lunes, 13 de septiembre de 2010

DEL CASETE AL DEVEDÉ




“¿Te acordás del casete?”, dijo Rafael. Sí, me acuerdo. Se enrollaba todo. A veces había que usar un lápiz para enrollar la cinta. Los jóvenes que ahora juegan en el parque no saben de cintas enrolladas. Estos chavos son de la generación del devedé.
“¿Te acordás que si la cinta se rompía la pegábamos con un pedazo de diurex?”. Sí. No creo que ahora un devedé pueda arreglarse tan fácil.
Porque nada es perfecto, los devedés también “se enrollan”. El otro día estaba en la casa de Mariana, puso una película y la imagen se vio con rallas (casi casi como se veía la televisión en los años setentas). Romeo le recriminó: “Eso pasa por andar comprando piratas”, pero Mariana le demostró que el devedé fallado era ¡original!
Bastaba un pedazo de diurex para unir dos pedazos de cinta. Claro, los profesionales usaban una cinta profesional.
Rafael entonces me dijo que los chavos de los setentas habíamos usado productos “piratas”. Como no teníamos paga para la cinta profesional usábamos pedazos de diurex.
Ayer entré a una tienda de importaciones y compré todo un “set” de navajas. ¿El precio? ¡Veinte pesos! Los estudiantes de arquitectura de los años setentas compraban una sola navaja y el precio no era barato.
Ahora la gente compra lo “pirata” porque es barato. Todo es desechable. Ya casi no reparamos chunches. La cinta diurex ya no sirve para unir pedazos de cintas. El país también ha cambiado, ahora todo es como un set “made in china”, barato, pero desechable. Nos hemos acostumbrado a vivir así. La educación, como proceso social, también entra a dicha dinámica. El conocimiento ya no ayuda a la reflexión.
Rafael entró a su recámara y sacó una caja de zapatos llena de casetes. Sacó una cinta diurex y nos pusimos a romper las cintas de los casetes y las fuimos uniendo con pedazos de diurex. “Nos vemos estúpidos, ¿no?”, me dijo. Yo asentí, sólo por no defraudarlo, sólo para decirle que también los viejos debemos simular que nos adecuamos a estos tiempos de devedé.
El “jugar” a unir cintas con diurex no se me hizo una estupidez. Hubo un tiempo en que la educación fomentaba principios inalterables y se practicaba la lectura y la reflexión y la sociedad no caminaba tan mal. Tal vez conviniera regresar un poco a esos procesos sencillos de aprendizaje. Tal vez Rafael tiene razón: estos tiempos están diseñados para formar una generación “pirata”, ¡una generación desechable! Los hijos de los potentados reciben una educación diferente a la que recibe la masa. Esto garantiza la pervivencia de “los líderes”. ¿Quién lo sabe? Pues sólo ellos, los que dictan los sistemas de aprendizaje y los contenidos a estudiar. Los libros gratuitos fueron un gran aporte porque garantizaron a todos el acceso del conocimiento, pero parece que ahora se convirtió ya más en una herramienta de control efectivo. Algo de “pirata” ya se ha colado en los libros de texto gratuitos. La historia también, parece, es un proceso desechable y de poco “valor”.
La historia nacional parece un texto que debe verse en pantalla de plasma a través de un impresionante devedé. No sé, pero parece que no era tan malo “jugar”, siendo niños, a pegar la historia del país con pedazos de diurex. La historia no era tan uniforme y tan sosa.