miércoles, 5 de junio de 2013



LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE HAY UNA LUZ COMO PALOMA

Es el patio de una casa en San Cristóbal. Ahora es un hotel. Es el patio de un hotel, a las seis de la mañana. El sol, apenas, es una línea que se dibuja en el techo de tejas. Sin duda que en el patio original esta fuente no existía. El patio debió poseer otros elementos. Sólo las almenas y las tejas vienen de los tiempos más gloriosos de esta casa. ¿Quién fue el dueño original de esta casa? ¿Qué niños jugaron en este patio en las tardes de diciembre?
En lo alto del techo se observa la salida de una chimenea. Imagino una tarde fría, una frazada y una hoguera; imagino una copa de coñac, un plato con quesos y aceitunas; imagino un libro y una mujer. Imagino, sólo imagino.
Asimismo imagino que este patio se llena de niños con bufandas. ¿A qué juegan? ¿A las escondidas? Hoy ya no es posible esconderse en las habitaciones, porque ahora están ocupadas por los turistas, quienes, a su vez, juegan a las escondidas con sus parejas. Tal vez sólo los fantasmas pueden jugar a sus anchas. Por esto digo que esta fuente no existió en el patio inicial, ni tampoco las lajas que ahora cubren el piso. Tampoco las sombrillas ni las mesas. Tal vez sólo los arcos y pilares de madera son del tiempo original. Bueno, con decir que ni el árbol que está en un esquinero está ahí desde el principio. Todo ha sido alterado, bueno ¡no todo! Permanece el cuadrángulo del patio que permite que se vea el cielo, éste sí ¡original! Por esto, el sol no se sorprende. Como todos los días, puntual, asoma su ojo por encima del techo y reconoce las tejas originales (algunas han sido cambiadas porque ya dejaban pasar el agua). Por esto se ve que las tejas no se inquietan ante esa línea dorada que asoma por su cabeza.
Alguien, con cara de asombro, podrá decir: “¿Ya viste? ¡La casa de fulano ahora es un hotel de tantas estrellas!”. “¡Ah!”, dirá el advenedizo. Lo cierto es que la casa extravió su categoría. Esta casa de cuatro patios no permitió que entrara “cualquiera”, fue espacio reservado para gente especial, sólo para los allegados. Su patio albergó todas las estrellas del cielo, y ahora es de unas cuantas estrellas y cualquiera que tenga más de dos mil pesos puede exigir una habitación.
El cuadrángulo del patio es el único que está intocado. Desde ahí, desde cualquiera de sus corredores, puede verse el cielo lleno de estrellas, puede verse el instante en que el dado del sol hace su primera tirada: ¡todos ponen!
El hombre modifica su entorno y lo hace más afectuoso. A sus casas las llena de chimeneas, de comedores, de salas, de patios y de corredores, donde sus allegados caminan, duermen, sueñan y juegan a las escondidas. Sólo el cuadrángulo del patio está intocado, sólo sus fantasmas son los residentes originales.
Algo se extravió. Ese extravío permitió que quien tomó la foto pudiese entrar a una casa que, durante un tiempo, fue exclusivo para gente exclusiva, gente que hoy está transformada en fantasma y que compartió (¡qué generosa!) una historia que otro día compartiré con ustedes.