sábado, 16 de septiembre de 2017

DEFINICIÓN DE BÁSICO




A Romelia siempre le llamó la atención la frase de “Canasta básica”, que, se supone, garantiza el mínimo de alimentos para satisfacer las necesidades de una familia. Y le llamaba la atención porque, decía, a ella jamás le habían preguntado cuál era su necesidad básica. “Lo básico”, entonces, está determinado por el otro y no por el necesitado. Lo básico lo determina quien posee el poder, bien puede ser una autoridad civil o una autoridad familiar. Si una muchacha bonita lee esta Arenilla estará de acuerdo que su papá ha determinado cuál es la cantidad básica para sus gastos. Tal concepto de básico lo lleva al mínimo. Si el papá de la chica está leyendo este texto, ahora mismo está pensando que ¡así debe ser! Ah, sólo faltaba que lo básico lo determinara la hija, ¡sólo eso faltaba! El dinero nunca alcanzaría.
Pero, entonces ¿qué es lo básico? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que básico es: “Que tiene carácter de base o constituye un elemento fundamental de algo”. ¿De veras eso dice? ¿Qué es entonces la famosa canasta básica? ¿Es la base alimenticia? ¿Es el elemento fundamental de la dieta del mexicano? Si seguimos al “pie de la letra” la definición concluimos que es así. La canasta básica es la base de la dieta del mexicano.
Todo mundo sabe que, en el país, el salario mínimo es impuesto por el poder político y económico. Dicho salario es el mínimo de lo mínimo. Y tal salario no alcanza para adquirir la canasta básica. Lo mínimo no alcanza para lo básico.
Sin saberlo bien a bien, el poder político y económico nos ha reducido la canasta de conceptos, porque nuestra canasta (antes ¡plena y satisfactoria!) se ha visto reducida a palabras miserables. Los poderosos nos han quitado de la canasta básica el concepto de ¡dignidad! Nos han ido robando las palabras que hacían fuerte a este país.
Los poderosos, en su eterna trampa, nos han engañado. Alguien nos dijo que los poderosos lo son porque son los dueños de los medios de producción. Medio mundo acepta tal verdad. Pero, nadie nos dijo que son los obreros, los dueños de la mano de obra, quienes echan a andar las máquinas. Cuando un grupo de obreros se resiste a trabajar, las máquinas se paran; es decir, la verdadera fuerza productiva reside en las manos de los obreros, en su voluntad, en su capacidad. Nadie nos dijo que la sociedad es la que, verdaderamente, mueve el país; nadie nos dijo que los poderosos se apropian de las frases más íntimas del pueblo y pregonan que ellos “Moverán a México”, cuando quien mueve a México es la sociedad que, con su entereza, hace que este país no se deshaga en las manos.
Nadie nos dijo que lo básico de una nación es la gente. La fuerza de esta república está dada por la base de la pirámide del Sol y de la Luna que está conformada por millones de estudiantes, maestros, amas de casa, jardineros, ingenieros, médicos, enfermeras, científicos, artistas, cineastas, artesanos, albañiles… Lo básico de México está en los millones de jornaleros que están condenados a recibir, mes a mes, un miserable salario mínimo. ¿Qué sucedería si esta base se opusiera y dijera cuáles son sus necesidades mínimas y usaran su fuerza productiva en lograr un salario que satisficiera el costo de la canasta mínima?
Nos han robado nuestra canasta mínima de palabras, de conceptos; la canasta que nos hizo humanos, que nos hizo grandes como nación. Ahora, los poderosos han llenado nuestra canasta con palabras como hambre, desidia, estulticia, violencia, corrupción y demás mierda de su mundo. Estas palabras no eran las nuestras, las nuestras eran las palabras como trabajo, luz, entrega, solidaridad, paz… Nuestras palabras eran luminosas y eran lo básico de nuestro carácter y de nuestra personalidad.