leer y medio escribo, siembro, cosecho, me quieren y quiero, soy lo mejor o por lo menos lo más cercano a serlo, produzco, hasta hoy consigo lo que quiero. ¡Soy un chingón¡

Si estás aquí, no es precisamente porque estás bien o porque eres un fregón. No conozco quién pueda serlo agregó.

¡Y era cierto! Estaba ahí, frente a él, un desconocido, contándole mis penas, queriendo gritar que tengo ganas de llorar y no puedo, que quiero correr, escapar, volar y no me elevo. Que quiero ser yo y dejar de ser aquél que pretendo. Que busco el prestigio y reconocimiento del ser que llevo dentro y busco ser aceptado por mí mismo. Y creo que después de varias sesiones ahí la llevo.

Si estás aquí, no es precisamente porque estás bien o porque eres un fregón.

A cuántos, después de mí, no les quedaría bien escuchar este mismo sermón, ¿a nuestros políticos? ¿Al que de la nada y sin ser nadie, se hizo síndico, regidor, jefe de área, oficial mayor o simple achichincle con encargo municipal; que siente que por ser él y estar ahí es lo mejor o por lo menos lo más cercano a dejar de serlo, que está en otro nivel aún más amplio, donde puede casi casi hablarse de tú con el eterno? ¿A cuántos no les vendría bien una sesión, dos, tres o las que fueran, para hacerles saber (y ellos entender), que estar en el poder no es para marearse trepado en par de ladrillos, que si son mejores deben esforzarse para ser excelentes, ¡pero serlo!, no nomás decirlo y después negarlo con sus acciones). "El show" sólo durará -para la mayoría- tres años, de los cuales ya casi pasó uno. Después volverán a ser "ciudadanos de a pie". ¿A cuántos, después de mi, les quedaría bien escuchar este mismo sermón, de vivir para servir y no que viva ni para servir; de salir de allí con la frente en alto y el orgullo levantado, y presumirse a él mismo, al amigo, al pariente y a la prole, que sirve para servir?

Si estás aquí, no es precisamente porque estás bien o porque eres un fregón.

Y tú ¿por qué todavía no estás ahí? De vez en vez, habrá que buscar quien nos aterrice los pies, reacomodar, reinventar, buscar el impulso para continuar la vida.

José Espinosa