viernes, 5 de noviembre de 2010

EL VUELO DE LA MARIMBA



Una vez en Campeche (¿o fue en Mérida?) unos escritores me comentaron que un paisano suyo había entrevistado a Borges. ¡A Borges, ni más ni menos!, y que el compa prendió la grabadora y le dijo: “¿Qué es el mar, maestro?”, y que Borges, con los ojos entrecerrados (ya se sabe) comenzó a hablar acerca de ese misterio infinito. Si la anécdota es cierta, por ahí debe andar esa, sin duda, maravillosa descripción, realizada al botepronto. Nunca, que yo sepa, alguien se paró frente a Sabines y le dijo: “¿Qué es la marimba, maestro?”. ¡Ah, hubiese sido interesante la respuesta! Un poco al estilo de ese juego que realiza Lety Bárcenas donde menciona una palabra y el entrevistado dice la que le provoca instantáneamente. Claro que este juego tendría más cuerda. Si, en este momento, digo: “Marimba”, ¿qué responde el lector chiapaneco? ¡Ah, sería maravilloso recopilar todas las respuestas y hacer un libro! Las respuestas, prácticamente, sintetizarían el carácter del chiapaneco. Porque, ya se ha dicho, nuestros mares están conformados con oleajes de hormiguillo. Una amiga argentina me sorprendió el otro día cuando me dijo: “Para ustedes la marimba es lo mismo que el mate para nosotros”. ¡Sí, pensé, la infusión de la marimba nos calienta el espíritu! Pero, de igual manera, Romeo me sorprendió cuando me dijo: “¿Ya miraste, compa? La marimba nos entra por los pies” y señaló hacia donde estaba un grupo de compas oyendo la marimba y moviendo los pies bien sabroso, de un lado para otro. Era un movimiento apenas perceptible, los pies apenas se levantaban del suelo, pero todos los pies (los derechos de cada compa) se movían con una gran fuerza, como si estuviesen accionando un fuelle. ¡Claro, accionaban el fuelle del corazón y del espíritu!
En Comitán estamos de plácemes porque un día de éstos, José Gustavo Trujillo Tovar (cronista municipal) presentó su libro: “Marimbas de mi tierra. Reseña de la marimba en Comitán”. Y digo que estamos de fiesta porque, igual que los habitantes de Tuxtla, de San Cristóbal, de Tapachula, de Venustiano Carranza, de Las Margaritas, de… ¡uf, uf!, nosotros, como dijera la argentina: “también tenemos nuestra historia”, y esta historia está enredada en lo que José Gustavo, ahora, nos presenta de manera generosa. En el libro se lee que a Pepe le llevó más de cinco años la investigación. ¡Por supuesto que le llevó más de cinco años! Este libro tuvo su gestación desde su infancia. ¡No, no, no! Mucho antes. No por algo Pepe dice que su abuelo, ¡su abuelo!, fue “integrante del primer ensamble de marimba con requinta y bajo de cuerda”, de Comitán, en 1916. El espíritu de Pepe comenzó desde pequeño a pepenar el espíritu del libro que ahora presenta. En el patio de la casa lleno de juncia, en el atrio del templo, en la serenata, alrededor de la mesa de cumpleaños, en el eco a medianoche y en cada resquicio del alma, Pepe atesoró estos hilos bordados en el telar de la marimba.
Es el infinito juego donde alguien se para frente al espejo y, antes que mirar su rostro, piensa en los otros y responde a la pregunta: “¿Qué es la marimba, compa?”. Qué es la marimba para vos, qué ha significado en tu vida. ¿Fueras el mismo si la marimba no hubiera sido la sombra luminosa que siempre te ha acompañado? ¡Ah, Borges! ¡El mar! ¡El sonido del mar! ¡El estruendo del hormiguillo reventando sobre el acantilado del corazón!
Por esto, Comitán está de fiesta. ¡Que quemen cohetes, que repartan las copas de “comiteco”, que suene la marimba y que algún impertinente maravilloso grite: “Cotz para los marimberos”!