viernes, 26 de noviembre de 2010

ARTÍCULO DE JUAN CARLOS GÓMEZ ARANDA

SOBRE EL ASUNTO DE LA UNIDAD QUE REQUIEREN LOS PARTIDOS POLÍTICOS




Como preludio de los procesos electorales locales que se avecinan y con miras a la elección presidencial, los principales partidos políticos están viviendo de manera paralela una lucha interna, a ratos sorda y en ocasiones con demostraciones excesivas, cuyos resultados solo podemos imaginar. En efecto, en estos momentos el PAN, el PRD y el PRI se encuentran en un intenso diálogo interno para definir a sus nuevas dirigencias nacionales cuya principal misión será, cuando puedan, conducir la selección de candidatos a las gubernaturas del año próximo así como sus campañas y sobre todo, procesar las candidaturas presidenciales y tratar de hacer triunfador a su abanderado en la jornada del 1º de julio de 2012.



En el PAN se advierten barruntos de tormenta por los temperamentos de algunos de los aspirantes y por las denuncias que ya cruzan entre sí, sobre todo respecto de que uno de ellos es el favorito presidencial, que un grupo se ha apoderado del partido o sobre la necesidad de que no solape más la corrupción. No hay duda que los propios participantes han sido duros y no responden por el clima que pueden provocar el próximo 4 de diciembre que sesionará su Consejo Nacional. Por algo será que decidieron que dicha reunión no sea pública.



En el PAN de estos tiempos de transición democrática, debaten sobre algunos estigmas que persiguieron al PRI y que criticaron con acidez: la intromisión de la voluntad presidencial en la vida partidaria. Por ello, será interesante ver cómo prospera su elección. Mientras tanto, Roberto Gil ya propuso los márgenes utilizando una frase zedillista y otra del PAN: que entre la sana distancia y la cercanía cómplice, se de un acompañamiento crítico del poder. Muy pronto veremos si esta nueva generación de panistas son capaces de hacerlo con inteligencia y energía, pero cuidando la unidad de su partido.



Siendo el PAN el primero de los tres partidos “grandes” en renovar su dirigencia nacional, tendrá la oportunidad de acudir al discurso de mayor democratización pues es el que cuenta con el mayo número de candidatos, lo que resulta favorable para que se perciba pluralidad y democracia interna… siempre y cuando no sea desbordado por las denuncias que al calor del debate algunos pronuncien.



En el PRD, antes de iniciar de manera oficial el proceso de renovación ya se observan confrontaciones. Esta semana un sector perredista pidió que Jesús Ortega deje la dirigencia el 5 de diciembre, como según versión de esta corriente partidista, se habría acordado en el Consejo Nacional en febrero de este año; versión que ha sido rechazada por los chuchos.



Por lo pronto, la Comisión Política Nacional del partido avaló la propuesta de Ortega de dejar la dirigencia nacional de manera anticipada, a partir de marzo del año entrante. En tanto se define la fecha oficial del relevo, en el escenario perredista irrumpe el nombre de Lázaro Cárdenas Batel para asumir la presidencia nacional y los liderazgos del partido se han mostrado de acuerdo con esta posibilidad. Marcelo Ebrard ya le dio su visto bueno; Andrés Manuel López Obrador también lo avaló como próximo dirigente nacional del PRD, aunque condicionó su arribo a que primero se “desmarque” de los acuerdos con el PAN.



Como en política las cosas no son hasta que suceden, es necesario esperar para conocer si en este caso prospera la perspectiva de candidatura de única, que después se consolide en la unidad de la izquierda nacional que amplios sectores de la población y de la sociedad política están demandando.



Donde todas las señales indican que los consensos están lográndose es en el PRI. Sus oponentes podrán decir que está aplicando la vieja receta de la “cargada”, pero la realidad es que ahora como nunca lograr acuerdos internos es muy complejo por la ausencia del centro de gravedad con que siempre actuó. Los últimos años como oposición y las oportunidades idas están haciendo mella y los priistas parece que por fin aprenden de sus errores.



Sin aspavientos, en el PRI hacen política y en el relevo de sus dirigentes están avanzando para resolverlo sin confrontaciones que los desgaste en momentos críticos y de manera anticipada. Una fórmula que en los próximos días se presentará puede ser muestra de este nuevo reagrupamiento, y es muy posible que los priístas chiapanecos sean aludidos positivamente cuando una política de sus filas sea llamada a ocupar la Secretaría General del Comité Nacional. A Moreira y Orantes les puede corresponder encabezar la nueva época del veterano PRI que debe de renovarse con sinceridad y comprometerse a fondo con las causas de la gente que los sigue y de aquellos desencantados de la alternancia como único requisito para la solución de los caducos problemas de México. Su misión será encender la esperanza en un país de jóvenes desencantados de la política y de los políticos y construir una agenda comprometida con las personas y para la prosperidad nacional.



Esperemos que el ejercicio que harán los partidos en estos lances les deje enseñanzas que apliquen al seleccionar a sus candidatos por allá de los primeros meses del 2012.