martes, 12 de septiembre de 2017
CARTA A MARIANA, CON LISTADO DE NOMBRES INCORREGIBLES
Querida Mariana: Me preguntan por qué no uso el Benito. Mis nombres son Alejandro Benito. En las portadas de los libros que escribo uso sólo el nombre de Alejandro y mi apellido paterno. Por esto, alguien me preguntó, en pregunta clásica, si no tenía madre. Sí, tengo dos nombres y dos apellidos y, por supuesto, en respuesta clásica, tengo mucha madre.
¿Por qué sólo Alejandro Molinari? ¿No suena muy snob decir que es mi nombre artístico? Porque (perdón por la comparación) así lo usan escritores y artistas famosos: Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, José José y más ejemplos. Ya se ha dicho que García Márquez tuvo que emplear los dos apellidos porque el García es muy común en Latinoamérica. Yo (perdón) puedo usar sólo el Molinari porque no es un apellido tan común como sí lo es en Italia o en Argentina. En México no hay muchas personas que tengan el apellido Molinari.
Conocí a un señor que siempre firmaba como César C. y es que la C era de Caralampio y tal nombre no le gustaba. Lo mismo pasó con mi amigo Jorge M. porque la M era de Maximiliano y todos sus amigos bromeaban diciéndole que su nombre significaba “El máximo culo”. Yo no tengo problema con el Benito.
Al principio no sé quién de la familia dijo que me bautizaron con el nombre de Benito porque mi papá era descendiente de italianos y admiraba la figura del Duce Benito Mussolini (todo mundo sabe que Mussolini llevó el nombre de Benito porque su papá admiraba la figura del mexicano Benito Juárez). Así que durante mucho tiempo conté tal versión. Yo era Benito por Mussolini. Un día mi mamá escuchó mi versión (mi papá ya había fallecido) y me dijo que era una versión falsa, mi papá admiraba la figura de San Benito (el maravilloso santo cuyo ideario de vida era “Ora et labora”, reza y chambea). Y entonces me sentí más orgulloso y trato de llevar a la práctica dicho ideario: Oro y laboro. Oro como un canto de agradecimiento por la bendición de la vida y laboro como un canto de agradecimiento por la bendición de la vida. Sí, una cosa es parte de lo otro y viceversa.
No me molesta el nombre. Cuando alguien me dice “Benito” me siento bien. Pero, como ya dije, empleo mi primer nombre y mi apellido paterno como una forma de reducir el esfuerzo de pronunciación de la otra persona. Entiendo que los mexicanos hacemos lo mismo cuando mencionamos a Benito Juárez, pocos (sólo los pedantes) lo señalan con sus nombres y apellidos completos: Benito Pablo Juárez García. Lo mismo sucede con Maximiliano de Habsburgo, ¿quién menciona sus tres nombres: Ferdinand Maximilian Joseph?
Rebeca me dijo un día que Vargas Llosa no tuvo empacho en usar sus dos apellidos, y agregó “Él sí tuvo madre y lo reconoció”. Le dije que sus dos apellidos sonaban eufónicos, pero él tuvo que elegir uno de sus tres nombres. Vargas Llosa se llama Jorge Mario Pedro. Le dije a Rebeca que si me hubiese llamado así mi “nombre artístico” hubiera sido: Jotaemepe Vargas.
Edgar Allan Poe no sufrió para elegir su nombre de batalla. Lo que ya no supo es que, en la actualidad, los millones de lectores que lo mencionan sólo dicen Poe y con eso es suficiente.
Sucede un poco lo mismo con los nombres de las ciudades. Si un compa dice que vive en Tuxtla nadie pregunta si es Tuxtla Gutiérrez o Tuxtla Chico. Se sobreentiende que vive en la capital chiapaneca. Lo mismo sucede con el compa que dice que es de San Cristóbal, o el más chavo in que dice que vive en San Cris. Pocos comitecos decimos que vivimos en Comitán de Domínguez. La mera verdad es que, orgullosos, decimos que somos de Comitán y con eso está dicho todo. No se trata de que a Comitán no le guste el Domínguez. Es algo más sencillo: se trata de un ahorro de palabras, de colocar una sola nube en el cielo, para hacerlo más diáfano, más hermoso.
Posdata: Vos sos una privilegiada, porque tus papás tuvieron el tino de ponerte un solo nombre, uno de los nombres más hermosos del mundo: Mariana (Claro, si hubieras sido varón, no faltarían los maldosos que dijeran que eras una contracción de agua y desechos). Aunque, si lo mirás bien, tu nombre son dos nombres: Mar y Ana. ¡Pucha, sos dos en una y valés por mil!