viernes, 23 de diciembre de 2011

ÁRBOL TORCIDO QUE DEBE ENDEREZAR SU RAMA




Ha llegado el momento de agradecer a Peña Nieto. Él es famoso y es un ignorante en el terreno de la literatura. La conjunción de su fama y de su ignorancia le ha hecho bien a la Patria de las Letras. Los derrapones que tuvo el candidato del PRI a la Presidencia de la República realizaron un prodigio. El libro y la lectura han tomado carta de naturalización en la reflexión de los académicos y en la plática diaria de quienes van en el colectivo o compran manzanas en el mercado. El libro, ¡por fin!, se metió en el abanico de los temas importantes y en la plática cotidiana. Jamás, en la historia de esta patria, se había comentado tanto acerca del libro y del mito sobre la importancia de la lectura.
Estábamos avasallados por los comentarios acerca de la violencia, de la corrupción, de la carestía, de la ineficiencia de los gobernantes y, de pronto, su dislates pusieron al libro en las primeras planas de los periódicos y en millones de comentarios en el twitter y en el facebook.
Haberse puesto en el mismo plano de Ninel Conde permitió que millones de mexicanos mostraran su ingenio y pudieran dar cauce a su histórico encono ante la prepotencia de los políticos.
Ha llegado el momento de decirle a Peña Nieto que le agradecemos su ignorancia supina. Si bien es cierto que lo hemos agarrado de “botana” en todas las comidas y nos hemos pitorreado de su resbalón, ahora que el tsunami ha pasado (surimi diría su tocaya en tonterías), en la playa encontramos algo como un objeto de luz.
Su ignorancia nos ha confirmado el desinterés que los políticos tienen por las luces del arte; nos ha hecho reflexionar en la necesidad de buscar caminos alternos para dar luz a la niñez y juventud mexicanas en cuanto a la promoción de la lectura. A la vez nos ha abierto una puerta para exigir caminos nuevos. Si el señor Peña Nieto quiere ser Presidente de la República (algunos amigos, analistas políticos de café de altura, me aseguran que tiene muchas posibilidades) nos debe garantizar que este hueco le servirá para hacer un puente para la patria. Así como firmó ante notario una serie de promesas en el estado de México, así debe firmar, ante todos los notarios de México, que pondrá al fomento de la lectura en un primerísimo lugar de sus proyectos de gobierno.
Se vale resbalar, lo que no se vale es quedarse tirado en el lodo. Para levantarse, el señor Peña Nieto debe, primero, limpiar el pantalón y la camisa, y luego limpiar su dignidad. Para lo primero basta meter la ropa a la lavadora; para lo segundo es preciso que demuestre honorabilidad y reconozca que si bien él no es lector, como Presidente de la República debe procurar, con todos los recursos a su alcance, brindar opciones de luz a sus gobernados.
Llegó la hora de agradecerle a Peña Nieto su ignorancia; llegó la hora de decirle que él también debe agradecer al destino haberlo puesto en la guillotina de la FIL. Para no perder la cabeza debe cimentar el tronco. Si aún no lo ha hecho, es momento de que elabore un proyecto de lectura, sin parangón en la historia de la patria y lo dé a conocer. Podrá olvidar autores, pero lo que no debe ignorar es el derecho de los niños y jóvenes mexicanos a tener mejores horizontes. Tres elementos salvarán a este país: el acceso de los jóvenes y de los niños al deporte, a la educación y el arte (la literatura, de manera privilegiada).
Llegó el momento de darle las gracias a Peña Nieto por su ignorancia. Ahora es momento, también, de que nos demuestre que sí quiere ser Presidente de México y por lo tanto tiende el puente por donde los lectores podrán llegar a la orilla donde está la inteligencia y la imaginación. Él puede quedarse en su orilla, pero no puede negar la posibilidad de que los demás vuelen por los cielos de la creación. Por el momento, debo decir que ya comenzó bien: sus titubeos han puesto al libro en primer plano. ¡Gracias! ¡Vamos bien! ¡No se achicopale, termine bien lo que ya comenzó bien! Esta ignorancia puede terminar siendo la mayor genialidad de nuestra historia. ¡Vamos!