lunes, 29 de noviembre de 2010

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL TIEMPO NO TIENE RELOJ




Querida Mariana: ¿cuántas veces ves el cielo? Ramiro vive en Huatulco. Él mira el cielo y el mar, a todas horas. En su mirada las dos sustancias se mezclan. Cuando cancela la línea del horizonte todo es como una sábana azul infinita. A los comitecos se nos dificulta unir el verde de la montaña con el azul del cielo. Ya se sabe que los cielos tienen más afinidad con el agua.
Ramiro, en forma frecuente, me envía mensajes invitándome a Huatulco. Él tiene una casa de descanso frente al mar. “Vení solo, con Javier o con tu esposa, ¡pero vení! Si venís solo te presentaré alguna muchacha bonita”, me dice, Cuando leo esto sé que él ríe con sonrisa de cangrejo con alas.
Ramiro me llamó por teléfono el domingo pasado, como a las diez de la mañana. “Estoy en Tuxtla, nos miremos en San Cristóbal para comer. Estamos a mitad del camino”. Ay, Mariana, ya sabés mi respuesta. Le dije: “Vení a Comitán, acá nos vemos”.
Nunca he ido a Huatulco. La promesa del mar, de la playa, del coco con ginebra, la de la muchacha bonita, la de la conversación con mi amigo viendo la puesta del sol, no alcanza a seducirme y sacarme del encierro. ¿Por qué soy tan escaso con mis afectos si los quiero tanto? ¿Quién sabe?
Hubo un tiempo, hace mucho, que andaba “encuachado” con mis afectos. Andaba de arriba para abajo con los compas. La madrugada nos encontraba en cualquier banca del parque, en cualquier banqueta de cualquier calle. Al día siguiente, muy temprano, ya estaba jodiendo en casa de los compas, subiendo las hieleras llenas de cerveza para ir a sus ranchos, a Los Lagos o al Chiflón. Sigo amando a mis afectos con la misma intensidad, pero ahora me he vuelto escaso. ¿Alguien sabe por qué? A mi amigo Ramiro lo quiero, me da mucho gusto cuando sé de él, pero algo me impide ir a su encuentro. Siempre estoy en espera de hallarlo en una calle de Comitán para abrazarlo y para platicar.
Salí ayer en la tarde y miré a compas que tenía años de no verlos y me dio mucho gusto. El artista Roberto Rojo cantó en el auditorio del Centro Cultural. ¡Regresó a su pueblo, después de un autoexilio de más de seis años! Ahí mismo, entre el público, vi a Jorge Cordero Meza y a Eduardo Domínguez. ¡Pucha, añísimos de no verlos! ¿Me creerías si te digo que a esa hora mi mirada canceló la línea del horizonte y todo fue como una nube amable? Claro, no me acerqué a saludarlos, los vi desde mi asiento, los vi como quien mira el mar y sabe que ese fandango de olas ¡es la vida!
Por esto, a veces, salgo a caminar por estas calles de Dios tratando de hallar a Dios. A veces se da el prodigio. Sé (sí, Mariana, lo sé), que Dios está enredado en cada uno de ustedes, mis amigos; lo miro en tus ojos, en tu talle, en tus manos, en tus pechitos que apenas asoman; lo escucho en tus palabras y en tus silencios de estadio vacío. Pero, presiento que Dios está más pleno en algunos lugares que en otros. No sé porqué pienso que Dios, más que en el cuerpo bronceado, está en la piel llena de grietas del que cultiva la tierra; más que en la multitud ¡está en la celda del solitario! Por esto me gusta caminar tras los pasos de los desconocidos y en los pasillos donde los caminantes son escasos.
Sé que ustedes mis afectos siempre están ahí, como yo estoy para ustedes. Por esto me gusta toparme con desconocidos, con aquéllos con los que no cuento, un poco para quererlos más a ustedes. Mi cara se llena de luz cuando me topo con alguno de ustedes, cuando me topo con Ramiro, con Enrique, con Javier, con Jorge, con Pedro, con Paco, con Roge o con tantos más que me prodigan su amistad. Cuando me topo con ustedes mi corazón brinca como frijol saltarín y se llena de luz. Doy gracias a Dios, entonces, por esa catarata de agua bendita.
Como justificación a mi proceder de eremita digo que lo hago sólo por el placer del objeto hallado. No hay mayor placer que encontrar una joya que pensabas extraviada.
Pd. ¿Cuántas veces ves al cielo? ¿Te gusta mirarlo a solas o cuando estás con alguien? ¿Vos sí te animarías a ir a Huatulco?