viernes, 23 de agosto de 2013

CUANDO TODO MUNDO QUIERE SER SÚBDITO





Doña Lily dice: “la que de amarillo se viste ¡en su belleza confía!”. Bueno acá está la prueba. Esta niña linda, lindísima, no tiene inconveniente en vestir de amarillo. Está cerca del oro, de la pedrería. El fondo es como una selva, como un bosque retorcido de árboles retorcidos. Más al fondo (Dios mío, pues ¿cuántos fondos tiene el fondo?) se ve un techo plagado de tejas cafés, que son como gusanos en medio de los árboles retorcidos. En primer plano ¡Yami!, quien resultó Reina electa de la Feria Comitán 2013. Yami saluda a sus súbditos. Dios mío, qué palabra, qué concepto. Da pena que en pleno siglo XXI se emplee la palabra Reina y la palabra súbdito, pero cuando el pueblo hace una pausa en el trayecto de todos los días y se mete al mar de la fiesta, las olas se hacen pequeñas y el mar se nos hace chiquito. Sí, decían los jóvenes al ver pasar a Yami, sí, mi reina. Y ella, con la sonrisa como de agua de chía, saludaba. Acá, incluso, casi podemos advertir el gritito que está a punto de dar. Sí, sabemos qué palabra brotará de su boca para bendecir a todos los que admiraban el desfile. ¿Ya vieron los rostros de quienes ven a la Reina, ahí, en la orilla inferior de la fotografía? Están a la espera de que Yami voltee y, con la otra mano, con la izquierda, también (perdón por la irreverencia) otorgue su bendición, porque ella (ya lo dijo doña Lili) confía en su belleza, en su gracia natural, en su cuerpo de árbol dador de vida, en su sonrisa de cielo comiteco, en sus manos que son como chupamirtos para regar la miel.
Todo mundo, ante la presencia de Yami, se siente bien. La condición de súbdito no rebaja la dignidad, al contrario. Ella, en su condición de Reina, nunca camina por las alturas. El día de la fotografía, por cuestiones de protocolo y de jolgorio, debió estar en un carro alegórico, cerca del oro y cerca de las nubes, pero, cuando el desfile terminó ella bajó y estuvo al lado de sus súbditos, entendidos éstos como sujetos a su autoridad, pero sujetos por vocación y por voluntad propia. Quien no deseó estar a disposición de sus deseos, pudo, en completa libertad, volar como zanate. Pero, ¡Dios mío!, ¿quién es el mortal que se resiste a estar al lado de Yami? ¿Quién resiste acudir a su llamado? Yami, por la gracia universal, tiene el prodigio de la palabra fácil, del trato comedido. Si alguien me obligara a sintetizar el don de ella diría que es una auténtica comiteca. Las comitecas, lo sabe medio mundo, son mujeres bellas y sencillas. La sencillez es una fortaleza que destroza la soberbia y la gazmoñería. Las niñas bellas de este pueblo no son gazmoñas ni son soberbias. Yami, la Reina de la Feria Comitán 2013, es una niña que es como un árbol de nubes, erecto, que mira al cielo, pero cuyas raíces están cimentadas en los abrazos de su gente.
Ese día, algunas personas que estaban en el parque central vieron cómo la farola que está justo debajo del saludo de Yami se sintió apenada. Era tan bella la luz que recibía que se olvidó de prenderse ella misma. Ese día sólo Yami brilló, con su vestido amarillo, bellísimo, como de jirones de sol, como de jirones de ríos de luz. ¿Quién se resiste a ser bendecido por la gracia de la Reina? ¿Alguien? ¿Quién se resiste a ser tocado por el don de su majestad? ¿Quién no está dispuesto a ser súbdito de una niña tan bella? ¡Que viva la realeza por un instante! A final de cuentas todo mundo tiene una aorta por donde la sangre azul revolotea cerca del cielo.