Juan Carlos Gómez Aranda, destacado político comiteco, envió copia del artículo que salió publicado el día de hoy en El Heraldo de Chiapas. ¡Va para nuestros lectores! Gracias.
En elogio del poeta Oscar Bonifaz
El laureado poeta y forjador de muchas generaciones de jóvenes chiapanecos, Óscar Bonifaz, está cumpliendo hoy 85 prolíficos años. Para celebrarlo, durante toda la semana se realizará en Comitán una serie de eventos en las principales sedes culturales de la ciudad, ágoras que él conoce en sus mínimos rincones y están trillados muchos senderos con sus huellas, en la más amplia acepción de la palabra, porque en ellas ha impartido cátedra y creado parte de su obra.
El año de1925 fue bueno para la literatura, pues ese mismo año nació Rosario Castellanos con quien Bonifaz cultivaría una gran amistad, más allá de la coincidencia de la geografía, vocación y tiempo.
Ese mismo año fue presentada la primera edición, en sistema Braille, de El Quijote de la Mancha y George Bernard Shaw, escritor y dramaturgo irlandés, obtiene el Premio Nobel de Literatura. También se publicaron Biombo, del gran Jaime Torres Bodet; De Fuerteventura a París, de Miguel de Unamuno; El proceso, de Franz Kafka e Inquisiciones, del universal Jorge Luis Borges.
De muchas maneras, MaestrOscar -como le llamamos sus coterráneos- representa el espíritu de Comitán y de Chiapas: es un creador infatigable que captura y trasmite como pocos la idiosincrasia de nuestro pueblo; rescata lo mejor de la tradición literaria y crea la propia; es un poeta sensible y profundo que cala en el alma de sus lectores.
Lo conocí hace medio siglo cuando visitaba su casa para jugar con sus hijos, disfrutando además fascinantes conversaciones e inolvidables sesiones de hipnotismo. Después, fue mi maestro de civismo, historia, literatura y ética. En esa época, influyó para que muchos miembros de mi generación viéramos de otra manera los libros y las “ruinas” arqueológicas.
Bonifaz es un faro que ilumina, con sus 19 libros y 14 premios, el horizonte literario de México. Y porque ha sido también un sembrador de palabras, letras e ideas, provocadoras con frecuencia, es que hoy cosecha admiración y afectos.
Sus discípulos lo conocimos como un maestro que con rigor nos impartió sus materias, pero sobre todo nos motivó a hurgar más en ellas. Como amigo, lo disfrutamos liberal, irreverente y por su eterno buen humor. Como poeta y escritor lo leemos con frecuencia porque vale la pena sumergirse en sus libros y refrescarse con sus subversivas y apasionadas letras, que inevitablemente nos trasportan al mundo onírico y real que ha construido.
Nunca está quieto, como en ningún momento toma sosiego su escritura para dar sentido exacto a sus ideas. De la misma manera, está en constante transformación escribiendo, promoviendo conocimiento o defendiendo el teatro en la región, agonizante a veces.
En él, las letras fluyen y se transforman como la lacerante realidad social de nuestro pueblo. Lujuria de letras con olor a copal, juncia o comiteco que nos entrega como legado trascendente de su manantial, de su capacidad de amar, de develar injusticias, respetar y servir a Chiapas.
Por todo ello, hoy celebramos a Oscar Bonifaz. Por mi parte, tengo frente a mí la primera y vieja edición, hoy amarillenta, de Grito sin espacio que me regaló mi padre en 1967 y comparto con Ustedes, queridos lectores, mi poema favorito de entonces:
El Mar y yo somos gemelos.
Su verde indefinido
lo llevo yo disuelto en esperanzas.
Y estas gotas que bajan de mis órbitas
como las aguas del mar,
son muy amargas.
El mar es profundo,
insospechado.
Igual a mí que me soy desconocido,
Hacemos tempestades
y por sí mismos nuestra furia aplacamos.
No sabemos de puntos cardinales.
Inquietos,
Ignorantes del sueño y las edades.