miércoles, 30 de marzo de 2011

POR LOS QUE NO SE RAJAN




Fernando Figueroa Castellanos cumplió cincuenta años de edad y me invitó a una comida. Y fui con gusto, a pesar de que mis amigos saben que soy escaso para ir a guateques. En un tiempo no fue así. Cuando era joven me encantaba el arguende, echaba trago, bailaba y, ya bien bolo, declamaba “Tarumba”, de Sabines y aventaba servilletas como si fuesen palomas. Pero como tiene muchos, muchos años, que no bebo ¡evito las fiestas! Y las evito precisamente porque los jolgorios tienen el ingrediente del alcohol.
Soy hijo único y tuve el padre más hermoso del mundo y puntos intermedios, pero cuando mi papá, muy de vez en vez, echaba trago ¡yo sufría!, porque él abandonaba, saber en qué esquina, su armonía. Yo sufría mucho. Y sufría porque alguien, en algún momento, me dijo que los bolos podían morir de congestión alcohólica. Hasta la fecha no sé bien a bien en qué consiste tal dolencia, pero, de niño, la imaginaba como una muerte terrible donde el cuerpo se contraía hasta convertirse en una masa informe de donde salían miríadas de gusanos asquerosos. Cuando mi papá echaba su traguito y, trastabillando, llegaba a su cama, yo me sentaba en una silla, le colocaba una estampa del Sagrado Corazón de Jesús debajo de su almohada, y rezaba. Le pedía a Dios que no le mandara la muerte a mi papá. Al día siguiente yo despertaba muy temprano y aguzaba mi oído, cuando escuchaba a mi papá silbar alguna canción, daba gracias por el prodigio.
No voy a fiestas porque a pesar de que me gustan los circos y el cine, en las fiestas siempre aparece el trago.
Las fiestas tienen mucho de circo y de cine. El problema es que los asistentes no lo ven así y, a la fuerza, deben platicar con el vecino (en la celebración de Fer me tocaron Oscar Bonifaz, Rodolfo Castellanos y Juan Román como vecinos y alegraron mi tarde con sus anécdotas). Las fiestas debían ser el espectáculo que son. Los asistentes deberían sentarse y mirar ese río de agua limpia que se presenta ante sus ojos. A mí me gustaría que me asignaran una mesa especial para presenciar, sin interrupciones y vecinos molestos, la maravilla de ese instante donde, más que en ningún otro, se concentra la magnificencia de la vida.
Me gustaría que los asistentes se sentaran en las mesas con la misma ilusión con que se sientan en el cine, en el estadio o debajo de la carpa de circo y presenciaran la maravilla del espectáculo. Que apareciera un hombre, vestido con traje de maestro de ceremonias, que anunciara: “Y ahora, para deleite de todos los asistentes, el hombre que se convirtió en rana por desobedecer a sus padres”, y el hombre saliera detrás de una cortina roja y comenzara a croar e intensificara su canto con el trueno de las palmas de los asistentes.
No voy a fiestas porque no he podido superar el “síndrome de la congestión alcohólica”. Cuando veo a algún asistente tomar más trago de la cuenta, pienso que esa pesadez de sus movimientos y la trabazón de su lengua son síntomas inequívocos de que le comienza a dar el mal. En movimiento automático llevo mi mano derecha a la bolsa de mi camisa y sobo la estampa del Sagrado Corazón que siempre llevo ahí y le pido exorcice el mal y prolongue la vida del hombre que no tuvo más intención que gozar el instante, un poco para dar gracias a Dios por la maravilla de la vida.
Por fortuna, en la fiesta de Fer el trago sólo sirvió para calentar el corazón y el espíritu. Claro, esto fue así gracias a la intervención del Sagrado Corazón de Jesús. A las seis y media de la tarde me despedí y dejé a los amigos disfrutando de ese circo que fue ¡una espléndida carpa de tres pistas!

lunes, 28 de marzo de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL HILO NO SIEMPRE SE ROMPE POR LO MÁS DELGADO


Con un abrazo para Fernando Figueroa Castellanos,
por sus cincuenta años de luz. ¡Que sean muchos más y más intensos!




Querida Mariana, el tío Eusebio murió, hace años, una tarde de eclipse. Según Concho, hijo mayor, cuando el cielo se oscureció, su papá cerró los ojos y dijo: “¡Luz, luz, luz!”. La tía Josefa -hermana del difunto- siempre ha echado por la borda esta versión. “No, no -dice la tía- eso es mentira, lo de la luz lo dijo Goethe, tu tío dijo: “¡Mierda!” y torció la cabeza como pajarito”. Andá a saber, Mariana, cuál es la versión cierta.
El tío tuvo una obsesión en la vida: ¡demostrar la estupidez de los dichos populares! Según el tío Eusebio, México está mal porque a cada rato se pronuncia un dicho popular. Él fue un hombre sencillo, laboraba en la fábrica de triplay que había en Comitán. A su regreso a casa me llamaba y me decía que México es un país de irresponsables y de huevones por cosas como éstas: “Más vale pedir perdón que pedir permiso” y “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Decenas de jóvenes (decía) salen de casa sin pedir permiso y pierden la vida al salir de las discotecas (antros de hoy). Ay, Marianita, la vida no les concede la oportunidad de pedir perdón. Muchos jóvenes viven precisamente porque piden permiso y sus papás no se los dan. Los papás -decía el tío- tienen el tronco de la vida en las manos, los jóvenes apenas están comenzando a conocer las ramas.
Miles de hombres y mujeres se levantan tarde porque, según el dicho, ¿de qué sirve madrugar si no amanece más temprano?
El tío era un convencido del poder de las palabras. Siempre que platicábamos exigía, ante todo, la sencillez y el cristal limpio. Decía que México es un país que invoca la tragedia y la medianía. Somos un país de mediocres porque insistimos en transmitir esos granos de “sabiduría popular”.
“Agua que no has de beber ¡déjala correr!”; es decir, no te inmiscuyas en algo que no te afecte de manera personal. ¿Mirás, Marianita, qué estupidez? Por cosas como éstas es que medio mundo se hace a un lado y no se involucra en los problemas de la sociedad.
“Quien bien te quiere te hará llorar”, “La letra con sangre entra”. Tenía un “compañero” en la primaria (ahora hablo yo, Marianita, que coincido con mucho de lo que decía el tío) que siempre me andaba jodiendo y me hacía llorar. ¿Ese pendejo me quería bien?
Sí, Mariana de mi vida, la mayoría de dichos populares es una soberana estupidez. Son píldoras que concentran la mediocridad de nuestro pueblo. Son el pretexto donde nos escondemos. Acá en Comitán a cada rato se repite esto: “El peor cuch se lleva la mejor mazorca” y se aplica cada vez que un hombre feo, por ejemplo, está con una muchacha bonita. “¡Sí, sí, esto es cierto!”, dice la mayoría convencida de la certeza del dicho. ¿Mirás, Mariana, la carga de discriminación que contiene este dicho? Pero tiene más. Resulta que la muchacha bonita es comparada con ¡una mazorca!
Casi casi pienso que la versión de la tía Josefa es la real. Conociendo al tío Eusebio, yo también pienso que dijo ¡mierda!, en el instante que murió.
Pd. Mariana, algún día vos y yo deberíamos escribir algunos dichos que reflejen luz, que sean como canicas de agua. Pero, Alfredo dirá que “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. ¡Ay, Dios mío, es un poco como decir: “más vale Chiapas por conocido que Chiapas bueno por conocer”!, y ahí seguimos acostados en la hamaca, frutos de la inercia, sin arriesgar algo.

CARTELERA DEL CENTRO CULTURAL ROSARIO CASTELLANOS.

Centro Cultural Rosario Castellanos, tu Casa de Cultura
Cartelera de abril de 2011.


Todos los martes del mes de abril / De 18 a 20 horas
Presentación del grupo de Marimba del Centro Cultural “Rosario Castellanos”
Pasillo exterior del Centro Cultural “Rosario Castellanos”

Viernes 1 de abril / 17 horas
Proyección del Video documental “Construyendo comunidades: Pueblos indígenas de la frontera sur de Chiapas”
Auditorio Roberto Cordero Citalán

Viernes 1 al sábado 30 de abril / 10 a 20 horas
Exposición Plástica “Liberación de Luz”, de Arbey Rivera
Sala de Exposiciones del Centro Cultural

Lunes 4, martes 5, lunes 11 y martes 12 de abril / 10 horas
Concurso Estatal de Oratoria, declamación y ortografía (En coordinación con la zona escolar 04)
Auditorio Roberto Cordero Citalán

Miércoles 06 de abril / 18 horas
Miércoles de Cine Club: “La Abuela Grillo” de Denis Chapon
Auditorio Roberto Cordero Citalán

Jueves 07 de abril / 17 horas
Obra de teatro del Jardín “Cosi Joeta”, de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca.
Teatro de la ciudad Junchavín

Viernes 08 de abril / 17 horas
Taller de Iniciación actoral
Sala de Exposiciones del Centro Cultural

Sábado 09 de abril / 11 horas
Curso de la compañía de teatro
Sala de Exposiciones del Centro Cultural

Miércoles 13 de abril / 18 horas
Miércoles de Cine Club: “Mafalda” de Carlos Márquez
Auditorio Roberto Cordero Citalán

Jueves 14 de abril / 11 horas
Celebración del Día Internacional del Libro (Coordinación con la IMER)
Auditorio Roberto Cordero Citalán y Pasillo Exterior del Centro Cultural

Miércoles 20 de abril / 18 horas
Miércoles de Cine Club: “Animaciones de ayer: Bety Boop, Superman y el Gato Felix” de Dave Fleischer, Bruce Tim y Paul Dini, Pat Sillivan y Otto Messmer
Auditorio Roberto Cordero Citalán

Jueves 21 de abril / 20 horas
Programa en vivo “Noches de Bohemia” música y entrevistas (Coordinación con Radio Guatemala y Radio Explosiva).
Auditorio Roberto Cordero Citalán


Miércoles 27 de abril / 18 horas
Miércoles de Cine Club: “La marcha de los Pingüinos” de Luc Jaquet
Auditorio Roberto Cordero Citalán

Viernes 29 de abril / 18 horas
Presentación de novela de Óscar Palacios
Sala de Exposiciones del Centro Cultural

Sábado 30 de abril / 11 horas
Celebración del Día del Niño
Auditorio Roberto Cordero Citalán



Cursos permanentes
Piano
Teatro
Marimba
Serigrafía
Literatura
Diseño textil
Artes Plásticas
Danza folklórica
Guitarra (clásica, popular y método práctico)

viernes, 25 de marzo de 2011

ARENILLA PARA DANIELA RODRÍGUEZ CAMPO



Danik no oculta dos rasgos característicos de su personalidad: su sonrisa y su deseo de ser escritora. Ella camina con un letrero tatuado en su rostro y otro tatuado en su espíritu. Si alguien le dice que se va a morir de hambre si elige la profesión de escritora, ella sonríe y dice que no será así. No duda. La certeza la acompaña. La he visto asombrarse ante una palabra o ante el rizo que el viento prende en su cabellera. La he visto maravillarse ante un verso o ante la lectura de un poema de Efraín Bartolomé en la voz del mismo poeta. Sé que seguiré viéndola iluminarse ante el prodigio de la literatura, que es como decir ¡la vida!
Por el momento no duda en beber de las aguas que encuentra a su paso. Asiste a la Casa del Arte y al Centro Comiteco de Creación Literaria, que es un proyecto auspiciado por el Ayuntamiento de Comitán y coordinado por la Universidad Mariano N. Ruiz.
En el corazón de Danik sólo hay certezas, por eso no duda cuando sonríe o cuando camina por una senda cubierta de libros, de palabras y de laberintos.

1.- "El Sagrado Corazón", ¿con qué tipo de sangre impulsa su ritmo?
Con la sangre bendita de sus lágrimas, con aquel elíxir profundo que salió de un manantial, enterrado en un baldío bosque hecho de versos y sueños atrapados en moléculas multicolores.

2.- ¿Cuál crees que sea el castigo que le impondrán al cantante Arjona cuando llegue al infierno?
Cantar canciones de Juan Gabriel y que las baile.

3.- ¿Por qué "Violencia" comienza con la "Viol" de la "Violación"?
Porque “Vio” o “Vis” significa fuerza, herramienta con la cual los hombres de mente no pulcra descubren la timidez del aura humana.

4.- ¿Por qué muchos sueños se ahogan a mitad del aire?
Porque encuentran un profundo pozo de oscuro fracaso, donde el imán de la tierra los atrae al centro del infierno, pero de pronto la atracción lunar los impulsa hacia la luz plateada de la luna.

5.- Tu apellido materno es "Campo", ¿con qué clase de abono lo consentís?
Con amor. Lo consiento con el amor de mi familia que me dan todos los días. Hablo de amor familiar, el cual engloba desde unión hasta felicidad.

6.- Una vez dijiste que "la libertad" es lo más parecido "al amor", ¿por qué entonces tantos enamorados parecen metidos en una cárcel?
Porque se equivocan al pensar que el amor es un castigo, al creer que el amor es como una jaula, cuando es todo lo contrario, porque te hace crecer en los momentos malos, te hace brillar con la luz interna, te hace volar y sentirte feliz.

7.- ¿Hacia dónde caminan los ideales de esperanza?
Hacia delante. Va de la mano con la fe y juntas van siguiendo a caridad, quien corre alegremente por el prado de la libertad.

8.- Imagina que a los seres humanos, al nacer, les dieran una "Guía para vivir", ¿cuál sería la primera instrucción?
Sonreír, porque cuando sonríes haces que tu alma se sienta feliz y por lo tanto transmites esa felicidad a los demás.

9.- Cuando una "Virgen" entra a un antro, ¿cómo se le nota la "santidad"?
Por los ojos. Se dice que los ojos son la ventana del alma; cuando una virgen entra a un lugar “impuro” su corazón palpita y sus pupilas se dilatan y las niñas se tapan para no ver las cosas malas que la humanidad despide.

10.- ¿Por qué, a veces, la ciudad de Comitán camina como si necesitara sostenerse de un bastón?
Por la edad, por la joroba de errores y de culpas que la habitan; porque a veces se siente cansada, triste y débil, y necesita de un bastón para guiarse en aquellas calles empedradas, en esas subidas y bajadas que recorren su alma; que divisan a lo lejos visitantes que el propio Comitán no conocía.

(Daniela Rodríguez Campo, tiene 17 años, es estudiante de bachillerato y -dice- escritora de tiempo libre. Le gusta la literatura, el arte, la música, la comida y los animales. Es hija de Francisco Rodríguez Ibarías y de María del Rosario Campo Moreno, ambos maestros de primaria. Sus hermanos son Francisco y Andrés, ingeniero y estudiante, respectivamente).

miércoles, 23 de marzo de 2011

TEXTO A LA CARTA




A mi maestro le caía mal el uso de esta expresión: “un tipo me abordó en la calle”. ¡Pucha -decía- yo no dejo que me aborden, caso soy combi!
Resulta que ayer, en la tarde, don Concho me abordó. “Alejandro, Alejandro, esperate”. Yo me paré a mitad del parque de San Sebastián, ahí por donde está el monumento a Fray Matías de Córdova. Don Concho dijo: “Ya miré las cajitas que pintás, qué bonitas. Quiero que me hagás una, ¡especial!”, y entonces, con gran movimiento de manos (parecía pegar carteles en los árboles), me dio las características de su deseo. Dejé que vomitara todo, cuando terminó y me quedó viendo con cara de cuánto me vas a cobrar, acordate que soy tu amigo, le dije que no hacía “cajitas por encargo”. Cuando él quisiera podía mostrarle las que tenía pintadas. El arte -decía Abel Quezada- es la libertad total. Hacer cosas por pedido es aceptar un corsé.
Me sucedió en dos ocasiones. Cuento una: tenía un cliente en Puebla (coleccionista de verdad) que me compraba dos cajitas por mes (era casi casi mi mecenas). Una mañana llegó al bazar y me pidió algo “especial”. Igual que don Concho me dio detalles de su deseo y yo, pepenando cosas al aire, traté de captar su idea. Puse manos a la obra (¡nunca tan bien dicha esta expresión!) y cuando él llegó al bazar al fin de mes (siempre llegaba el último domingo) coloqué “su” cajita entre las manos. Su esposa nos dejó, como significando que ese era un momento especial, y fue a mirar las otras cajitas que estaban expuestas sobre la mesa.
Yo me había esmerado en su pedido. Él tomó la cajita entre sus manos, le quitó la tela que la cubría y miré cómo el desánimo se pintó en su rostro, a pesar de que, como ya dije, él era un admirador de mi obra. ¡Pero qué tonto yo había sido! ¡Su reacción era predecible! Él tenía una imagen en su cabeza y cuando miró la obra se dio cuenta que no coincidía. Él abrió su cartera y me entregó la cantidad acordada, pero yo no la acepté. Le dije: “No fue lo que esperaba, ¿verdad?” y él me dijo que no, que, en realidad, le parecía un trabajo mucho menor, como que (así me lo dijo) no le había echado ganas. Su esposa se acercó, llevaba entre las manos una de las cajitas expuestas. “¡Mira!”, dijo ella, y entonces vi que la mirada de mi cliente se iluminó. Supe (era predecible) lo que diría a continuación. Al final, los billetes pasaron de su cartera a mi bolsa. ¿Cómo decirle al hombre que “su” cajita me había llevado más tiempo de elaboración que la que compró su esposa? Supe entonces que mi obra debía corresponder a las imágenes que los espectadores sensibles llevan en su corazón y no en su mente.
Ese mismo domingo, horas más tarde, se presentó un turista francés y él ¡se maravilló con la cajita de mi cliente! El azar de Dios es maravilloso, esa cajita estaba predestinada para ir a respirar aires del Sena y de la Torre Eiffel.
Don Concho sonrió, pero cuando vio que hablaba en serio, puso cara de tapir y, ya molesto, preguntó si su dinero no valía y, aventando madres, me dejó a mitad del parque, justo en el momento que las campanas del templo comenzaron a sonar.
Mi maestro, que en gloria de Dios esté, me recomendaría no dejar que alguien me aborde. Tenía razón, cuando a uno lo confunden con combi cualquiera se trepa y, por esto, la cabina va llena de sobacos con olor a sudor y bocas con olor a tacos de nenepil con harta cebolla cruda.
Por esto y otras razones: no pinto cajitas a pedido ni pinto casas a domicilio. Quienes adquieren mi obra son personas con sensibilidad especial que la ven, se sienten tocados ¡y se maravillan con ella! ¡El único río válido es el que lleva agua a primera vista!

lunes, 21 de marzo de 2011

DECRETOS DIVINOS



Un día Dios estaba de buenas y decretó algo inusual: ¡A partir de hoy quedan proscritos los temblores! Los millones de creyentes, al conocer la noticia, realizaron romerías a todos los templos dedicados a Dios. Durante cuatro días, el mundo detuvo sus actividades normales y paranormales y festejó con cantos, vino y tertulias la buena noticia. La gente estaba contenta porque se dio cuenta que sus plegarias habían llegado a Dios y éste había hecho caso. El Vaticano, aprovechado como siempre, mandó imprimir millones de carteles con la frase: “Dios existe. ¡Acá está la prueba!”, con el anexo de la reproducción del decreto por el cual, a partir de ese instante, la tierra estaba libre de temblores y tsunamis intermedios. El Papa sonrió, porque más de cuatrocientos millones de dólares ingresaron a las arcas.
Digo que Dios estaba de buenas porque los humanos insisten en decir que, a veces, Dios se enoja y manda tragedias. Por esto, aún cuando soy enemigo de los arquetipos debí usar el de que Dios estaba de buenas, por si aparece algún lector despistado (nunca falta el que en el consultorio toma El Heraldo de Chiapas sólo para “matar el tiempo”).
En Comitán, cuando ocurre una desgracia, siempre aparece una doña Lencha o doña Elpidia, quien, con cara de el mundo se va acabar, grita, jalándose los cabellos: “Dios nos está castigando…” y agrega el porqué de su enojo. Lo que doña Lencha y sus vecinos no saben es que Dios es una línea constante e infinita y no sabe de enojos o de bondades ya que estos conceptos son humanos, simplemente humanos.
¡Dios es la línea cuya imagen más cercana es la de un monitor de cardiógrafo, pero eterno! El mundo, por lo tanto, no puede ser plano ni armónico, si así fuese estaría muerto. Dios es una cajita de música que, a veces, interpreta un tango o un bolero o un vals o ritmos más movidos como el heavy metal. Dios tiene el espíritu de Los Beatles, de Rigo Tovar, de Luis Miguel, de Juanes, de Chico Ché, de Charlie Parker, de Celia Cruz, de Los Doors, de Elton John y de Lucerito (¡sí, qué pena!).
El mundo vivió tranquilo durante los siglos en que se dio la veda de los temblores, incluso hubo un filósofo que se atrevió a decir que la tierra había regresado a los tiempos dorados de El Paraíso y que pronto todo mundo sería como Adán y Eva.
Pero, como la naturaleza modificó su vocación natural debió buscar nuevos modos de acomodar las placas tectónicas y la única forma posible fue a través de géiseres liberadores de energía. Las placas se movían de manera imperceptible gracias a los chorros energéticos que fluyeron del núcleo de la tierra hacia el cielo. Dicha energía provocó lo que los científicos comenzaron a llamar temblores de cielo. Cuando un temblor de cielo aparecía millones de aves caían muertas en lluvia pertinaz y dejaban los sembradíos inundados de plumas. Millones de seres humanos comenzaron a sufrir severas crisis de alergias que fueron conocidas como “Las alergias del Espíritu Santo”, por aquello de la paloma.
Llegó el momento en que muchos países del mundo comenzaron a sufrir hambrunas. Fue tal la desesperación que (¡nunca falta!) un creyente se atrevió a lanzar una imprecación: “¡Que Dios castigue nuestra osadía regresándonos los temblores de tierra!”. Y Dios, que siempre está de buenas, escuchó la desesperada voz de ese hombre y les hizo el prodigio. Entonces la gente entendió que Dios estaba de su lado, que era generoso con la tierra. Multitudes, como en éxodo, caminaron por el desierto y ofrecieron sacrificios a Dios.
Ahora, cuando en el cielo aparece un tornado es que alguien en la tierra pide a Dios elimine el horror de los temblores de tierra y Él hace un guiño, sólo para recordarle al hombre que más vale temblor malo por conocido que temblor de cielo bueno por conocer.

viernes, 18 de marzo de 2011

DE POSTIZOS COMO AMANECERES




A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como garfios y mujeres que son como uñas.
La mujer uña viene desde el principio de los tiempos, está emparentada con los simios, por esto las alturas y los sueños hilados con lianas no le son ajenos. La pedicura es la profesión con la mujer más antigua del mundo.
La mujer uña debe tener cuidado porque, en un descuido, puede ser mujer uña de pie y esto es muy denigrante. Lo mejor es ser mujer uña de mano digna (hay que cuidarse de esas mujeres plásticas que hoy son muy dadas a colocarse uñas postizas. Los hombres verdaderos aborrecen a las mujeres que tienen pechos postizos y nalgas postizas, porque eso significa que tienen cerebros postizos. ¿A poco existe alguna mujer que no tuviera empacho en aceptar que su amado se pusiera un pene postizo?).
La mujer uña de pie es una mujer acostumbrada a estar encerrada. Ese encierro hace que huela mal, cuando está en su periodo menstrual se convierte en una mujer escándalo porque su olor provoca embotellamientos y cierres de fábricas y escuelas. Por eso se dice que esta clase de mujer causa contingencias ambientales.
No contenta con el olor embriagador, potencia su capacidad de psicotrópico, ya que acostumbra a pasársela en medio de hongos (muchos de éstos alucinógenos).
Lo simpático es su veta surrealista ya que, en medio de la oscuridad de su encierro, asume que posee ojos ¡y de pescado! (todo cocinero regular sabe que la frescura del pescado se detecta por el brillo de los ojos. Cuando un pescado tiene los ojos sin brillo significa que ya está en camino de la putrefacción. Es una pena que la mujer uña de pie no haya elegido tener ojos de pez. Su visión sería como la del pez vela).
Por esto es muy recomendable que la mujer uña decida ser uña de mano. Esta mujer es maravillosa; dada su costumbre detecta de inmediato al hombre pulga y, con movimiento exacto, lo exprime con sus dedos gordos. La mujer uña posee la vocación por tocar instrumentos musicales de cuerda. Esta capacidad la convierte en una amante casi perfecta. Cuando el amado está afinado, la relación se convierte casi casi en un solo de violoncelo. Ya los lectores se dieron cuenta de la gentileza que debe poseer el amado para tratar a su mujer uña, porque si la hace enfadar, los rastros que deja un tigre son juguete comparados con la trilla que deja la mujer uña en el rostro del maleducado.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son tan calientes como reflectores de teatro, y mujeres que son tan calientes como risa de pingüino.

DE LA MUNICIPALIDAD DE QUETZALTENANGO, GUATEMALA

Nos llegó copia de la carta que enviaron al periodista e investigador comiteco Amín Guillén Flores. Acá para nuestros lectores:




Señor

Escritor y Periodista Amín Guillén Flores,

Comitán, Chiapas,

MÉXICO





Dilecto y apreciable señor Guillén Flores:



En nombre del señor Presidente Licenciado Juan Morales Gavarrete y de cada uno de los miembros de la Honorable Comisión Permanente de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango, me permito el honor de saludarle y desear que todas sus actividades se realicen en un marco de armonía y bonanza.



En muchas oportunidades, nuestro común amigo y distinguido colega PROFESOR VÍCTOR SALVADOR DE LEÓN TOLEDO (QEPD), relató la bondad suya y de los demás hermanos mexicanos, en el marco de los intercambios que han promovido con cierta periodicidad y que propician el buen entendimiento, la hermandad y el conocimiento entre los escritores y periodistas de Chiapas y Quetzaltenango, ávidos de obtener sistemas y formas de expresión para llegar al gran público, en una sociedad compleja, pluricultural y multilingüe proveniente de los Mayas, influenciada por el sistema occidental y con muchas lacras arrastrando por el vaivén de su existencia.



Nosotros supimos, desde Quetzaltenango, la Ciudad que es suya y de todos los mexicanos de buena voluntad que quieran compartir con nosotros, sobre las atenciones y preparativos que, con gran entusiasmo y entrega, han manifestado ustedes cada vez que se realizan los intercambios; supimos también del cariño que en vida profesaron a nuestro querido VÍCTOR SALVADOR y que, al enterarse de su infausto deceso, se prodigaron en homenajes en memoria del intelectual y amigo.



Por todas esas cosas y por muchas más que sabemos ustedes han realizado o serían capaces de realizar en aras de la buena amistad, sírvase aceptar por este medio, las muestras de nuestra más profunda gratitud, haciéndola extensiva –por su dignísimo medio- a toda la comunidad intelectual de su linda e incomparable Ciudad a la que tanto amamos desde aquí.



Con toda deferencia,







Periodista J. Rodolfo Custodio G.

Vicepresidente de la Comisión permanente de

JUEGOS FLORALES HISPANOAMERICANOS

miércoles, 16 de marzo de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LLAMAS ES MÁS QUE UN APELLIDO



Querida Mariana, una niña bonita se acercó y me dijo: “¿Cómo te llamas?”. Vos me conocés, a veces me ganan los lapsus. La vi, pero no alcancé a responder. Llamó mi atención una bufanda que traía enredada en ¡la cintura! Los colores de la bufanda eran cálidos: rojos y amarillos fuertes.
La niña bonita (de unos dieciséis años) insistió en la pregunta, reforzada con una sonrisa de jícara: “¿Cómo te llamas?”.
Iba a preguntarle por qué usaba una bufanda en su cintura, pero ella se cansó de mi silencio, dio media vuelta y alcanzó al grupo de sus amigos. Ella se había separado del grupo cuando me vio sentado en la cafetería de la Casa de la Cultura. Aún ahora no sé qué la impulsó a acercarse a mí. ¡Nunca lo sabré! Ahora pienso que fue una pena parecer un maleducado o un estúpido, o, ¡peor!, un maleducado estúpido.
Me ganó la imaginación. Cuando ella, muchacha bonita de cabello color tango, me preguntó: “¿Cómo te llamas?”, yo pensé en llamas, en lenguas de fuego. ¡Sí, Mariana, una estupidez! Una estupidez porque ¿cuántas veces no hemos escuchado a alguien decirnos: cómo te llamas? Cientos de veces y sin embargo, esa tarde húmeda, dos horas después de la lluvia, me perdí en el laberinto de la semántica. Cuando ella preguntó fue como si dijera: “¿Cómo te inflamas? ¿Cómo te quemas?”. No respondí porque en mi cerebro aparecieron más de dos posibles respuestas: me “llamo” si ponés tu mano sobre mi mano; me “llamo” si dejás que te escriba un poema de Sabines sobre tus pechos. ¿Mirás qué tontería, Mariana? “Llamo” suplantó a la palabra “inflamo”. Ahora reconozco que fue porque una lengua de fuego inflamó mis neuronas. Fue un lapso, pero fue suficiente para que ella se fuera. La vi retirarse en grupo, todavía alcancé a ver cómo ella volvió la vista y me miró, mientras seguía caminando. En su rostro había una interrogante, como si un pedazo de nube estuviera a punto de cubrirle la mirada. Sus amigos reían y ella, al menos mientras me vio, estaba seria, con cara de canario sin alas.
Mariana, vos me conocés, este tipo de actos me sucede a menudo. Vos has sido víctima de mi comportamiento extraño, cuando menos en dos ocasiones. Recuerdo una, la vez que estábamos solos en la sala de tu casa. Vos habías puesto un disco de U2, yo tenía en mis manos un libro de poesía de Gustavo Ruiz Pascacio y vos preguntaste: “¿Te gusta iutú?”. El lapsus me abofeteó y se apoderó de mi razón. El tú final me ganó, en mi cabeza, como si fuese un niño de primaria, apareció el clásico sonido de tutututututu de los loros y esto fue suficiente para que yo lo tradujera al comiteco vosvosvosvosvosvos (disculpá, nunca te lo había dicho porque, como ahora mirás, es una pendejada, pero no puedo evitar que en mi cabeza vuelen este tipo de aves a toda hora. Mi cerebro siempre me ha hecho estas travesuras. Desde que estaba en la escuela, bastaba una palabra para catapultarme a otras sendas, muy alejadas de la posición seria en que se encontraba el maestro).
He estado practicando el experimento de Pavlov. Ahora, imagino que cuando alguien me pregunta “¿Cómo te llamas?”, yo escucho una campanita y, en automático, respondo: Alejandro. Y esto es así porque me imagino en medio de un grupo de esos animales que, en Perú, se llaman llamas. ¿Cómo te llamas llama?
Pd. El otro lapsus que me ocurrió contigo fue cuando me dijiste que a vos no te importaba el tamaño y yo quedé mudo, no porque pensara en año o en amaño, sino porque estuve a punto de decirte algo que acá tampoco diré, porque ahora puedo pretextar un lapsus arenillero. Pero, ¿es en serio?

martes, 15 de marzo de 2011

UN FRAGMENTO DE PAPEL


El artista Juan Ramón Lemus me invitó a decir unas palabras en la Exposición "Sólo en papel. Seis Fragmentos", que presentó en el Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos.
La inauguración fue un día miércoles. Los miércoles estoy en la actividad del Centro Comiteco de Creación Literaria. Como no poseo el don de la ubicuidad debí optar por el Centro y abandonar la periferia de la luz. Pero, gracias a la generosidad de Angélica Altuzar Constantino -Directora del Centro Cultural Rosario Castellanos- que hizo la lectura de un textillo ¡estuve presente!
Una disculpa a Juan Ramón Lemus por no acudir a su invitación, pero me ganó el afecto cuando acepté y no tuve cuidado de revisar mi agenda.
Paso copia del textillo que Angélica hizo favor de leer.


Buenas tardes:
Me llamo Alejandro y digo que, de niño, no me gustaban los juegos de laberinto. Me seducen los juegos que van “por la libre”, a pleno sol.
Digo lo anterior porque ni estamos en Sojo ni sé, bien a bien, de qué se trata esta presentación. Una tarde el artista Juan Ramón Lemus me escribió a mi dirección electrónica para que yo estuviera esta noche con ustedes. Dije que sí sin titubeo, motivado por el afecto que le profeso al artista.
Estos comentarios, entonces, están dictados por el torrente y no por el cauce. Quise venir al Museo en la mañana para ver la obra, pero mi trabajo lo impidió, así que, en este instante, estoy igual que ustedes, expectante por ver la obra.
Así pues no asumo el papel de presentador. Asumo el papel del papel. Soy una hoja en blanco, ni siquiera un fragmento de los fragmentos. La exposición tiene un nombre sugerente: “Sólo en papel, seis fragmentos”, reconociendo que nada es la totalidad y toda obra siempre está inconclusa.
Dije al principio que no estamos en Sojo, y lo dije porque si estuviésemos allá esta exposición sería una más de los cientos que se presentan. ¡Qué pena que no estamos en Sojo! Pero ¡qué privilegio que estamos en Comitán, porque este pueblo tiene una luz que no tiene Sojo y esto, tal vez, inspira a Juan Ramón a convertir en este Museo como en su casa! Es decir, si Lemus no procurara este tipo de actos artísticos en este pueblo estaríamos en medio del desierto. Como que él se dio cuenta que la siembra de luz en un espacio lleno de luz no es contradictorio. No hace ni seis meses Lemus presentó en este mismo espacio otra propuesta artística. Los comitecos agradecemos su asiduidad.
Dije al principio que me gustan los juegos, me gustan los que son honestos, los que no están a mil años luz del misterio absurdo del engaño. Por esto mismo me gusta ver la obra de los artistas, porque no necesitan más que un papel en blanco -o un fragmento- para invitarnos a jugar, a descubrir el universo.
Soy una hoja en blanco, con manchas que se confunden con letras y se creen palabras. Me llamo Alejandro, pero Angélica me tiene en sus manos y ahora ella me suelta como si fuese una hoja seca, hoja de árbol. Ya no soy más. Lo único que existe es el papel de la exposición, en seis fragmentos. ¡Era previsible, sólo la obra de los artistas perdura! ¡Siempre es un juego al aire libre, con el sol pegando por todos los costados! ¡Larga vida a ellos y a sus obras!

lunes, 14 de marzo de 2011

ENTRECRUZAMIENTOS



“Vení, vení, rápido”, gritó Alejandro y, tomándome de un brazo, me jaló hacia la ventana. “¡Mirá!”, dijo. El patio de la casa estaba lleno de hilos, hilos entrecruzados que cubrían la fuente, las bancas, los rosales, el tendedero y la noria. ¿De dónde saldrían tantos hilos?, pensé. Cayeron del cielo, intenté responderme, pero Alejandro difuminó mi idea. “No son hilos, pendejo”, dijo y volviendo a jalarme me llevó hasta la escalera de madera, bajamos sosteniéndonos del pasamanos, abrimos la puerta y nos quedamos parados en el dintel. “¿Ya miraste? ¡Son líneas!”. Esto sucedió hace una semana exactamente, el lunes 7 de marzo, a la una con treinta y dos minutos de la tarde. Una tarde que presagiaba lluvia.
¿Líneas? ¿De dónde? Alejandro se sentó y, como si viera un atardecer, colocó sus manos en puño debajo de su mentón y dejó que su mirada se perdiera en esa telaraña de hilos. “¡Qué bruto, qué necio! No son hilos, son líneas”.
Líneas, según él, de todos los objetos y chunches del mundo. Así como las mariposas Monarca migran hacia los santuarios, de igual manera, las líneas habían llegado al patio de la casa para… ¿para qué?
Me senté al lado de Alejandro y lo imité en su actitud de contemplación. Las líneas se movían (según yo, movidas por el viento; según él, como gusanos con vida propia).
Las líneas llegaron a la casa para su periodo de reproducción. Las líneas del mundo (¿se han dado cuenta?) se están acabando. Tal vez el calentamiento global está provocando su desaparición. Alejandro dice que llegará el día en que las líneas se desintegrarán como si fuesen hojas secas. ¿En dónde quedan las líneas circulares, perfectas, que rodean a un balón cuando éste se desinfla? ¿A dónde van las líneas verticales de un mueble de madera cuando se apolilla?
Alejandro dice que ha sido una bendición tener este fenómeno en casa. Cuando la tía Eufrasia vio el montón de hilos ordenó a Evelio barriera y quemara la basura, pero Alejandro empujó a Evelio y no permitió que se acercara al patio. De inmediato fue con el tío Manuel y le pidió que le diera fiado cuarenta metros de malla para gallinero. Esa misma tarde construyó, con postes de madera, en medio de una lluvia pertinaz, un corral que a medio mundo impidió entrar al santuario de las líneas.
Hoy en la madrugada a Alejandro le llevé un poco de atole de granillo y dos panes. Lo encontré en el mismo lugar donde ha permanecido estos días, envuelto en una chamarra con barbas. Su mirada está confusa, ante el haz de la lámpara de mano pareciera tener un brillo como de hombre que ha visto un ángel, pero el color rojo del blanco de sus ojos es el mismo tono que tienen los hombres que han estado en vigilia permanente por cuidar a un enfermo.
Tomó el atole y mordisqueó ligeramente uno de los panes. Me dijo que las líneas están contentas, algunas han trepado a los árboles. Ya puede detectar quiénes son las hembras. Dice que éstas se mueven como serpientes y, por las noches, como si fuesen cobras, levitan y se mueven de manera sensual para provocar a la línea macho.
“¿Ya te convenciste, burro, que no son hilos?”, me pregunta molesto. Yo guardo silencio. Lo que trato de dilucidar es de dónde llegaron tantos hilos o líneas. ¿Fue travesura de los sobrinos? La tía Eufrasia ya dio un ultimátum, si para mañana Alejandro no levanta su barricada le soltará los dos perros doberman que dormitan en el traspatio. En respuesta, Alejandro ha lanzado una amenaza: si insisten en perturbar a las líneas él utilizará dos líneas que pertenecieron a un cañón inglés de la segunda guerra mundial.

viernes, 11 de marzo de 2011

INSTRUCCIONES PARA NO CAER EN EL ENGAÑO



1.- Si la amada viaja de la ciudad de Comitán a la ciudad de México, cinco días antes de la boda, y regresa con la mirada luminosa y la sonrisa de colibrí, recordar que ya existen clínicas donde reconstruyen hímenes.
2.- Si de pronto un viejo se detiene ante una sex shop y curiosea por los aparadores con mirada inocente, recordar que a Sigmund Freud se le olvidó decir si la sensación de la etapa oral es la misma en un niño que en un anciano sin dientes.
3.- Observar qué sucede cuando un diputado local se empecina en poner diques a su fluido mental. ¿Corre el riesgo de que su represa reviente e inunde a las curules cercanas y aparezca una idea?
4.- Preguntarse si, cuando una persona suspira por mero instinto natural ¿los pulmones del espíritu resienten un ataque inesperado de nostalgia?
5.- Si siempre que una mujer dice ¡No! quiere decir ¡Sí! y viceversa, descubrir qué lectura debemos hacer cuando ella dice “siempre te amaré”.
6.- Tener presente el apotegma de Borges: “Cuando quiero aprender ¡leo libros con páginas en blanco!”.
7.- Enseñar a las muchachas bonitas que las turas no son buenas, con excepción de la calentura y de la literatura.
8.- Para celebrar la luna de miel, elegir lugares que no tengan algo que ver con Nueva York o con Nueva Zelanda. Lo nuevo no es buen consejero matrimonial.
9.- Al entrar a las oficinas del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes preguntar si el funcionario que atiende camina por uno u otro camino, o es una rara avis que vuela por los dos cielos y no distingue diferencias.
10.- Al estrechar la mano de una muchacha bonita preguntarle si sus palmas están húmedas por sudor o por el rocío de la madrugada.
11.- De vez en vez, preguntarse si no es una estupidez que la ola tarde tanto en llegar a la playa y regrese de inmediato, sin considerar la posibilidad de quedarse a vacacionar, cuando menos una tarde.
12.- Al mirarse en un espejo preguntarse en dónde está la verdadera magia: ¿en el rostro reflejado o en el rostro que permite el reflejo? (recordar que la magia siempre es un truco).
13.- Platicar con los jardineros chiapanecos para que digan qué hacen con todos los poetas que encuentran cada vez que levantan una piedra.
14.- Preguntar a las beatas que asisten temprano a misa, qué muestra el recién inaugurado Museo de Almas.
15.- A la muchacha bonita más a la mano preguntarle qué clase de cruda tiene la mujer que se emborracha bebiendo “París de noche”.
16.- A la entrada de la Cámara de Diputados preguntar, en voz baja: “De los Borges que en el mundo han sido ¿cuántos forman parte de La Historia de la Humanidad?”
17.- Aprenderse de memoria la sentencia que dice: “Quien se emborracha en una taberna no sale tan mojado como quien se embola en una can-tina.”
18.- No olvidar que hay hombres que pasan por la vida como si su cometido hubiese sido cargar el mundo.
19.- A la hora del desayuno, preguntar a los que levantan la basura, por qué, si como dijo Calderón (el poeta, el poeta) “La vida es un sueño”, Calderón (el presi, el presi) se empeña en volverla “una pesadilla”.
20.- Sugerir, en el Primer Congreso de Mega Ciudades, la creación de Ciudades Histéricas Anónimas, a sabiendas que la candidatura de la Ciudad de México para encabezar tal organismo será vista con mucha simpatía.

miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS EXTRANJEROS



Querida Mariana, ¿por qué los jóvenes no se acercan a la lectura y a los actos llamados culturales? Siempre he pensado que los viejos -dueños del poder- hacen todo lo posible para que los jóvenes no se acerquen a las manifestaciones artísticas, precisamente para no compartir su poder. En primer lugar existe el prurito de que las artes son aburridas, y en segundo lugar la tendencia a colocar a las artes en un lugar inalcanzable.
En Chiapas, la propia institución dedicada al fomento del arte hace una separación perversa entre cultura y arte, como si este último no formara parte de la cultura y como si ésta no formara parte de nuestra vida cotidiana.
La Yourcenar, en el libro “Peregrina y extranjera”, con la lucidez que la caracteriza dice que Roger Caillois “había dicho -y el argumento me parece muy fuerte- que la música más grande, la mejor literatura o la mejor pintura le parecerían ficticias o carentes de interés si un canal secreto no uniese a Mozart con algún estribillo popular, La Guerra y la paz con el peor folletín y a Velázquez con el calendario de la cocina”. ¿Mirás? Los poderosos y los “intelectuales” nos han querido vender la idea de que tal canal secreto no existe. Nos han injertado el absurdo de que el arte no tiene algo que ver con la vida diaria. Nos presentan a la “cultura” y el “arte” como entidades afines a los semidioses. ¿Por qué? ¡Ah, muy sencillo!, para que el pueblo, vos, yo y los demás, miremos a los poseedores de la luz desde nuestro templete pegado al suelo.
¿Has mirado cómo se comportan y mueven los intelectuales? Date una vueltecita por alguna oficina dedicada al arte y a la cultura y miralos. Se mueven como pavorreales, hablan como si su boca fuera un pozo de luz e iluminara los caminos por donde los demás caminamos. Es la misma trampa de los especialistas. Los médicos, con sus términos especializados, pintan su raya para que nosotros nos sintamos en espacios ajenos.
Los intelectuales han pretendido borrar las huellas del “canal secreto” y, con toda la perversión del mundo, han escrito libros aburridos ex profeso.
Cuando nos topamos con un Alatorre (erudito maravilloso) que nos explica el origen de la lengua española de manera tan llana, divertida y sabia, se comprueba que el conocimiento es algo que está lleno de vida. Y la vida, Mariana, es una sustancia que toca a todo aquel que está vivo. De la misma forma que el sol, la lluvia, la piedra y el musgo tocan nuestro espíritu, de igual suerte, el ballet, la ópera y la literatura tocan al hombre que se acerca a ellos. Mozart, la Yourcenar, Fellini, Van Gogh y demás hombres maravillosos son personas que han bebido la luz del acto cotidiano.
Vos sabés, querida Mariana, que la vida no es aburrida. La vida es el árbol más alto del bosque y los niños juegan columpio ahí mientras las aves construyen sus nidos.
Ah, pero los poderosos y los “intelectuales” insisten en levantar un muro que separa, de manera obtusa, el territorio del arte con el territorio del pueblo. Por esto, niña bonita, los poderosos e intelectuales son unos soberanos bobos. El verdadero sabio es sencillo; el verdadero sabio reconoce que el arte y la llamada cultura no son más que esencias de la vida, igual que el juego cotidiano o la charla sabrosa en la cantina o a mitad de la plaza.
¿En dónde tienen su origen la cultura y el arte? Los intelectuales, casi casi, nos quieren presentar que son productos divinos y que sólo ellos tienen acceso a ese “canal secreto”. ¡Qué mudos!
Pd. Si la palabra flama incendia espíritus ¿qué no podemos lograr con la palabra luz?

lunes, 7 de marzo de 2011

PRESENTACIÓN DE LIBRO.


María Castellanos Nájera declama un poema de María Luisa Macal.

María Luisa Macal me invitó a presentar su libro "El pulso de la vida", el sábado 5 de marzo. Paso copia del textillo que leí.

Buenas noches:

A veces hace falta reflexionar en el tipo de acto que hoy nos congrega. Las presentaciones de libros se asemejan un poco a las presentaciones en sociedad de una quinceañera. Ambos actos buscan resaltar las virtudes de los objetos en cuestión. Y si digo objeto en caso de la quinceañera es porque, en muchas ocasiones, los padrinos, por obra y gracia del champan o de la sidra, la convierten en objeto destinado al mejor postor, un poco como si dijeran ¡la niña ya está en edad de merecer! Claro, lo dicen en medio de la melcocha más almibarada.
¿Por qué me atrevo a decir esto ante ustedes, cuando se supone que este acto nos convoca a hablar de poesía y no de temas insulsos? Disculpen mi atrevimiento y disculpen el siguiente símil: los presentadores de libros somos como los padrinos de las quinceañeras rodeadas de sus chambelanes.
¿Con qué atributos morales los presentadores de libros pueden erigirse en voces autorizadas para dar un juicio, en público, acerca de una obra literaria? Pensemos entonces que, en efecto, fungimos como padrinos y somos elegidos por amistad. No puedo entender de otra manera el privilegio de estar frente a ustedes esta noche. María Luisa Macal, en primer lugar privilegió el afecto y nos eligió a Óscar Bonifaz y a mí para ser padrinos de su libro más reciente. Por esto, a partir de hoy podré decirle comadrita a la autora, y tal vez, a mitad de la plaza, un día a futuro preguntar cómo le va al ahijado. Por esto ahora en esta lectura parezco un abusivo al tutear al maestro Bonifaz y a la Maestra María Luisa pero es que ya casi casi somos compadres.
Lo que sí me resisto a hacer es un panegírico de su obra, como si estuviera en el Salón Campeador o en el Royalty presentando a una niña bonita con vestido de rosa. Me resisto por dos verdades absolutas: ¡no soy alguien con calidad moral suficiente para hacerlo, y la poesía está a mil años luz del reflector de un acto social sin mayor trascendencia universal! Pero ya que la comadre María Luisa me metió en el ajo, daré una sencilla opinión como lector, como un sencillo lector de la calle, que esto he sido por varios años. Y digo calle y digo sencillo porque, según yo, de estas sustancias están hechas las imágenes poéticas de María Luisa; y digo poesía porque la poesía está hecha de agua, de aire, de luz y de las cosas más sencillas que rodean al hombre. Me gustan los versos de María Luisa porque están despojados de afeites y de encajes. Si me permiten insistir en la comparación, la quinceañera que hoy presentamos viste un vestido bordado con la luz de la palabra común, pero frotada con un paño fino. La palabra de María Luisa es espléndida por sencilla. Su poesía está despojada de la lentejuela que otorga brillos falsos. Su poesía es un vaso de agua limpia, una flor que crece entre las hendijas de las lajas comitecas, una nube que se diluye en el cielo antes de presagiar tormenta, una línea de musgo en la piedra bola de río. La poesía de María Luisa es una línea para dibujar el horizonte.
Como los comitecos tenemos el privilegio de conocer a la autora, puedo decir que su palabra es el espejo de su carácter. Sus versos son tímidos y caminan con el silencioso y apresurado paso de una codorniz sobre las nubes. En su voz no hay improperio, prevaricación, afrenta o blasfemia; al contrario, hay un murmullo de hoja que cae o la caricia de un rezo que intenta el vuelo. El libro “El pulso de la vida”, de María Luisa Macal es un libro de esos que, al estilo de Machado, hace camino al andar, un camino alejado de las grandes autopistas o de los segundos pisos. Sus brechas son simples caminitos que están emparentados con los que hacen las hormigas en las huertas y en los bosques.
Gracias.

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LOS NUDOS NO HACEN LAS CORBATAS



Querida Mariana, una vez, hace muchos años, Heberto Morales Constantino impartió un curso a los becarios del Centro Chiapaneco de Escritores. Antes de disertar acerca de la obra de Juan Rulfo propuso una dinámica: ¿Cómo decirle a un ciego las características del color azul? Y los becarios jugaron con las posibilidades infinitas e imposibles de transmitir una imagen a alguien que carece del sentido de la vista. ¡Esa fue una gran lección! Más de dos becarios salieron de esa reunión admirando la sapiencia de un maestro acostumbrado a generar luz. Heberto es un orgullo para Chiapas.
Y digo que eso fue una gran lección porque los escritores deben procurar poseer ciertas características especiales para ejercer su oficio, dentro de estas características está la capacidad de enseñar a los ciegos a ver el mundo. El mundo, querida Mariana, está lleno de ciegos y a estos hay que decirles cómo es el color azul del cielo.
Yo sé que has visto a esos miles de ciegos, porque, gracias a Dios, vos no padecés ceguera. Por desgracia miles de hombres y mujeres palpan las paredes conforme avanzan por las banquetas de la vida, van tentaleando como murciélagos a plena luz del día. No carecen del sentido de la vista, pero por ignorancia llevan una venda en los ojos.
El otro día, una alumna me dijo que yo le parecía un personaje excéntrico y al preguntarle por qué ella respondió: “Porque usted lee”. ¡Dios mío! Al principio me causó sorpresa su respuesta inaudita, dos segundos después entendí que su imagen mental reflejaba una triste realidad nacional. Como este es un país de ciegos cae en el infortunio de ser gobernado por tuertos.
Por esto, quienes están interesados en el progreso intelectual de las personas propugnan por prender muchas lámparas en todas las esquinas. Pero resulta que, a veces, el mundo se para y da vuelta al revés. El otro día fui al edificio donde atiende la directora de Coneculta-Chiapas (nunca lo había hecho. El interior del edificio es deprimente por sucio y oscuro). Antes de entrar (con cara de turista embobado) vi la fachada y me topé con un pendón en vinil que parece remedo de aquel chiste donde la maestra le pregunta a Pepito: “¿Por qué acentuaste la palabra calor?” y el niño responde: “Es que en la televisión dijeron que últimamente el calor se acentúa”. En la entrada de Coneculta-Chiapas el pendón ostenta: “Sala de Ártes Escénicas”. Digo, en el caso de Pepito es un chiste, pero ¿acá? Yo preguntaría: “Señores de Coneculta-Chiapas ¿por qué acentúan la palabra Artes?” (En Chiapas, “últimamente” ¿se acentúan las artes?). El pendón se ve desgastado, lo que indica que lleva varios meses “colgado” ahí. ¿Nunca alguien ha notado el tremendo error de la tremenda corte? ¿Por qué nadie ha hecho algo por resolverlo?
¿Cómo explicar a un ciego el color azul? Para el hombre que mira sin obstáculos, el color tiene como característica principal la diferenciación cromática con respecto a otro color. Yo, dentro de mi bobera, digo que puedo identificar por comparación el azul del cielo con respecto al verde de las hojas del árbol, pero los ciegos no pueden establecer este mismo código. ¿Tienen aroma los colores? ¿Huele diferente el azul del rojo? No lo sé. Advierto que la posibilidad está en la sensación. Si no podés oler, tocar, saborear, oír o mirar el color azul, no queda más que apelar a la sensación que produce en el espíritu del hombre. ¿Qué sensación te produce mirar el azul del cielo? Tal vez por ahí está la clave y por ahí la enseñanza de Heberto.
Pd. Siempre que hablo del maestro Heberto Morales Constantino pienso que Chiapas debería dejar de dar vueltas al revés y concederle el Premio Chiapas. ¿Acaso debe tocar piano o ser compa de poderosos para que su candidatura sea considerada?

viernes, 4 de marzo de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LA VIDA ES UNA FLAUTA O UN VIOLÍN


Con un abrazo para Javier, porque, gracias a Dios,
hemos compartido muchos seis de marzo.




Querida Mariana, los famosos dicen lugares comunes pero lo hacen como si descubrieran el hilo negro. El otro día vi a Saramago en la televisión (es una de las maravillas que tiene la tele: traernos al presente a hombres ya muertos). La toma es bella, él va en el vagón de un tren en movimiento, al lado de la ventanilla. El lugar puede ser cualquier lugar de la tierra, pero tal vez es Portugal o España o Francia. Es la hora en que el sol se acuna en las montañas de igual manera que el bebé lo hace en el vientre de su madre. El escritor no mira a la cámara ni al paisaje que pasa veloz, mira al frente en donde tal vez está su mujer Pilar del Río o está el vacío del otro asiento, dice: “Nacer, crecer y morir, ¡no hay más!”. ¡Una bobería!, y sin embargo.
Maguito mira a su mujer o al vacío, que es un poco decir lo mismo. No mira al paisaje porque éste siempre nos engaña: el paisaje es la utopía de la vida. Cuando vemos una mariposa, un árbol o una piedra tenemos la sensación de que eso es parte de la vida. La cámara de televisión o la fotográfica son objetos endemoniados porque nos untan al espíritu la sensación de vida. Cuando vemos una foto o un documental tenemos la sensación de que, en efecto, la vida puede atraparse en un papel, en un rollo o en la memoria. ¡Nada más falso que eso! ¿Quién puede creer que en esos materiales tan frágiles la vida queda impresa? La vida, lo sabés Marianita o lo llegarás a saber algún día, es una sustancia frágil cuya existencia es improbable.
Pero Saramago sintetiza la vida con tal seguridad que pareciera, en efecto, que ¡eso es la vida y que la vida existe! Pero, ¿de veras la vida es esa apretada síntesis? Si quemáramos todos los registros escritos, auditivos y fílmicos, ¡todos, todos!, ¿quién podría asegurar que hubo vida antes de esta época ingrata?
El propio Saramago tiene un cuento bien bonito que refiere un poco a la misma cosa. Dos hombres se acercan a un hueco profundo, se detienen sobre un saliente para no resbalar. Uno de ellos dice que, por la humedad que se respira, en el fondo del hueco debe haber agua; el otro comenta que, por la sensación de vacío, el hueco debe estar “lleno” de nada. ¿Mirás, Mariana, qué prodigio escribió el tal Saramago? ¡Por ello, sin duda, ganó el Nobel de Literatura! Cada lector puede hacer su propia interpretación, pero, tal vez, lo que el escritor quería decirnos es que ese hueco es un símbolo de la vida y, claro, como hay lectores que no interpretan bien pues tuvo que decir lo que dijo en la televisión: ¡una bobería! Ahora que lo pienso, tal vez Saramago no miraba el vacío del asiento del frente, sino a Pilar, su mujer. No es casual que al lugar común le haya restado el “reproducirse” que contiene el ciclo vital. Ella y él no tuvieron hijos, fueron como esos árboles secos sembrados a mitad del desierto. ¿Fue a propósito? Si la vida es eso que dijo, ¿qué caso tiene la reproducción?
Pd. Las palabras, querida Mariana, son prodigiosas. Los seres humanos, en vida, pronuncian la palabra “muerte” a cada instante, tal vez porque tienen la certeza de que en la muerte no pronunciarán jamás la palabra “vida”. ¿Mirás? Esto confirma la certeza del dicho de Saramago. Sin embargo, hay miles de millones de personas que esperan lo contrario.

miércoles, 2 de marzo de 2011

NI ASÍ ME ACUERDO DE LA HERMILA


Con un respetuoso abrazo a la familia Gordillo Figueroa,
por la ausencia física de Alfonso Gordillo Figueroa.




En Comitán el chiste es clásico: un enamorado decía “ni así me acuerdo de la Hermila” (y juntaba los dedos pulgar e índice). La Hermila era la mujer con que había roto relación, y a pesar de que el hombre aseguraba no acordarse de ella, la mencionaba a cada hora. Viene a cuento esto porque el otro día Mariana me dijo que lo del libro “Conjuros” (mis lectores saben de qué librincillo hablo) se me había convertido en obsesión y yo le dije: “No es cierto, puedo vivir tranquilamente sin publicar”, pero ahí ando jode y jode a las autoridades de Coneculta-Chiapas.
A raíz de una Arenilla donde comenté que Marvin Arriaga, Directora de Coneculta, se había comprometido públicamente a editar “Conjuros”, dos compas me escribieron en términos más o menos semejantes. Ahí me decían (lo juro) que no debía estar “suplicando” la publicación, ellos ofrecían prestarme dinero para que editara no sólo uno sino todos los libros que deseara. Cuando vendiera los librincillos podía pagarles. No existía plazo perentorio. Debo aclarar que mis compas, además de generosos, son personas de amplísima solvencia económica. Agradecí el gesto generoso, pero expliqué lo mencionado antes, más un agregado: ¿cuándo iba a terminar de vender los libros? ¿En Chiapas? ¿Libros de poesía? ¿Cuándo iba a pagarles? ¡Por el amor de Dios! Así que avizoré el fin de mi amistad con ellos por no alcanzar jamás a pagar la deuda. Por esto digo y reafirmo: ¡puedo vivir tranquilamente sin publicar!
Pero como “ni así me acuerdo de la Hermila”, no he cejado en la promesa de Coneculta. El otro día escribí una carta abierta a la Directora de Publicaciones demandando una respuesta acerca del avance de la edición. Ayer recibí un correo de Ana María Avendaño donde dice: “comenzaré el trabajo de edición de tu libro”. De inmediato le respondí diciéndole que el día (o tarde) en que el librincillo se publique beberé un vaso de agua pura en señal de festejo y sé, estoy seguro, que dos lectores, cuando menos, también celebrarán conmigo.
Entonces, dice Mariana, ¿no que no te preocupa publicar? Y no sólo esta pregunta hizo, sino que además, con el estilete que le es costumbre me preguntó si Coneculta me iba a pagar algo por ser el autor del libro. ¡Pucha, ya imagino la cara de Marvin cuando se enterara de la clase de preguntas que mi afecto hace! Mariana no alcanza a comprender que estas instituciones públicas hacen “el favor” de publicar los textos de los escritores chiapanecos. Entiendo que el favor se extiende a la entrega de cincuenta o cien ejemplares para el autor, como forma de pago de derechos de autor. Uno entiende. La inversión que hace Coneculta es, digamos, a fondo perdido. ¿Quién, en estos, y en todos los tiempos, anda comprando libros de poesía? Digo, si uno fuera Efraín Bartolomé o Jaime Sabines ¡pues sí hay posibilidades inmensas! Pero, ¿qué destino espera a alguien que es Mención Honorífica de un Concurso de Poesía donde el ganador fue Hernán León Velasco? ¡Quiere descaro insistir en mostrarse en público con tales credenciales!, pero, bueno, como “ni así me acuerdo de la Hermila”, estoy contento por la respuesta de la respetada Directora de Publicaciones de Coneculta-Chiapas.
Un día de estos, más temprano que tarde, tendré en mis manos el librincillo. Lo imagino con una portada muy bonita, con una edición cuidadísima, con ¡dignidad, pues! Como digno debe ser el trato a los creadores chiapanecos por parte de los funcionarios chiapanecos. Ya lo dijeron los clásicos: ¡No sólo de Jaguares de Chiapas vive el chiapaneco!