viernes, 9 de agosto de 2013
LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE LA PALABRA MUJER SE ESCRIBE CON K
¿Tiemblan las fotografías? Kamila se acercó a la ventana, lo hizo sólo por curiosidad. Nunca imaginó que, del otro lado, estaba una cámara fotográfica que se acciona de manera automática a la hora que recibe la luz. Kamila empujó los postigos de madera para ver qué había del otro lado, bajó la mano y, en ese instante, vio que un flash se accionaba y su imagen era detenida para siempre.
Ella, entonces, se acercó más y trató de investigar quién tomaba la fotografía. Nadie. Encima de un tripié ¡la cámara! ¿Quién acciona el dispositivo? ¡Nadie! Ya se dijo que esta cámara se dispara de manera automática en contacto con el más leve rayo de luz. ¿Adónde van esas fotografías? ¿Quién las posee? ¿Para que las emplea?
¿En dónde está ahora Kamila? ¡Quién sabe! La cámara sólo sabe del instante en que alguien o algo abren la ventana y es atrapada en el mismo instante. Las fotos de esta cámara siempre parecieran temblar, como si fuesen agua de laguna, como si fuesen cristal de edificio de veinte pisos; como si fuesen papelitos volando.
Kamila mira sin asombro (hay algunos rostros que luego se sorprenden ante lo intempestivo de la luz del flash). Kamila se muestra como si estuviese acostumbrada a abrir ventanas y toparse con lo real maravilloso. La persona que sabe vivir sabe que detrás de una ventana siempre hay algo. ¿Por qué algunos se sorprenden por hallar algo? Detrás de las ventanas siempre hay muebles, niños jugando, lámparas prendidas, hombres durmiendo en sofás, ancianas bordando el hilo del tiempo, mujeres siendo amadas, radios empolvados, cortinas de tela roída, imágenes iluminadas con veladoras, oscuridades que alimentan fantasmas, crucifijos de Cristos negros. Detrás de cada ventana siempre hay luces u oscuridades. Como Kamila sabe eso, ella no se sorprendió. Su vestido de rayas verticales y horizontales no se inmutó a la hora de recibir la luz, aunque también parece temblar, como tiembla su piel, el cabello y sus labios que parecen a punto de abrirse para decir una palabra.
¿Tiemblan las fotografías? Y no me refiero al temblor que derriba muros. ¡No! Me refiero al temblor que provoca el entusiasmo por la vida. Hay fotografías que, en cuanto las vemos, sentimos un estremecimiento, como si tuviesen una línea de luz que nos acariciara el alma.
Acá, en esta fotografía, nadie puede preguntarse: ¿qué mira Kamila? Ella mira la cámara que está a mitad de la habitación detrás de la ventana. Ella se acercó, empujó tantito los postigos, éstos se abrieron y cuando la cámara recibió el impacto suave de la luz accionó el flash y tomó la fotografía. La fotografía de la mujer de tonos rojos, tonos cálidos como de amanecer de sandía, como de letrero en stop.
Ella parece a punto de abrir los labios para pronunciar una palabra. Sus labios tiemblan por la emoción de la vida; su cabello tiembla por el influjo del aire. ¡Aire a mitad de la estancia donde ella está! ¡Aire también en el cuarto donde la cámara, arriba de un trípode, toma fotografías que eternizan instantes! ¿Dónde Kamila en este momento? Acá y allá, donde está, donde estuvo y donde estará.