jueves, 1 de diciembre de 2011

LA MAESTRA GONZÁLEZ: CANDIDATA AL ¡PREMIO CHIAPAS!

Después de las dos y media de la tarde, el Colegio queda solo. Hay un polvo luminoso que cubre todos los objetos de las oficinas y de las aulas. Esa niebla lumínica es como esa luz que se cuela entre las hendijas por la tarde y bendice el interior de los cuartos de las casas. Es como una pausa de mecedora, de hamaca.
La Asociación Civil del Colegio Mariano N. Ruiz, de la ciudad de Comitán, ha propuesto a la Maestra María Antonieta Alonzo Montalvo de González como candidata del Premio Chiapas, en Ciencias, de este año.
Ella es un árbol, un árbol del inmenso bosque chiapaneco. Pero, ella es un árbol en cuya fronda cientos de pájaros se han posado y han hecho sus nidos. Hoy, esos cientos de sueños vuelan por todos los cielos del mundo. Y si tienen alas es porque ese árbol les infundió la luz y el vuelo.
Ella nació en París, en el año de 1923. Fue hija de un Diputado Constituyente y Embajador de nuestro país en Japón, en China y otros países. Ella, una tarde, llegó a Comitán, en compañía de su esposo y tres de sus hijos (el cuarto hijo ya nació en este pueblo). Llegó e hincó sus raíces en esta noble tierra. Había realizado estudios en Estados Unidos y hablaba el inglés a perfección, por lo que comenzó a dar clases de ese idioma. Ella, en los años sesentas, le dijo a Comitán que el mundo del futuro sería un mundo globalizado. Ahora, cuando está propuesta como candidata para recibir el Premio Chiapas, el futuro ya llegó y le dio la razón. Ella es de esos espíritus sublimes que ven más lejos. Su presencia es como un árbol más, pero sus ramas son como brazos que sirven para colgar los columpios para la imaginación.
Después de las dos y media de la tarde, el Colegio queda solo. Si alguien, a esa hora, camina en los pasillos o jardines o aulas, percibe esa bendición luminosa: es un rayo que se cuela por la hendija del tiempo. Si alguien aguza sus sentidos puede oír las voces de alumnos de generaciones pasadas y las voces de los maestros que, un día, prendieron la luz en el corazón de los muchachos. En el Colegio hay una voz que insiste en sembrar el futuro: la voz de la Maestra González. Todos sus alumnos le decimos así, desde siempre, desde que supimos que estaba casada con don Héctor.
La Convocatoria del Premio Chiapas establece que la máxima distinción que otorga el Estado y el pueblo se entrega a “las personas que por mérito propio han ayudado a engrandecer el patrimonio cultural y científico del estado de Chiapas”. La Maestra ¡es un árbol! A la fecha sigue sembrando, amorosamente, la palabra inglesa en muchas mentes y en muchos corazones. Continúa diciéndonos que el mundo de hoy es lo que ella previó en los lejanos años sesentas del siglo pasado.
Después de las dos y media de la tarde, el Colegio queda solo. El viento apenas trae un rumor. Este mundo intercomunicado demanda abrir horizontes. Lo aldeano ya no es garantía de desarrollo. La Maestra no sólo ha enseñado inglés durante muchísimos años, también nos ha enseñado a abrir las ventanas al mundo, para mostrarnos y para llenarnos con otros aires. El Premio Chiapas se entrega a las personas que han ayudado a engrandecer el patrimonio de Chiapas. La Maestra González nos sigue dando el cayado para evitar los tropiezos de estos caminos cada vez más intercomunicados. ¿Cómo no confundirse entre tanta senda ficticia? Su labor se multiplica a la ene potencia cada que un alumno suyo, a su vez, abre más caminos.
Después de las dos y media, el Colegio queda solo, acompañado apenas con el viento y la voz imperturbable de quienes han pasado por sus aulas. Ahí, en las aulas, de manera humilde, la patria encuentra sus alas. La Maestra González ¡sigue sembrando!