lunes, 12 de agosto de 2013

UNA PIEDRA POR ENCIMA DEL ZAPATO





Un experto me cuenta que el secreto está en la piedra del centro. El arco mayor se sostiene por la piedra central. Si esa piedra se quita, el arco se derrumba. Hay personas que son como esa piedra. En Comitán he oído el comentario: “murió Don César y la familia se derrumbó”. Don César, entonces, era como esa piedra central. Hay gente que es como arco. Este símil me gusta mucho más que el trillado de “cimiento de la casa” o el no menos sobado de “las raíces que sostienen el tronco”. Me gustan las personas que son como “la piedra que sostiene el arco”. Los escritores que tienen el secreto de la piedra para que la estructura literaria no se caiga.
Los hombres raíz o cimiento son hombres maravillosos, pero tienen el inconveniente de vivir en la oscuridad, en el subsuelo. En cambio, el hombre piedra de arco es, por esencia, hombre del cielo. Respira aires libres y juega con los rayos del sol.
Cuando Don César murió sus hijos se ofendieron uno a uno por motivos de herencia. Al poco tiempo habían dilapidado sus trozos de herencia. Volvieron a quedar con una mano detrás y otro delante. Uno de ellos se divorció y los otros dos huyeron del pueblo. Ahora, cuentan, viven en colonias proletarias de la ciudad de Guadalajara y de Celaya, cuando antes, en vida de su papá, gozaron de una casa hermosa, típica casa comiteca con amplios corredores y patios llenos de luz.
Hay hombres que tienen sobre sus hombros la responsabilidad de ser el sostén de sus familias; hay otros, en cambio que esa responsabilidad no la llevan en sus hombros sino en su espíritu. Estos últimos son los que poseen el secreto de la piedra.
Nunca, por más que me lo expliquen, he logrado entender el prodigio de esa piedra central. ¿Cómo es posible que sostenga un arco y que toda la curvatura esté contenida en su centro? Dicen que el secreto está en la forma. Su consistencia es la misma de las otras, pero su forma hace la diferencia. Todos los hombres estamos hechos de la misma sustancia. No he conocido un ser humano que no tenga huesos y carne. No obstante, hay algunos que son como esa piedra. No hacen mucho esfuerzo para brillar, para saberse poderosos y únicos. Su misión en la vida es ser del centro y ser el Centro.
Me gustan esos hombres y mujeres que sostienen los arcos del mundo. Los arcos donde juega el aire y el sol. Los arcos que son el dintel de los corredores y pasillos. Algún día escribiré acerca de esas mujeres que son como pasillos llenos de plantas y que tienen el piso de ladrillo. Algún día escribiré acerca de mujeres que son como cielos al amanecer. Por hoy rindo homenaje a la mujer que es como esa piedra que da sostén al arco. ¡Qué prodigio de mujer!